¿Por qué Mike había tenido que estar rebuznando durante todo el partido?, se dijo Arthur, mientras se cambiaba en el dormitorio. Cuando tuvo puesta su ropa de calle, cogió su bandolera, metió el libro que estaba leyendo y decidió pasar el resto de la tarde en la biblioteca. Respiró hondo y sonrió. No había ganado el partido, pero al menos vería a Sara en la Taberna Morgana al día siguiente. No todo había sido tan malo aquel sábado.
—¿Cómo está el perdedor más grande de la historia de Gryffindor? —oyó la asquerosa voz de Mike, en la sala común.
—Déjame en paz, ya has hecho suficiente —le espetó Arthur, sin detenerse, dirigiéndose a la salida de la torre de Gryffindor.
—Perdona por decirte la verdad, Arthur —respondió Mike, despertando risas de su grupo.— ¿Qué querías que dijera? ¿Que mintiera? Quizá cuando padre te eche de casa, pueda tener un cuarto para mí solo...
Arthur se detuvo en seco.
—No me van a echar de casa por ser malo jugando al Quidditch, Mike, ¿qué tonterías estás diciendo? —le preguntó, aunque era con un tono ligeramente preocupado, dándose la vuelta.—Oh, no, por ser malo jugando al Quidditch no —dijo Mike. Le mostró una carta ya sellada.— Pero por ser amigo de ese niñato pijo de Malfoy sí. Se lo voy a comentar a mi padre ahora mismo.
Arthur sacó su varita, pero Mike fue más rápido, se acercó a él y se apartó antes de que le llegara el hechizo de aturdimiento. Mike salió de la sala común, soltando una risita que le provocó que un escalofrío le recorriera la espalda.Arthur recogió sus cosas, despacio. Se levantó y salió de la sala común, en principio con la idea de ir a la biblioteca como tenía planeado. Mike no iba a decirle nada sobre su amistad con Lucius Malfoy a su padre, ¿verdad? Arthur sabía lo mucho que su padre detestaba a la familia Malfoy. En una cena, hacía ya tres años, había llegado a decir que si uno de sus hijos fuera amigo o tuviera siquiera la más mínima relación cordial con un Malfoy, automáticamente dejaría de ser su hijo.
Sólo por este recuerdo, Arthur decidió desviarse de su camino hacia la biblioteca y tomó uno que pasaba por la lechucería. Quería asegurarse de que Mike sólo le estaba intentando asustar y no lo iba a hacer de verdad.***
El pelirrojo corrió por todos los pasillos de Hogwarts, hasta que llegó a la lechucería, donde Mike acababa de pillar a la lechuza de los Weasley, y ya le estaba poniendo la carta en el pico. Lo iba a hacer. Aquella vez iba en serio.
—¡Para! ¡Mike, por favor, no lo hagas! —gritó Arthur.
Mike meramente soltó la lechuza, con la carta en el pico, y se volvió hacia su hermano, con cara de fingida inocencia.
—¡Ups! —se burló Mike, con fingida preocupación— ¡Se me ha escapado! Bueno ... Qué se le va a hacer. Hasta luego. Tengo que ver qué cosas voy a poner en mi habitación.
Arthur pestañeó varias veces. Lo último que quería era que Mike le viera llorar. No, no ha enviado nada sobre ti y sobre Lucius, le dijo una voz interna, intentando engañarle. Se limpió las mejillas. Prefería creer eso a que realmente su propio hermano le había vendido. Se puso de pie, se cargó la bandolera al hombro, y se dirigió a la biblioteca, despacio, intentando tranquilizarse, contando mentalmente hasta cien.
No se dio cuenta ni de por dónde iba, hasta que chocó con Lucius y Rabastan en el pasillo hacia la sala común de Slytherin.
—¿Qué haces por los sótanos, Weasley? —le preguntó Rabastan, mirándole confundido.
Arthur levantó la cabeza, y le dedicó una mirada de reproche, aunque en el fondo no le culpaba por estar molesto con él. Lucius, por el contrario, pareció entender que algo no iba bien.
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A Avalon por Amor
Fanfiction~ La Tribu de Avalon ~ Nadie dijo que las relaciones amorosas fueran fáciles. Y menos estando aún en el colegio. Eso es lo que está apunto de descubrir un joven Arthur Weasley en su último año en la Escuela Avalon de Hechicería. ___________________...