Única parte ;)

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En el pasillo de la facultad, el murmullo de los estudiantes se mezclaba con el suave rasgar de hojas y el eco de pasos apresurados. Era un martes como cualquier otro, pero para Mónica, había algo en el aire que hacía que su corazón latiera con más fuerza. Estaba a punto de entrar a la sala de profesores cuando la vio: Paola, la nueva profesora de Literatura, que recién había llegado al colegio unas semanas atrás.


Paola estaba sentada en una de las mesas, con la cabeza inclinada sobre un libro, sus rizos oscuros cayendo como una cascada sobre su rostro. Mónica se detuvo por un instante, observándola. Había algo en Paola, en su manera de concentrarse tan profundamente en cada palabra, que la hacía destacar. Era una mujer de ojos intensos, con una sonrisa que aparecía rara vez, pero cuando lo hacía, iluminaba todo a su alrededor.


Al entrar, Paola levantó la vista y sonrió tímidamente al verla.


—Hola, Mónica —dijo, cerrando el libro con cuidado.


—Hola, Paola. ¿Preparándote para la clase? —respondió Mónica, acercándose a la mesa y sentándose frente a ella.


—Sí, solo revisando algunas notas. Pero admito que estoy un poco nerviosa. Es mi primera clase con el grupo avanzado —confesó Paola, un leve rubor asomando en sus mejillas.


Mónica sonrió, sintiendo una calidez que no esperaba. Había algo en la vulnerabilidad de Paola que la hacía querer estar cerca de ella, apoyarla.


—No te preocupes, lo harás genial. He oído que los estudiantes ya te adoran. Además, todos estamos aquí para ayudarte si lo necesitas.


Paola asintió, sus ojos brillando con gratitud.


—Gracias, Mónica. Eso significa mucho para mí.


Con el tiempo, esas breves conversaciones en la sala de profesores se convirtieron en momentos más largos, compartiendo risas, confidencias y una creciente complicidad. Mónica se dio cuenta de que había empezado a buscar excusas para pasar más tiempo con Paola. Y Paola, por su parte, también parecía cada vez más cómoda a su lado, compartiendo detalles de su vida que iban más allá de los libros y las clases.


Una tarde, después de una reunión particularmente agotadora, Mónica la invitó a tomar un café en la cafetería cercana. Se sentaron junto a la ventana, el sol de la tarde bañándolas con una luz cálida y dorada. Hablaron de todo, desde sus autores favoritos hasta sus sueños de juventud.


En un momento, hubo un silencio cómodo entre ellas, y Mónica se dio cuenta de que estaba mirando a Paola de una manera que nunca antes había mirado a otra persona. Su corazón se aceleró, y sin pensar demasiado, extendió su mano y la colocó suavemente sobre la de Paola.


Paola la miró, sorprendida, pero no retiró su mano. En cambio, entrelazó sus dedos con los de Mónica, una sonrisa suave dibujándose en sus labios.


—Mónica... —susurró Paola, sus ojos brillando con una mezcla de emociones.


—Paola, no sé cómo ha pasado, pero... me importas más de lo que imaginé. No puedo dejar de pensar en ti —confesó Mónica, sintiendo cómo el peso de sus sentimientos por fin encontraba salida.


Paola bajó la mirada, pero no soltó su mano.


—Yo también he estado pensando mucho en ti, Mónica. Me asusta un poco, pero... también quiero ver a dónde nos lleva esto.


Mónica sonrió, sintiendo cómo el alivio la inundaba. Se inclinó un poco más hacia ella, y en ese pequeño café, bajo la luz del sol que se desvanecía, se dieron su primer beso, suave y lleno de promesas.


FIN DE ESTA PEQUEÑA HISTORIA :)

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