la plancha

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El aroma a lavanda y a pan recién horneado inundaba la pequeña cocina. Doña Emilia, con su cabello blanco como la nieve y sus ojos azules nublados por la demencia, intentaba encender la estufa. Sus manos, antes ágiles y expertas en la cocina, ahora se movían torpemente, buscando el botón de encendido.

Su nieto, Lucas, de apenas diez años, la observaba desde la mesa del comedor. Sus ojos, grandes y brillantes, reflejaban una mezcla de cariño y preocupación.

"Abuela, déjame ayudarte", dijo Lucas, acercándose a ella con un paso lento y cuidadoso.

Doña Emilia lo miró con una sonrisa confusa. "Lucas, ¿eres tú? ¿Ya estás aquí?".

Lucas asintió, tomando la mano de su abuela y guiándola hacia la silla. "Sí, abuela, estoy aquí. Te traje tu pastel favorito".

Doña Emilia tomó el pastel, sus ojos brillando con un destello de reconocimiento. "Mi pastel de manzana, ¿verdad? ¿Lo hiciste tú, Lucas?".

Lucas sonrió. "No, abuela. Lo compré en la tienda. Pero te lo traje porque sé que te gusta mucho".

Doña Emilia tomó un bocado del pastel, sus labios fruncidos en un gesto de satisfacción. "Está delicioso, Lucas. Gracias".

Pero la alegría de ese momento se desvaneció rápidamente. La demencia de Doña Emilia se apoderó de ella, y su mente se llenó de confusión y miedo.

"¿Dónde estoy, Lucas?", preguntó, su voz temblorosa. "¿Quién eres tú?".

Lucas se sintió desgarrado. Su corazón se llenó de tristeza al ver la confusión en los ojos de su abuela.

"Soy Lucas, abuela. Tu nieto. Estamos en tu casa".

Doña Emilia lo miró con recelo. "No te creo. Eres un extraño. Vete de aquí".

Lucas intentó calmarla, pero sus palabras se perdieron en el torbellino de la demencia de su abuela.

"Abuela, por favor, cálmate. Estoy aquí para ayudarte".

Doña Emilia se levantó de la silla, sus ojos llenos de terror. "No me toques. ¡Eres un ladrón!".

Lucas retrocedió, sorprendido por la reacción de su abuela.

"Abuela, soy yo, Lucas. Tu nieto".

Doña Emilia se dirigió a la cocina, agarrando la plancha caliente que había dejado sobre la mesa.

"¡Aléjate de mí!", gritó, blandiendo la plancha como un arma.

Lucas, aterrorizado, intentó huir, pero Doña Emilia lo alcanzó, golpeándolo en la espalda con la plancha.

Emilia no podía parar de pegarle hasta el punto de llenarlo de sangre lo que iso que .
El dolor recorriera el cuerpo de Lucas, y caiga al suelo, inconsciente.

Doña Emilia, con la mente nublada por la demencia, no entendía lo que había hecho.

En ese momento, un hombre entró en la casa, atraído por los gritos.

Al ver a Lucas tendido en el suelo y a Doña Emilia con la plancha en la mano, comprendió la tragedia.

"¡Llame a la policía!", gritó, mientras ayudaba a Lucas a levantarse.

Doña Emilia, con el rostro lleno de confusión y miedo, huyó por la puerta trasera.

El hombre, conmocionado por lo que había presenciado, se quedó con Lucas, esperando la llegada de la policía.

La demencia de Doña Emilia había robado la vida de su nieto, dejando una estela de dolor y confusión.

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⏰ Última actualización: Aug 09 ⏰

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