La decepción

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En cuanto Kirel salió de su audiencia con los reyes, el segundo príncipe se acercó y con una sonrisa le preguntó:

- ¿Qué opinas de esa loca historia que mis padres se inventaron? Deberían saber que la noble hija del sargento nunca se prestaría para ese engaño -.

Kirel no pudo verlo a los ojos y mantuvo su cabeza cabizbaja sin responder.

- Tú... No me digas que aceptaste - Interrogó Christian.

- Lo hice, le quitaré la oportunidad a esa bella joven para salvar a mi familia y no necesito que me regañes, ya se que esto es una basura - Respondió Kirel con firmeza.

- No me lo creo, tu familia siempre ha mostrado honor y rectitud, nunca creí que mi amiga fuera igual de interesada que los demás - Señaló Christian con molestia.

- ¿Amiga? Apenas y entablamos una conversación en una simple fiesta - Dijo Kirel con cierto sarcasmo.

- Yo siempre juzgo a las personas en base a la primera impresión, en realidad me agradaste hasta el día de hoy -.

- Entonces hazlo, no estoy aquí para cumplir tus altas expectativas, soy egoísta como cualquier otro noble que solo quiere conservar su posición -Gritó Kirel claramente alterada.

El segundo príncipe quedó atónito ante esta reacción, nunca había visto tal sinceridad de un noble. Antes que pudiera decir una palabra observó como una suave gota transparente recorría el rostro de Kirel, quien salió corriendo de la escena. Christian sintió una punzada, quizás había dañado sus sentimientos, quizás él era el equivocado, todo se volvió confuso para el joven príncipe.

Al otro extremo del pueblo, la joven Clara se encontraba platicando con su vieja amiga sobre el mágico baile.

- Debiste estar allí, los hermosos ojos azules del príncipe solo me miraron a mí, sentí una conexión que jamás había experimentado - Decía Clara emocionada.

- Ay nena, me imagino que nadie brilló más que tú esa noche, definitivamente el príncipe te elegirá como su futura esposa - Señaló la vieja viuda.

- ¿Tú crees? Me da miedo que solo yo sintiera esa conexión, a lo mejor otra joven llamó su atención en cuanto me fuí - Dijo Clara con una voz temblorosa.

- Pequeña, tienes el corazón más noble y la belleza más radiante que alguien haya visto jamás, ninguna de esas elegantes y mimadas jóvenes podrían competir contra eso, estoy segura de que el príncipe lo notó - Afirmó la viuda con seguridad.

Clara sonrió ante este comentario y se despidió de su vieja amiga, pues debía hacer las compras para la semana. Mientras estaba eligiendo manzanas, escuchó un revuelo en la plaza central. 

Se acercó entre la gente y observó como caballeros del rey empezaron a emitir un decreto:

- En nombre del sabio y noble rey emitimos el siguiente decreto para la ansiosa población. Nos alegra informar que el príncipe encontró su alma gemela en el baile pasado...

En ese momento los ojos de Clara brillaron, quizás los guardias venían a buscarla para llevarla al palacio y convertirse en princesa, por fín todas su súplicas estaban siendo escuchadas, encontraría el amor verdadero del que tanto había escuchado hablar.

- La joven en cuestión es la noble señorita Smith, quien cautivó al príncipe con su excepcional belleza y virtud, agradecemos el entusiasmo de nuestro  fiel pueblo y pronto se realizará la presentación oficial de la próxima princesa heredera, gracias por su atención - En ese momento, terminaron su discurso y los guardias emprendieron su camino de regreso.

La gente estaba decepcionada, pero admitían que la familia Smith era de las más honorables del reino, sin duda merecían este reconocimiento. Las jóvenes envidiosas se acercaron a Clara, quien seguía demasiado impactada.

- Después de todo, un bello rostro no se compara contra la nobleza - Afirmaron con crueldad.

- Parece que el príncipe solo se divirtió con la plebeya más cotizada -.

- Ni que lo digas, acaparar al príncipe toda la noche no le funcionó, apuesto a que una de nosotras hubiera sido princesa si tan solo hubiéramos bailado toda la velada como ella -.

Todas empezaron a reír al unísono ante esta última afirmación. La lágrimas de Clara se deslizaron por su rostro, pago las pocas manzanas que había elegido y se fue lo más rápido que pudo. La habían humillado y jugado con sus sentimientos, empezó a pensar que su pobreza le impidió al príncipe pensar en ella como una futura compañera.

En ese momento observó la bella zapatilla que tenía, pues había perdido la otra. Abrazó el zapato con toda su fuerza y se propuso olvidar aquella noche, después de todo, nadie se muere por un corazón roto, pensaba.

Volviendo al palacio, el príncipe Harald estaba ansioso por ver de nuevo a su bella pareja de baile, sin imaginar que la verdadera estaba llorando desconsolada en una vieja y descuidada  casa al otro lado del reino. 

El príncipe se alistó y salió corriendo de su habitación, quería volver a sentir esa conexión y estaba ansioso por compartir su vida con ella. En cuanto las puertas se abrieron, se le acercó velozmente y le tomó las manos a Kirel.

- Es un gusto volvernos a encontrar, tu rostro sigue estando tan bello como el que recuerdo - Dijo con una sonrisa resplandeciente.

- El gusto es mío príncipe, aunque el cielo estaba obscuro aquella noche, quizás confunde mi belleza - Mencionó Kirel sin poder mirarlo a los ojos.

- ¿De qué hablas? No podría olvidar ese momento nunca, me sentí vivo cuando baile a tu lado, esto estaba destinado - Respondió Harald con gran determinación mientras dejaba ir las manos de Kirel.

- ¿Acaso un baile es suficiente para saberlo? Podría ser que al final se decepcione de mí. Mi belleza no es excepcional, mi carácter es difícil pues no me gusta callar lo que pienso y probablemente todos estos defectos harán que se deshaga de su interés - Afirmó Kirel con un hermoso brillo en sus ojos.

El príncipe Harald sonrió al ver la determinación de la joven.

- Parece que la señorita no entiende lo que busco, toda mi vida me han dicho que hago todo excepcional aunque no tenga talento, lo cual debo admitir que ha subido mi ego. Es por esto que siendo honestos, no quería comprometerme con usted, pero sus palabras solo me demuestran la sabiduría de una reina, quiero que sea mi compañera, pues su alma es hermosa por dentro y por fuera - Reitero el príncipe.

Ante esto, Kirel por fin miró a los ojos al príncipe, los cuales mostraban una genuina sinceridad. Estas palabras hicieron que su corazón se agitara, sentirse valorada por sus pensamientos y convicciones se sentía demasiado gratificante.

- ¿Qué le parece si damos un paseo? Los jardines son magníficos en esta época del año - Preguntó Harold.

- Supongo que sería un desperdicio no apreciar las flores en su mejor momento - Respondió Kirel con una sonrisa.

El príncipe ofreció nuevamente su mano a Kirel, quien la tomó sin titubear. Ese día caminaron, rieron y conversaron todo el tiempo, sus corazones se acercaron y aquel príncipe mimado parecía ser distinto, porque curiosamente sintió la misma emoción que cuando bailó con Clara, lo cual le confirmó que eran la misma persona, cuando no podría estar más equivocado.

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