Prólogo

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Querido y gentil lector, es sabido que la vida es como un papel en blanco que necesita ser escrito de arriba hacia abajo, algunos la tinta de su pluma puede estar completamente  derramada en el papel con su propio idioma, quizá otros buscan escribir delicadamente sin cometer errores con una caligrafía impecable y hay quienes solo deciden escribir rápidamente en ella, y así es como la familia Bridgerton a estado escribiendo en cada uno de estos años, sin embargo hay una joven no tan joven que no ha tocado la tinta durante mucho tiempo y es nuestra querida Eloise Bridgerton, y que quizá su hoja a estado en blanco durante mucho tiempo pero ¿Quien dice que es muy tarde para seguir escribiendo?

Atentamente
Lady Whistledown








Había mucho ruido en el cuarto de alado, casi como si diez elefantes corrieran dentro de él aunque sólo estaban Olivia y Amanda, para Marina ya era una costumbre común escuchar este tipo de ruido, siendo solo sus dos hijos mellizos peleándose la mayor parte del día por alguna tontería infantil. Ella comúnmente no salía de su habitación, quizá los primeros dos años estando casada con Philip buscaba intentar mantenerse a pie, siendo comer junto a él y sus hijos y en algunos casos salir a dar un paseo con ellos pero en la actualidad no era el caso.

Para su suerte, el pasado la seguía marcando cada día de su vida haciéndola recordar a su antiguo amor que terriblemente falleció en la guerra, “George Craine”, siendo el padre biológico de sus hijos, era algo que en su cabeza no podía quitar ni con el pasar de sus días… ¿Qué hubiera pasado si él jamás hubiera muerto y corriera a abrazarla mientras iba por ella a casa de los Featherington y vivieran felices junto a sus hijos?, quizá hubiera sido eternamente feliz, pero ahora solo puede ser una borrosa y falsa idea de lo que jamás pasó.

Ese era su único pensamiento desde el día que se casó con Sir. Philip Crane, ella aceptaba que era la mejor decisión para ella y sus hijos haberse casado con él, sabía que no encontraría mejor opción más que el hermano de su difunto amor. Desde el día que Portia Featherington sabía de su embarazo no había minuto ni descanso para buscarle algún marido, ocultar que ella ya estaba esperando un hijo de otro hombre y evitar algún escándalo, sin embargo llegó la noticia de su embarazo por parte de Lady Whistledown y el ruido empezó a aparecer, justo en unos días llegaría Sir. Philip Crane.

No podía olvidar el día que su vida realmente dejó de tener sentido, el que se vio más que obligada pero necesitada, siendo este el momento que partió de la casa de los Featherington y subió al carruaje junto a él, pudo notar sus buenos modales al momento que conoció a Sir. Philip y el tipo de hombre que realmente era. Era una pequeña imagen viva de George, sin embargo no lo era. Sabía que él le había propuesto matrimonio por deber y responsabilidad que tenía, Philip al saber que ella esperaba un hijo de su hermano hizo lo que debía hacer.

El solo era un hombre que a simple vista solo hacía las cosas por el honor a su hermano y el apellido Craine, sabía que él heredó el título después del fallecimiento y conocía perfectamente que eso lo hubiera deseado su hermano, que el de alguna u otra manera encontrara a Marina y los protegiera a ella y sus hijos, aunque se sorprendía que Philip no mostrara más emociones que una simple mirada de responsabilidad.

Esos eran sus únicos pensamientos en sus últimos seis años, ella actualmente buscaba la manera de salir de su habitación sin sentirse completamente vacía aunque cada intento era completamente fallido, a pesar de estar casada jamás tuvo ningún tipo de contacto con Sir. Philip en lo absoluto y no había más que palabras cortantes en sus pocas conversaciones. Era un simple hombre que cumplía con un deber y su único tema de conversación era hablar sobre plantas lo cual a ella le era desagradable , sabía que la pasaba en el invernadero de la casa la mayor parte del día y solo entraba a comer o pasaba todo el día fuera trabajando. Ella no sabía mucho de él tampoco es que prestara mucha atención, sus pensamiento solo se dirigían a su pasado y en algunas ocasiones a sus hijos, debía admitir que ver a los ojos a ambos le hacía recordar la mirada de George y eso la deprimía más, tal vez para algunas personas su fuerte para seguir serían sus hijos, sin embargo lo intentó por un tiempo pero el dolor del pasado solo la hacían sentir peor.

