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Dar vueltas en la cama se tornaba cansador después de una hora de intentar dormir sin resultados. Spreen no estaba muy acostumbrado a que eso le pasara, pero esa noche los nervios no lo dejaban descansar por mucho que lo intentara.

¿Cómo estará Carre entonces? Su mente no podía dejar de pensar. Si él no podía con los nervios no se imaginaba como estaría el mayor.

Sin pensarlo mucho más decidió levantarse de la cama y, sabiendo que Angie ya estaba durmiendo hacía largo rato, eligió salir al patio para subir por la escalera que se dirigía hacia el balcón que unía a las dos habitaciones, específicamente a la que él estaba interesado en ir.

Se acercó a la puerta despacio, con miedo de despertarlo si es que ya se encontraba descansando en una noche tan importante. Las luces estaban todas apagadas y las cortinas cerradas, nada indicaba que pudiera estar despierto. Pero él no quería quedarse con la duda, así que golpeó el vidrio despacito, lo más flojito posible para no sobresaltar al castaño si ya estaba dormido, pero lo suficientemente fuerte como para que pudiera escucharlo si seguía despierto, apenas un toquecito.

Carrera no tardó nada en asomarse, entreabriendo muy poquito la puerta frente al ruido, y enseguida la abrió por completo al ver quien era el que estaba del otro lado.

– ¿Qué hacés acá? – fue lo primero que dijo al tenerlo enfrente suyo, con los ojos brillantes algo entrecerrados a la luz de la luna y el pelo revuelto de claramente dar vueltas en la cama él también.

– Quería ver si estabas despierto. – le respondió en el mismo tono de voz, un susurro para no despertar a nadie a pesar de que la persona que más debería estar dormida en esa casa esa noche era la que tenía enfrente.

– No puedo dormir – dijo con una media sonrisa. Se conocían tan bien a esa altura que era obvia su respuesta para Spreen. – Pasá – se hizo a un lado, dejándole lugar para que entre a su habitación.

– ¿Seguro? – preguntó el pelinegro inseguro sin moverse de su lugar. No quería que por su culpa no descansara bien.

– Dale boludo, pasá – insistió haciendo un gesto con la mano señalando hacia adentro.

– Yo tampoco podía dormir – habló mientras pasaba por su lado, caminando directo a la cama que adornaba una esquina de la habitación.

– ¿Por? – cerró el ventanal detrás suyo y corrió la cortina para que entre algo de la luz del exterior, justo antes de dirigirse hacia el otro lado de la cama.

Se acostó en la misma posición que Spreen, boca arriba mirando hacia el techo, con las manos sobre su estómago y la cabeza sobre la almohada.

– ¿Me estás jodiendo? – giró la cabeza para mirar al más bajito. – ¿Cómo no voy a estar nervioso si mañana te van a cagar a piñas? – agregó cuando el otro también giró la cabeza para devolverle la mirada.

– Ah bueno gracias, me tenés mucha fé veo.

– Ya sabés a lo que me refiero pelotudo – rodó los ojos y volvió su cabeza hacia arriba mirando hacia el techo, Carre lo siguió e hizo el mismo movimiento. – Soy el que más fé en vos tiene, pero alguna piña te van a dar y no me gusta.

– Ya sé, te estoy jodiendo – dijo entre risas al escuchar lo indignado que estaba el de pelo negro con la simple insinuación de que desconfiara de él o sus habilidades. – Pero tranqui, para eso entrené tanto, no me va a pasar nada.

– Ya lo sé.

El silencio se instaló entre ellos en aquella habitación durante unos segundos entonces, los dos perdidos un poco en sus pensamientos, sin saber que pasaba por la cabeza del otro mientras tanto.

Stay here (you make it hard to be alone) | Spreen x CarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora