¿Cuántas veces nos hemos encontrado en el mismo lugar? En el vasto universo, nos descubrimos una y otra vez, pues no puedo ser sin ti. A menudo me pregunto si tú puedes existir sin mí.
Me has formado y reformado innumerables veces, modelándome a tu antojo. Cada una de mis cartas ha sido un eco tuyo, y mi existencia parece desvanecerse entre el limbo de lo que piensas y lo que ignoras.
Deseo entender si, por un instante, podría ser sin tu presencia. Estoy agotado, hastiado, de escribirte día tras día, creando versos que carecen de belleza. Otro poema sin poesía ni métrica, vulgar, sin rima, sin elegancia; un poema que no es poema, pero que desearía serlo. Al igual que yo, que no soy poema ni cuento, ni fábula, ni leyenda, ni mito, ni siquiera historia.
Soy un soñador sin imaginación, un creador sin contacto, un anhelador sin entrega. Mi interior es una página en blanco para divagar, mientras que mi exterior contiene más de lo que alguna vez esperé.
Es triste ser un niño eterno, ni tan eterno ni realmente niño, cuya existencia nunca alcanzará grandeza, ni siquiera la sombra de esta. Todo aquello que deseo se disuelve en una búsqueda infructuosa, porque para mi solo hay todo aquello que no es y nunca será, porque buscaré y nunca encontraré, porque no hay y para Bill nunca habrá.
Los mortales corren tras la longevidad, aunque ni con cientos de años alcanzarían verdadera satisfacción. ¿Alguna vez estuviste satisfecho? Tu realidad nunca estuvo atada; eres un alma libre, siempre lo fuiste. Tu presencia se percibe en el murmullo del bosque, porque tu mera consciencia valida tu paso por la tierra.
¿Por qué debería un ser eterno preocuparse por la mortalidad? Yo nunca seré recordado, porque nunca acabaré. No conoceré el final de mi cuerpo, pero sí el tuyo, y tal vez mi infinitud también se extinga contigo.
He escrito un millón de cartas sin recibir respuesta. Para ti será una vida; para mí, un instante, siempre tan cerca, pero intocables, aunque inextricablemente dependientes.
¿Alguna vez fuiste dependiente de mí? ¿Podría sentir tu vida anclada a la mía, aunque solo sea por un momento? Olvidando la incertidumbre de verte deslizándose entre mis dedos, como arena, agua o viento. Ni con un millón de trucos ni con un millón de cartas logré sentir, ni siquiera por un segundo, que me perteneciste. Eres tú quien me permite respirar, no al revés.
Me desvanezco cada vez que tu mirada se aleja de mí. El enigma de la eternidad es una ilusión ligada a la percepción. Es tu percepción, tu realidad.
El día en que mi existencia se apague, espero vivir en tu memoria, en tus recuerdos, en tus sueños. Vivir siempre en estas líneas, cada vez que las leas, y las releas, porque sé que lo harás.Solo me quedan fríos recuerdos, fríos sentimientos, fríos dedos en pleno invierno.
El frío es la única sensación que nunca podré olvidar, un eco persistente, una presencia constante que acompaña cada rincón de mi ser. Siempre movido por la necesidad de encontrarme a mí mismo en lugares donde nunca estaré, buscando respuestas en el infinito, ansioso por todo lo que aún no puedo alcanzar.Quizá lo que experimenté, más allá de un entendimiento mutuo, fue la envidia de tu mortalidad, esa chispa fugaz que te permite sentir y vivir intensamente. Pero tal vez, en estas palabras escritas, en estos párrafos perdidos en el enorme universo, encuentre la satisfacción de una eternidad anhelada. Robando una pizca de ti, una pizca de tu consciencia, un fragmento de tu tiempo, me esfuerzo por mantenerme aferrado a tu efímero pasar, para nunca abandonar la tierra.
Si pudiera ser algo más que Bill Cipher, si pudiera ser Dios y Dios pudiera ser yo, seguiría compartiendo un vínculo eterno contigo, inquebrantable en el interminable tiempo, inexorable, disfrutaría de tu miseria tanto como de la mía.
Espero que tu condena sea no olvidar jamás mis palabras, Stanford, el recuerdo de lo que fuimos y lo que pudimos ser. Hasta que nos volvamos a encontrar, en otra vida, en otro lugar, en otro tiempo, o en otro cuerpo.
De alguna forma u otra, siempre tuyo,
Bill Cipher.
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Un millón de cartas - BillFord
Short Story"Te he escrito un millón de cartas, una para cada día, con la esperanza de que, cuando yo ya no esté, mi esencia permanezca viva en el papel. Que reviva por un instante cada vez que lo decidas, como siempre ha sido desde que entraste en mi vida. Par...