Pasaron unos cuantos días más y Marina por un día solo dejó de pensar por un momento en su pasado y decidió salir de su habitación con los ojos más abiertos, ella quería ver qué era lo que tenía a su alrededor y encontrar algo positivo, podía notar que al entrar a la habitación solo miraba a dos pequeños completamente solos y desesperados de una atención que no conocían, continuó caminando por los pasillos de la casa para encontrar a Sir Philip, decidió salir y tal como lo pensaba estaba en su invernadero, lo miraba en un punto ciego al cual él no la podía ver y aunque ella estuviera parada frente a él tampoco notaría su presencia, su mente estaba en la botánica, el invernadero y el.

Y al igual que podía notar su postura tensa y algo deprimida justo como el día que lo conoció.

Ella regresó a su habitación evitando cualquier tipo de ruido pensando en lo que había visto en ese día, podía notar que su alrededor no era más que lo mismo de todos los días desde hace seis años, sabía que nada había cambiado y lo único que aumentaba era su agonía de esa vida.

Continuo pensando en cada uno de sus días desde el día que empezó a vivir ahí, ella deseaba a toda costa intentar poder abrazar y quizá decirles “te quiero” a alguno de sus hijos pero sus intentos eran fallidos, su depresión la perseguían más que el deseo de intentar cuidar y amar de sus hijos.

No pasaron más de unos minutos cuando sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas,  hacía mucho que no lloraba como los primeros años estando ahí, cada día lloraba en su habitación hasta quedar completamente dormida, sin embargo hubo un día que las lágrimas dejaron de salir y un rostro apagado empezó a verse día a día.

No dejaba de llorar, su llanto parecía más una agonia sin fin, sabía que había una respuesta clara cuando salió de la habitación el simple hecho de que nadie se encontrara feliz o quizá diferente y todo había sido igual desde hace siete años le demostraban que quizá era culpa suya de que todo esto sucediera, ya no le importaba desde hace mucho tiempo, ella podía verlo en sus hijos ellos llevaban su sangre era claro que si ella tuviera éxito en mantenerse a pie lograría que ellos rieran o quizá sonrieran una vez al día pero era todo lo contrario cada semana que pasaba.

Su dolor era más que una depresión y el intentar recordar lo más mínimo de felicidad de estos últimos años solo hacían que un dolor en el pecho apareciera y un nudo en la garganta la mantuvieran ahogada, buscaba intentar tranquilizarse, sabía que sus hijos estaban en la habitación de alado y escuchar esa clase de llanto por parte de ella quizá los entristeceria más de lo que ya estaban.

A su desesperación y llanto no tardó mucho para lograr calmarse al grado de dejar de llorar de un segundo a otro y solo levantarse de la cama y ver que ya eran más de las once de la noche, cansada tomo un respiro y entró a la habitación de sus hijos notando que ambos estaban completamente dormidos, al mirar sus rostros observaba detalles que jamás había visto en ellos porque nunca tenía el valor mirarlos a los ojos, miraba rasgos de ellos que solo la hacían sentirse más culpable, no solo pasó los últimos años deprimida, más bien también sin prestar atención absoluta en ellos. Ella dio un respiro aún más hondo como si hubiera exhalado el aire de cada rincón del mundo.

Tomó algo de valor que le quedaba, miró a sus hijos aún más fijamente pensando en el cabello un poco más rizado y la piel canela que tenían, eso le dio una sonrisa momentánea, la hacían recordar a George y a ella, aunque solo rápidamente desapareció. Ella les dio un beso en la frente a cada uno de ellos y solo se marchó.

Entró a su habitación parecía como si el tiempo la estuviera persiguiendo, sin pensarlo dos veces tomó tres hojas de papel que tenía en su escritorio y empezó a escribir desesperadamente, su cabeza ya no estaba en sus cinco sentidos y cada acción que realizaba tenía mayor impulso. Comenzó a escribir primero para Sir. Philip, seguido por sus hijos y terminando una para Colin y Penélope… pero ¿Cuál era el sentido de enviarle una carta a Colin y Pen? Su mente no era clara en lo absoluto sin embargo a pesar de no tener comunicación con ninguno de ellos en los últimos 5 años tenía demasiadas palabras para ellos y el motivo de su carta no era mantener una conversación, más bien se trataba de pensamientos que tenía sobre ellos y un adiós para su prima Pen.

Habían pasado unas cuantas horas y solo miraba su escritorio con las cartas terminadas, junto a la de su prima dejó una pequeña nota a Sir. Philip que la enviase a Londres lo más antes posible a la dirección de la casa Bridgerton donde recuerda que vivía Colin. Pasó una hora más cuando Marina abrió su ventana y sólo saltó.

Me llamo Eloise Bridgerton (Eloise Bridgerton Y Sir. Philip Crane) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora