ecos del pasado?

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El día había comenzado a ceder, y la luz dorada del atardecer bañaba las calles mientras Alastor regresaba a su apartamento, aún con la sonrisa en los labios. No podía sacarse de la cabeza a Lucifer, su rostro pálido y ojos cansados, pero llenos de una calidez inusual. Las flores que sostenía en su mano eran un recordatorio constante del encuentro, y aunque normalmente el Alfa prefería la soledad, había algo en esa interacción que lo había dejado con ganas de más.

Alastor entró a su hogar y, como de costumbre, se dirigió directamente a su estudio, un espacio donde el caos creativo dominaba. Paredes cubiertas de notas, partituras y grabaciones, un lugar donde el tiempo parecía detenerse, permitiéndole perderse en su mundo de sonido y silencio. Colocó las flores en un jarrón junto a la ventana, donde la luz del sol tardío las hacía brillar con un resplandor rosado.

Se sentó en su escritorio, encendió la lámpara y sacó la pequeña etiqueta que había guardado en su bolsillo. La observó detenidamente, leyendo las palabras una y otra vez, como si tratara de descifrar un enigma oculto. Finalmente, tomó su teléfono y, tras unos momentos de duda, marcó el número.

—Hola, soy Alastor Wright —dijo con su voz profesional, aunque su tono era más suave de lo habitual—

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—Hola, soy Alastor Wright —dijo con su voz profesional, aunque su tono era más suave de lo habitual—. Quería agradecerte de nuevo por las flores.

Del otro lado de la línea, la voz de Lucifer sonó cálida, casi como si hubiera estado esperando esa llamada.

—Oh, Alastor, es un placer escuchar tu voz. Me alegra que las flores te hayan gustado. ¿Cómo estás?

La conversación fluyó de manera natural, como si fueran viejos amigos. Hablaron de todo y de nada, de la música que Alastor componía, de la hija de Lucifer, Charlie, y de cómo la paternidad había cambiado su vida. Alastor, quien rara vez compartía detalles personales, se encontró abriéndose, contando anécdotas de su infancia, de su madre, y de cómo su pasión por la radio había surgido.

—Debo admitir que no esperaba encontrar a alguien tan apasionado por las flores como tú, Lucifer —comentó Alastor con una risa suave—. Es refrescante.

—Bueno, todos necesitamos algo hermoso en nuestras vidas, algo que nos recuerde que hay más allá de las dificultades —respondió Lucifer, y por un momento, su voz se volvió melancólica—. Para mí, las flores son ese recordatorio.

La conversación continuó hasta bien entrada la noche, y para cuando colgaron, Alastor se dio cuenta de que no había sentido la soledad que usualmente lo acompañaba en sus noches. Había algo en Lucifer que lo hacía sentir... acompañado.

Al día siguiente, mientras se dirigía a su estudio de grabación, Alastor no pudo evitar pensar en el encuentro que había tenido. Se sentía revitalizado, y cuando llegó al estudio, Edward Vox lo notó de inmediato.

—Vaya, pareces haber tenido una noche interesante, Alastor —comentó Edward con una sonrisa mientras revisaba unos documentos.

—Supongo que podría decirse eso —respondió Alastor, tratando de sonar despreocupado, pero no pudo evitar sonreír.

—¿Así que quién es la afortunada? —bromeó Edward, esperando una reacción.

Alastor se detuvo por un momento, sorprendido por la pregunta. No era algo que esperara, y menos viniendo de Edward. ¿Había sido tan obvio? Sacudió la cabeza, decidiendo que no era el momento de entrar en detalles.

—Nadie en particular, solo fue una buena noche —contestó, eludiendo la pregunta.

Edward arqueó una ceja, claramente interesado en saber más, pero no insistió. Sabía que Alastor era reservado, y si había algo más que contar, eventualmente lo haría.

El día transcurrió con normalidad, aunque Alastor no dejaba de pensar en Lucifer. Hacia el final de la jornada, cuando Edward se fue para su cita, Alastor decidió que no podía esperar más. Tomó su abrigo y salió del estudio, esta vez no hacia el cementerio, sino directamente hacia la florería.

Al entrar, el pequeño timbre de la puerta anunció su llegada, y fue recibido por Rosie, quien lo miró con una sonrisa astuta.

—Alastor, querido, no esperaba verte tan pronto. ¿Necesitas más flores?

—No exactamente, Rosie. ¿Lucifer está aquí? —preguntó, intentando sonar casual.

Rosie levantó una ceja, claramente divertida.

—Oh, así que es por eso que estás aquí. Bueno, déjame ver si está disponible.

Se retiró por un momento, y Alastor sintió un leve nerviosismo que no podía explicar. Pero antes de que pudiera analizarlo, Lucifer apareció, con su habitual expresión de cansancio mezclada con una leve sonrisa.

—Alastor, qué sorpresa. ¿Qué te trae por aquí?

—Quería agradecerte en persona, y... bueno, pensé que podríamos salir a caminar, si no estás ocupado —dijo Alastor, sintiéndose un poco torpe.

Lucifer pareció sorprendido, pero su sonrisa se amplió.

—Claro, me encantaría. Déjame solo recoger mi abrigo.

Ambos salieron juntos, y mientras caminaban por las calles iluminadas por las farolas, la conversación fluyó como la noche anterior

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Ambos salieron juntos, y mientras caminaban por las calles iluminadas por las farolas, la conversación fluyó como la noche anterior. Hablaron de sus vidas, de sus esperanzas y temores, y Alastor comenzó a sentir algo que no había experimentado en mucho tiempo: una conexión genuina con otra persona.

Finalmente, llegaron a un pequeño parque, donde se sentaron en un banco, observando las estrellas. Alastor rompió el silencio.

—No suelo hacer esto... salir así, quiero decir. Pero hay algo en ti, Lucifer. Algo que me hace sentir... diferente.

Lucifer lo miró, sus ojos reflejando la luz de las estrellas.

—Tampoco suelo hacer esto, Alastor. Pero me alegra que lo hayamos hecho. Siento que, de alguna manera, nos necesitábamos.

El silencio que siguió no fue incómodo, sino lleno de una paz que ambos encontraron reconfortante. Era el comienzo de algo nuevo, algo que ninguno de los dos esperaba, pero que ambos estaban dispuestos a explorar.

Y así, bajo las estrellas de una noche de febrero, dos almas que habían vivido en la soledad durante mucho tiempo encontraron un rayo de esperanza, una promesa de que, tal vez, el amor podía surgir en los lugares más inesperados, después de la gran salida Alastor dejo a lucifer en su hogar , saludo a Charlie y se fue a su casa sin saber en qué pensar, estaba enamorado?,o solo quería probar su carne?, supongo que tendrá que saberlo con él tiempo

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⏰ Última actualización: Aug 11 ⏰

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el vendedor de flores//radioapple//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora