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Hay un amor tan triste, profundo en tus ojos, una especie de pálida joya abierta y cerrada. Dentro de tu ojos colocare el cielo.

Harwin caminaba entre las tierras de Dragon Stone, estaba pasifico, al fin un poco de paz. Amaba sentir la brisa suave del mar y el viento, olía con adoracion lo salado, refrescaba su piel con la tenue luz del sol (que era cubierto por las nuves grises).

Desidio por quitarse las botas, introduciéndose en el frio mar, su piel se relajava por la sensacion del agua, no se que tenia el liquido, que lo hacia sentir mejor.

Acariciaba su vientre hinchado de siete meses, era considerablemente grande para ese mes. Se cento en una roca que habia en la arena, disfrutando como venia y se marchaba el mar.

Fue increible como habia cambiado su vida durante estos días de embarazo.

Los primeros fueron agonizantes, cada mañana despertaba con nauseas y mareos, evitando que pudiera parase de la cama. Por fortuna duro solo un mes.

Durante el tercer mes, se la pasaba durmiendo en todas partes: las escaleras, el comedor, la biblioteca, la arena de entrenamiento, la cocina, los pasillos... Incluzo en el baño. Por fortuna habia un sirviente que estaba a disposicion suya, parecia aquel muchacho su niñero, era mas pequeño, tendria de Veinte a ¿veintidos? años, no lo sabe con exactitud su figura parece de mas añod, era joven y con una gran fuerza que por fortuna poseía.

Del cuarto al quinto mes, se la pasaba leyendo tranquilo, sintiendo las siceantes patadas de su bebé y tratando de decifrar lo que se decian entre murmullos sus alphas. Decian algo asi: Pōnta emagon aumentó el tamaño de isse, ¿podría īlon?
Por mas que preguntaba que decian, solo recibia miradas discretas a su pecho y se sonreían entre ellos sonrojados. Aquel mes fue el más tranquilo.

En el quinto mes para adelante, fueron terribles los días, Daemon no lo dejava; siempre sostenia en su mano su espada de Valiryo, amenazando a todos. Laenor no se quedaba atras, lo seguia todas partes para saber que comia, si era nutritivo, si no llevaba muchos condimentos, queria vestirlo con las ropas mas caras y lujosas, no es que tuviera un problema, solamente no estaba acostumbrado.

Y Rhaenyra...

¡Oh, Rhaenyra!

Tenia antojos demasiado extraños, si algo le gustaba (por mas asqueroso que fuera) le daba de provar, creyendo que tendria mas vitaminas.

¡Era horrible!

No lo dejaban en paz, lo seguían a donde fuera, incluso cuando se bañaba o necesitaba hacer lo que cualquier humano necesita para alivianar su estomago lleno.

Cansado por todo aquello, en la mañana de ese día, puso un alto a los alphas que no termino bien.

Se gritaban y culpaban unos a otros, discutiendo por cualquier cosa.
Haciendo que cada quien tomara su camino.

Estaba asustado, nervioso y ansioso, durante años habia formado en él una inseguridad que crecia cada vez que un Alpha lo miraba de manera penetrante y acusadora, juzgando su forma de ser, de vestir, de cualquier cosa, incluzo respirar. Todo alpha lo miraba mal e incluso pensaba con asco y temor.
Intento de manera desechada, ignorar aquellas miradas, susurros como parloteos.
Pero por mas que intentaba, mas penetraba y dañaba su corazon.

Eran tan comunes, que ya era algo rutinario en su vida.

Por lo que, cuando en un día inesperado, tres alphas llegaron a su hogar confesando su gran amor como devosion por él. Cambiando todo lo que antes pensaba que era.

Un omega entre Dragones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora