Capítulo 1

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Las hojas verdes ahora anaranjadas, amarillentas y ocres debido a la estación se desplomaban lentamente con el pasar del tiempo.

Y mientras el olor a café matutino inundaba mis fosas nasales, yo sólo divisaba desde lo lejos.

Maquinando, idealizando y contemplando.

Observando por el rabillo del ojo como el tiempo parecía no pasar, no ceder ante la realidad y detenerse sin previo aviso.
Aún seguía allí, aún seguía consumida por mis pensamientos.

-¡Buenos días chicos!- el saludo cordial y con entonación suave se hizo presente ante mis sentidos, la connotación entre alegría y simpatía destacaron su presencia abismalmente.

Primera clase, primera impresión.

El unísono de múltiples voces musitando "Buenos días profesora" resuena dentro del salón. Ganándose mi mirada, mi no muy nueva mirada.
Aún recordaba esa melódica voz, como si fuera la primera clase, aunque realmente no lo era, ya había presenciado esa sonrisa de costado y ya había divisado esos ojos azules antes.

La señorita Chapman se hacía presente una vez más en mi vida y es aquí donde mi mente colapsa, entra en un trance.
¿Casualidad?, ¿suerte?, quizás coincidencia, mera coincidencia.

–¡Nos volvemos a ver!–esboza una sonrisa mientras deja sus pertenencias en su banco, aún manteniendo la mirada fija, atenta. – Después de tantos años coincido con ustedes una vez más, aunque parece que hay caras que todavía desconozco–.
Dice mientras divisa vagamente asiento por asiento, hasta llegar al mío.

Una vez más y en una milésimas de segundos pude contener esa sensación recorriendo mi cuerpo de nuevo, allí está ella, a bastantes pasos alejada de mí, pero lo suficientemente cerca para que el olor a café matutino que solía inundar la habitación, ahora sea sustituido por las suaves connotaciones avainilladas de su perfume.

Su mirada se sostuvo por cierto tiempo y volvió de nuevo a los asientos de en frente.

No noté ninguna mueca, ningún cambio de postura, ni un intercambio de sonrisas.

Sentí una ola de desesperación, una especie de indignación ante tal descaro, como si aquella carta que me otorgó mediante un susurro en pleno ingreso escolar no hubiera significado nada, como si aquella vez en la que mis manos envolvieron su cintura en un sutil abrazo se hubiera esfumado de su memoria.

– Como sabrán, seré su nueva profesora de inglés, estaré sustituyendo a la profesora Melissa temporalmente– soltó no tan sorpresivamente, sonriente y sin preámbulos comenzó a escribir los temas previstos para este año.
– Comenzaremos con un breve repaso, mediante el caso individual de cada uno iré tomando distintas medidas en caso de que se necesiten, comenzamos con lo simple, el verbo to be– mientras daba a conocer los acontecimientos que nos envolverían proximamente, su mirada se desplazaba lentamente por los asientos delanteros.

Deteniéndose especialmente en él, Larry Bloom, debí suponer desde un inicio que el mejor promedio de la clase sería su nueva obsesión del año, desde que dejó caer todo su peso sobre aquel banco y ladeó su cabello de manera sutil para luego dedicarse a sonreírle torpemente, claro que ese idiota llamaría su patética atención.

Fue entonces en donde volteé para un costado, intentando vagamente distraerme y mantener la cordura, después de tanto tiempo y el problema seguía siendo el mismo. Dando con una muy risueña y despeinada Nicky, esbocé una sonrisa.

–Si no fuera porque anoche dormí 2 horas consecutivas, estaría riéndome de la cara que traes– sonrió lentamente, al parecer el insomnio no era el único en consumirme por las noches.

–Creo que a falta de sueño ya estás empezando a delirar– reí mientras la divisaba acostar su cabeza sobre sus brazos, aún mantenía mi humor.

