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En la misma plaza del día anterior, Hyunjin paseaba a Kkami con la vista atento. Quería saber si de por casualidad el chico de ayer también estaba ahí.
Llegó a la misma hora. Hizo el mismo recorrido. Y aunque el parque estaba igual de lleno que ayer, aquel muchachito de risa tímida no estaba por ningún lado.
A las cinco y media de la tarde suspiró rendida, dándose cuenta de que Felix no aparecería.

Era una estupidez lo que estaba haciendo, pero en serio le gustó mucho como para ridiculizarse de esa manera.
Recuerda a la perfección sus ojos rasgados, igualitos a los de un gato. Su cabello largo y perfecto cayendo como cascada por sus hombros. Todo de ese niño era perfecto.

—Vamos, Kkami, hoy no es el día de suerte —cogió con más fuerza la correa, avanzando para el lado de su casa.
El resto del camino se fue con un puchero en los labios, entre triste y molesto.

Han lo llamaría loco por quedarse más de una hora esperando a alguien que no conocía. Y probablemente tuviese razón.
Tocó el timbre de su casa una vez frente a la puerta. Para su desgracia, se le habían quedado las llaves en el casillero de la escuela y no estaba seguro de que sus padres estuvieran en casa. Tenían un horario inconcreto, muchas veces trabajaban hasta altas horas de la noche, en especial en esta época.
Al no recibir respuesta, soltó la correa de Kkami para poder ingresar su extendida contraseña de números y letras y así llamar a su madre.
No tuvo miedo de que su mascota se escapara, porque Kkami no era esa clase de perro. El siempre lo dejaba suelto cuando el lo exigía, a menos que estuvieran en un lugar con muchos autos circulando.
—Mamá, tengo un problema... —dijo con el teléfono pegado en su oreja, mirando por la ventana, quizás estaba abierta.
No alcanzó a oír la respuesta de la mujer pues Kkami ladró fuertemente, saliendo disparado hacia la calle.
—¡Kkami-! Espera, mamá, ya te llamo.

Cortó la llamada, guardando el aparato en su bolsillo y corrió tras el perro.
Retira todo lo dicho de que Kkami no era de escaparse. Hyunjin no sabía qué mierda le estaba pasando al animal.

—¡Kkami!
Se detuvo en seco al notar que este había doblado en la esquina de la calle. Se apoyó sobre sus rodillas, respirando agitadamente.
Maldijo y siguió corriendo, logrando alcanzarlo. O al menos visualizarlo.
Kkami estaba sobre esta misma chiquilla de ayer, ladrando emocionado. Felix sonreía, acariciándole las orejitas.
—¿Eres tú el perrito de ayer, bonito? —su sonrisa se expandió, parecía muy contento.
—¡Guau, guau!

hyunjin se acercó a ellos en silencio. Su corazón no dejaba de golpearle la caja torácica por la velocidad en que latía.
¡Literalmente, esto es el destino!

—¡Lo lamento! Se escapó y no lo alcancé —dijo Hyunjin, ya frente a la chico—. ¡Kkami, ¿qué pasa contigo?! —le regañó, intentando distraerse del nerviosismo.
—¡Está bien! Me parece gracioso que se haya repetido lo de ayer —sonrió al ver al canino saltar en dos patas.

Hyunjin necesitaba el número de ese hermoso chico. ¡Se reencontraron, cómo eso sería casualidad!
Tratando de controlar su emoción, se dijo a sí mismo que no perdiera la oportunidad e intentara hacer algo.
—Creo que realmente le gustas, Kkami jamás había salido corriendo tras alguien de esa manera —buscó los ojos contrarios—. Ni siquiera sé cómo te reconoció. Es decir, estábamos bastante lejos de aquí.
Oyó otra pequeña carcajada que lo hizo temblar.
—Kkami... ¿Es por el....?

Hwang se sonrojó, avergonzada. Lee know siempre se reía de el por eso, y se molestaba con el mayor, pero que ese pelinegro. le preguntara por la originalidad del nombre, se sentía distinto.
—Sí —susurró, bajando la mirada con pena—. Es una tontería, lo sé...
—¡No! Es un bonito nombre —tranquilizó el más bajo, sonriendo, y Hyunjin no pudo evitar copiarle el gesto—. Bueno... ¡Debo irme, pero un gusto de volver a verte, Kkami! —observó al cachorro una última vez, quien ladró.
—¡Espera! —gritó el mayor, sobresaltando a ambos—. Digo- Perdón. Yo s-olo... solo —las palabras se enredaron en su lengua, alterado—. ¿Puedo tener tu número?

¡Mierda!
Ambas con las mejillas rojas. Tímidos.

—Perdón, no quería sonar atrevido, pero... ¿Creo que a Kkami le gustaría volver a verte? —su tono estaba lleno de duda, porque el mismo sabía que estaba usando la excusa más ridícula y poco creíble para coquetearle. O intentarlo.

Idiota, idiota, idiota.
Las bonitas manos de Felix acomodaron su cabello negro con otra risita baja. Sus mejillas brillaban en un color taaaaan bonito, que Hyunjin sintió la necesidad de comerla a besos.

Feliz solo asintió, esperando a que el castaño sacara su celular para dictarle los dígitos.
Una vez Hyunjin ya tenía el contacto, que guardó como "Chico de ojitos bonitos, futuro esposo", le sonrió, despidiéndose y tomando a Kkami para volver a su hogar.

Ya alejado del pelinegro, gritó a los aires vibrante, saltando junto al canino de felicidad.
—¡Lo logré, Kkami! ¡Lo logré! —abrazó al peludo, que movía la cola y ladraba de alegría.
Su emoción fue tanta que ni notó el auto de su madre estacionándose a un lado suyo.
—¡Hwang Hyunjin, me tenías preocupada! ¡Pensé que te había pasado algo, me cortaste sin explicación!
Ni los reproches de su enfadada progenitora le borraron la sonrisa. Corrió hasta ella y la abrazó, la mujer no entendía, pero ver a su hijo tan feliz al igual que su mascota hizo que se rindiera con el reto y sonriera inconscientemente.
La alegría de Hyunjin siempre fue muy contagiosa.

𝐩𝐨𝐭𝐨 + 𝐥𝐮𝐧𝐚 = 𝐟𝐞𝐥𝐢𝐱 ๑ 𝐡𝐲𝐮𝐧𝐥𝐢𝐱 𝐚𝐮 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora