Capítulo 1: Entre Sombras y Recuerdos

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El despertador sonó con insistencia en la mesita de noche, cortando el silencio de la habitación con su monótono zumbido. Abrí lentamente los ojos, enfrentándome a la oscuridad que envolvía mi mente como una manta pesada. Extendí la mano hacia el despertador, buscando detener el sonido irritante que me había sacado de mi sueño intranquilo.

El sueño había sido una amalgama de imágenes borrosas y fragmentos de conversaciones. Intenté aferrarme a los detalles, pero se desvanecían rápidamente, dejando solo una sensación de desconcierto a su paso. Me senté en la cama, pasando una mano por mi cabello desordenado mientras mi mirada vagaba por la habitación. Nada parecía familiar. Nada excepto la fotografía en el marco junto a mi cama.

La imagen mostraba una insignia de policía, la misma que sostenía ahora en mis manos. Era mi única conexión tangible con un pasado que no podía recordar. Me aferré a ella como si pudiera darme la claridad que tanto necesitaba.

El reloj en la pared marcaba las seis en punto. Era hora de empezar el día. Me levanté con la mente llena de incertidumbre, como si cada paso fuera un esfuerzo por encontrar firmeza en un suelo movedizo. Me vestí rápidamente con mi uniforme de policía, el tejido áspero y familiar contra mi piel. A pesar de todo, ser policía era lo único que parecía seguro en medio de mi confusión.

Bajé las escaleras de mi pequeño apartamento y salí a la calle, el aire fresco de la mañana envolviéndome como un abrazo frío. Cada paso me acercaba un poco más a la comisaría, el único lugar donde me sentía como en casa últimamente. Pero incluso allí, las caras de mis colegas parecían más borrosas de lo habitual, como si estuvieran detrás de un velo invisible que no podía levantar.

Al entrar en la comisaría, fui recibida con una mezcla de saludos y miradas curiosas. Era consciente de las conversaciones susurradas a mi paso, los gestos de simpatía que me dejaban con un sabor amargo en la boca. Sabían sobre mi amnesia, sobre mi lucha por recuperar lo que había perdido. Pero nadie podía entender realmente lo que significaba estar en mi piel, tratando de reconstruir un pasado que se desmoronaba como arena entre los dedos.

El Sargento Ramírez me llamó a su despacho poco después de llegar. Crucé la sala abarrotada con pasos que parecían más pesados de lo habitual, como si cada uno dejara una huella indeleble en el suelo. Entré en el despacho y me encontré con la mirada penetrante del sargento, su expresión una mezcla de preocupación y determinación.

"Alejandra," comenzó él, su voz profunda resonando en el pequeño espacio, "sé que has estado luchando. Pero necesitamos saber si estás lista para volver al servicio activo."

Asentí lentamente, mi mente girando con mil pensamientos y ninguna respuesta clara. "Quiero volver," murmuré finalmente, más para mí misma que para el sargento. "Es lo único que recuerdo con certeza. Ser policía."

El sargento me estudió por un momento, como si estuviera evaluando cada palabra, cada gesto. "Entonces te daremos esa oportunidad," dijo finalmente, su tono firme pero compasivo. "Pero entiende que necesitaremos evaluar tu rendimiento de cerca. No podemos arriesgarnos en el campo."

Asentí de nuevo, sintiendo el peso de las expectativas sobre mis hombros. Sabía que tenía mucho que demostrar, no solo a mis superiores, sino también a mí misma. Cada caso sería una prueba de mi capacidad para superar los límites de mi mente fragmentada, de encontrar respuestas en un laberinto de recuerdos perdidos.

Al salir del despacho del sargento, me sentí momentáneamente abrumada por la responsabilidad que había aceptado. Pero en el fondo de mi corazón, sabía que era el primer paso hacia la recuperación de algo más que mi carrera. Era el primer paso hacia la recuperación de mí misma.

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⏰ Última actualización: Aug 11 ⏰

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