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Estaba realmente extrañado, nunca había puesto sus posibilidades que estarían comprometidas con un alfa, de hecho pensaba que quedaría soltero o se la pasaria a consentír sus sobrinos. 

Era una locura. 

Creia que ningun alfa lo llegaria a amar o al menos intentar cortejar. 

Pero aquí estaba, en una fiesta celebrando su compromiso y casándose al mismo tiempo, no solo era un alfa, si no tres. 

Tres alfas lo cortejaron, enamoraron y ahora anunciaban a todos que estaban a punto de casarse. 

Todo parecia irrealista, imposible no creer que no era una broma. Sin embargo, Rhaenyra, Laenor y Daemon le hicieron creer. Creer que alguien pudiera amarlo (en este caso tres), querer su extraña forma de ser, de vestir. 

Lo que no sabía, era que su "extrañesa", había enamorado  los jinetes de Dragones. 

Para Daemon todos los omegas eran iguales, huecos, fanfarrones, algo narcisista y superficiales. Con Harwin era distinto, aquel castaño era amable, fuerte, independiente, feroz y leal. Muy poco común entre los demas, un omega inusual.

Cuando llego a conocer al atractivo Strong, fue algo mágico. Lo había hecho caer de su caballo en una justa, según palabras del alfa platinado, se había distraido por el intenso aroma del omega; canela molida, jengibre, clavo de olor y naranja. Deliciosos aromantisantes difíciles de pasar en alto, por lo que en un descuido, ya estaba besando el suelo.

Intento mil maneras de llamar su atención, pero creia que el herdero de Harenhall tenia demasiado bajo su autoestima o podria ser que era muy inocente. Sea cual sea, se propuso a tener su atención y una vez que se propone algo, el jinete de Caraxes, nada, absolutante NADA se interpomdria en su camino, ni siquiera su hermano y mucho menos los otros sopencos alfas. Laenor y Rhaenyra, eran cachorrorros tontos en comparación suya.

Leanor era un Alpha muy codiciado, fue difícil encontrar un omega que no lo buscara por su gran riqueza, para el moreno, Harwin era un diente de león entre la hierva seca. El día que conocío al chico lindo de ojos brillantes y castaños, fue el mejor de todos. 

Fue en una tarde asoleada en Kings Landing, el estaba de visita en el gran castillo, para darle un pequeño obsequio al rey Viserys (junto a su familia) y en aquel atardecer, un omega llamo su atención, en la arena de entrenamiento. Sus cabellos rizados y castaños que estaba humedo por el sudor le hacia crecer un pequeño interés, no obstante, la blusa agrisada que se pegaba a su trabajado pecho y estomago, junto a una pequeña cintura, lo estaba volviendo un demente. Aquel omega se movia  con maestria y delicadeza (una peculiar combinación), sus brazos eran largos y anchos. Tan concentrado estaba que no noto como la espada de madera contraria a la del omega, chocaba con su cabeza, habriéndole un poco la frente. 

El omega rompio un cacho de su ropa, recargandola en su piel abierta, sinceramente queria que se quitara la blusa y la usara para su herida, admirando sus par de atrivutos desnudos, pero se conformo con solo tenerlos enfrente  vestidos. Desde ahí decidió ganar su corazón con poesía, comida y joyas (cosa que no quería el Strong). Nunca penso que tendría que luchar con su tio y prima. 

Con Rhaenyra, fue algo diferente, el caballero, conoció a la desdichada heredera, en un gran árbol viejo, lloraba la pobre, su amiga la había traicionado. 

Para la joven platinada, conocer a Harwin Strong fue su motivo de vida, cuando se entero del matrimonio de su padre y su "mejor" amiga, la habia roto en mil pedasos, fue desgarrador. Sin embargo, todo se compenso al sentir los cálidos brazos del omega castaño. Habia vuelto a la vida, teniendo un nuevo objetivo. Ganar el corazón de su encantador ángel. 

Un omega entre Dragones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora