Mi bella durmiente

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Habían pasado meses desde la muerte de Vanessa Ives, Ethan decidió irse por un tiempo para sanar el dolor de perder al amor de su vida. Sir Malcolm Murray intentaba seguir con su vida pero era terriblemente difícil.

Sir Malcolm había recibido una carta de su ahijada, Helena, a quién no veía desde los 17 años. Ella vivía en Viena, Austria y vendría una temporada para cuidar de él en su horrible soledad. Algo en este viaje salió terriblemente mal y Helena se volcó en el carruaje.

En un acto de desesperación Sir Malcolm solicitó la ayuda del único médico competente que conocía, Victor Frankenstein.

– Victor por favor, necesito que me ayudes... – Dijo Sir Malcolm roto de dolor

– Sir Malcolm, ¿De qué se trata?

– Es mi ahijada...

– ¿Una ahijada?

– Sí, es la hija de unos amigos alemanes, tiene actualmente 21 años. Su nombre es Helena...

– ¿Qué pasa con ella?

– Tuvo un horrible accidente camino acá y está en un sanatorio... los médicos no tienen muchas esperanzas de que un día despierte.

– ¿Y cómo podría yo ayudarla? – Quiso saber el joven doctor.

– Tráela de vuelta – Le imploró con desesperación.

– No sé si sea posible – Susurró suavemente

Llegaron al sanatorio. Era un sitio donde estaba ella sobre una cama, las condiciones no eran las mejores pero al parecer ella no estaba tan mal.

Su rostro tenía moretones y cortes pero no afectaban su belleza. Tenía el cabello oscuro y largo, su piel era pálida como porcelana, tenía un rostro pequeño con forma de corazón, una nariz pequeña y respingona y unos labios hechos para susurrar.

Víctor estaba embelesado pero lo disimuló con interés profesional.

– Su nombre es Helena von Goethe, es la huérfana de dos amigos míos de Alemania. Estudia literatura y venía por sus vacaciones a cuidarme... a su viejo padrino... – Dijo con la voz crispada.

– Lamento mucho esto... haré lo que esté a mi alcance. ¿Cuál es el diagnóstico?

– muerte cerebral. Los doctores consideran un milagro que siga respirando...

Víctor era un buen doctor pero no era Dios... tuvo miedo, pero no quería ver a Sir Malcolm sufrir más, no después de la muerte de Vanessa.

Decidió llevársela a su laboratorio, ahí dispondría de una cama cómoda donde reposar, la cuidaría y haría todos los esfuerzos para poder traerla de vuelta a la vida.

Pasó noches enteras investigando sobre la actividad cerebral, la miraba... parecía que dormía solamente, era como una bella durmiente.

¿Quién era ella, cómo era la personalidad de Helena, como era su voz... era aguda e infantil o era grave y sensual? sonrió para sí. Que estupidez, tenía que solucionarlo, tenía que ayudar a Sir Malcolm.

Él venía a verla, le traía flores y se sentaba a los pies de la cama... habían pasado 4 años sin verla, a veces le escribía pero era casi una extraña para él. Una esperanza de poder ser parte de su vida... ya no tenía a sus hijos, no tenía a Vanessa, Ethan estaba en su búsqueda personal... Solo eran él y Víctor. Y Helena era la esperanza.

– Helena es lo único que me queda, junto contigo, Víctor. - Dijo Sir Malcolm mirando al piso

– Lamento mucho esto, haré todo para poder salvarla - Dijo Víctor sentado en una silla

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