–Vause, me resulta increíble que a pesar de que ya pasaron dos años, sigas detrás de ella– respondió jugando con un cabello que caía recorriendo su rostro y terminando en el banco.

–No te confundas Nicky, no es así.

–¿Me estás diciendo que todavía no conservas la carta que te escribió por el día del estudiante?– preguntó sonriente y abriendo aquellos achinados ojos, aún con dos horas de sueño parecía tener la suficiente energía como para joderme la mañana.

Sonreí inocentemente y guardé silencio, ¿qué podría responder a eso? Al menos yo no jugaba al "si te he visto no me acuerdo" porque claro que me acuerdo, sabía desde ya que Piper Chapman no era fácil de olvidar.

– Estaré completando un informe escolar, Larry te pediría el favor de si podrías copiar las actividades de este libro en el pizarrón–
Dijo la rubia desvergonzadamente, aún con su mirada fija y su sonrisa presente.

No era sorpresivo que él fuera su ayudante, siendo que esta especie de favoritismo no proviene sólo de ella, sino de toda profesora que lo rodee. Ilusa fui al pensar que en ella el efecto "chico inteligente, mejor promedio y físico estándar" sería la excepción.

Suspiré, la clase sería larga sin duda alguna.

Asumí que aquella pizca de ilusión que se adentraba en mi mente, desaparecería en menos de dos clases, si no era que menos y aquello lo esperaba con ansias.

Tomé un sorbo de mi café y me sometí a escuchar música mediante mis auriculares por el resto de la clase, garabateando sobre las hojas vacías de mi libreta y contemplando psicologicamente mis pensamientos.

–¡Vause!–.

Un no muy suave golpe aterrizó en mi hombro antes de darme cuenta.

Reproché por lo bajo y desconecté mis auriculares, levanté levemente la mirada y entendí.

Acorralada y sin escapatoria, Piper Chapman estaba en frente mío, con el fibrón negro en la punta de sus dedos y con su mirada que me dejaba perpleja.

– Me dijeron que te va muy bien en la materia, ¿quieres pasar a completar el primer ejercicio?– sugirió susurrando.

La distancia era nula, un simple banco de por medio era la razón de nuestra separación física.

La rojez se hizo presente en sus mejillas al ver como negué rotundamente y aunque fue un simple movimiento, pude interpretarlo como una decepción para ella. Simplemente no podría mantenerme de pie teniendo su mirada en mí, al menos no de tan cerca.

– Por favor Alex..

Sonreí y finalmente asentí, por más idiota que pareciera, no podría negarme a algo tan sencillo como eso. Aún con su mirada clavada en mí, me levanté de la mesa y con su mirada recorriendome escribí la respuesta, la presión ejercida sobre mi misma era de otro nivel, el temblor se hacía presente en mi cuerpo a penas intenté mantenerme de pie, no recordaba sentirme tan miserable e indefensa delante de ella.

Volteé y la encontré, sentada sobre mi asiento y con su sonrisa de encanto, sus mejillas severamente sonrojadas y sus brazos cruzados sobre su abdomen, aún con su camisa holgada, amarilla a medio doblar y sus piernas cruzadas una sobre la otra. Parecía que no se daba cuenta sobre su evidente descaro, su mirada me recorría nuevamente y su pícara sonrisa terminaba de delatarla.

¿Qué es eso Chapman?, ¿a qué estás jugando?

–¡Perfecto!, ¿Quién sigue?– sugirió emocionada cuál profesora del primario y sin levantarse aún.

Sonreí de costado y aún con el breve temblequeo recorriendome hasta la médula, me atreví a regresar a mi lugar.
Con su mirada incrédula anclada en mí y su lengua remojando sus labios.
Dí con el borde de la mesa y el impulso de huir me corrompía. Se levantó rápidamente y antes de dar un paso más me tomó por el brazo y arrimandome me susurró.

–Lo hiciste bien Vause.

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⏰ Última actualización: Sep 25 ⏰

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