1. Compañeras

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Lauren volvió a secar el sudor que caía por su frente, y siguió trotando.

La pantalla digital de la cinta mecánica indicaba que la menuda muchacha de 23 años llevaba corriendo por 3hs y 26 minutos.

Cuando el reloj marcó las 10, las luces del gigantesco gimnasio comenzaron a apagarse, una por una...

Hasta que al marcar las 11, la única luz que continuaba prendida era la que iluminaba a una joven pelinegra, que resoplaba del cansancio, pero a pesar de todo, seguía corriendo como si la vida se le fuera en ello.

-Cariño, ya son las 11 de la noche, no has comido nada hace 8 horas, y llevas corriendo 4. Terminaras lastimándote. Vamos, es hora de terminar- Dijo un chico de unos 25 años, apuesto y musculoso, le hablaba cariñosamente a la joven, mientras apretaba el pequeño botón rojo en el tablero de la cinta mecánica.

Esta redujo la velocidad gradualmente, hasta que la joven pelinegra quedó parada allí, respirando agitadamente, y mirando fijo a su compañero.

Lauren cerró los ojos con fuerza, y se bajó de la cinta con las piernas temblorosas.

Michael B. Jordan, el muchacho de piel oscura y sonrisa brillante, pasó un brazo por su cintura y la guió por el gigantesco edificio de vidrios blindados, hasta dar con una salida a un parque gigantesco, que comunicaba con dos torres altísimas.

Los dormitorios.

Cuando llegaron al departamento de la pelinegra, el joven le indicó que se bañara, y se largó con la promesa de volver con comida para ambos.

La muchacha soltó un largo suspiro mientras se sumergía en una bañera llena de agua caliente.

Sintió como sus músculos se relajaban, como todo el estrés de su última misión se evaporaba.

Luego de media hora, Lauren y Michael se encontraban cenando tacos en la barra de la cocina, mientras hablaban, y hablaban... Como hacían siempre.

Amaban hablar. Ya sea sobre cosas sin sentido, triviales, o sobre problemas y soluciones.

-No lo entiendes, Michael.Yo sé que fue mi culpa. Si tan solo me hubiera concentrado en Marcus y no en suayudante, me habría dado cuenta de lo que sucedía...- Lauren estaba abatida, y Michaello notaba. Se culpaba por la muerte de Genni, una niña de 16 años que elladebía rescatar, y en el intento, casi las matan a ambas.

-Lauren, Dios, porque eres tan terca. ¡Hubiera sido imposible rescatarla en esa situación! Ni tú, ni nadie lo hubieran logrado. Deja de culparte, cariño. Eres una agente increíble, inteligente, rápida, ágil, e... increíblemente sexi- termino Michael guiñando un ojo y logrando una risa de parte de Laur.

Ese era su apodo. Laur.

Ella lo odiaba, pensaba que era demasiado tierno y le quitaba toda su pinta de fría y cínica agente de la CIA.

Vamos, cuando te ganas la vida pateando traseros de chicos malos, y siendo "la maldita princesa de hielo" para todas las asociaciones criminales del planeta, que tus conocidos te llamen "Laur" es una blasfemia.

Pero por más que Lauren se quejara, las personas más allegadas a ella la seguirían llamando así.

-Eso me gusta. Hace mucho que no veo esa hermosa sonrisa - señalo Michael con suficiencia, mientras Lauren se sonrojaba.

-Eres un tonto- le dijo la pelinegra entre risas mientras fregaba los platos.

-Sí, lo soy- Michael no se inmuto-Creo que ya es hora de irme, nena. Cindy debe de estar buscándome como loca.

¿Como que compañeras? (Cg!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora