Los estragos causados por la invasión de Kirigakure aún eran visibles en la aldea de Konoha, aunque la determinación de sus habitantes por reconstruir lo perdido se manifestaba en cada esquina. El sonido de martillos golpeando madera y las voces coordinadas de los ninjas y aldeanos resonaban por todo el lugar, como un eco de vida que se resistía a ser silenciado. Madara observaba desde lo alto de un edificio medio restaurado, con los brazos cruzados y una mirada fría, pero concentrada. Aunque el progreso era evidente, no podía evitar cuestionarse cuánto tiempo durarían esas reparaciones antes de que otra amenaza se cerniera sobre ellos.
El aire estaba impregnado de polvo y el olor acre de la madera quemada aún persistía. A pesar de ello, el bullicio en las calles no se detenía. Los aldeanos trabajaban incansablemente, como hormigas reconstruyendo su hormiguero tras una tormenta. No muy lejos, Hashirama, con su característico optimismo, supervisaba las labores junto a un grupo de líderes del clan Senju.
Hashirama levantó la vista y vio al azabache, una figura imponente, pero solitaria, en la distancia. Se acercó a él, su presencia irradiando una calidez que contrastaba con la frialdad que emanaba de Madara.
-Madara -lo llamó mientras subía hasta donde él estaba-. La aldea no sería lo mismo sin tu ayuda.
El Uchiha solo emitió un leve gruñido, sin desviar la vista de las reparaciones que se llevaban a cabo.
-Sabes que estas palabras no me afectan, Hashirama.
Hashirama suspiró, reconociendo la barrera que siempre parecía interponerse entre ambos, pero continuó con su propósito.
-He estado pensando... -comenzó, manteniendo un tono serio-. Nuestra aldea necesita más que un líder visible. Necesita alguien que actúe desde las sombras, alguien que proteja lo que estamos construyendo de aquellos que no ven lo que nosotros vemos. Quiero que seas ese alguien, Madara. Una especie de Kage oculto, si lo prefieres.
El pelinegro finalmente lo miró, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de sorpresa y escepticismo.
-¿Un Kage oculto? -repitió con una risa irónica-. ¿Quieres que sea el guardián de esta aldea mientras tú juegas al héroe, Hashirama?
Hashirama no se dejó intimidar por el tono de Madara. Mantuvo su mirada firme y sincera.
-Sabes que no es un juego. Nadie más podría asumir ese papel mejor que tú. Has visto la oscuridad y sabes cómo moverte en ella. Konoha necesita esa fuerza, aunque pocos lo comprendan.
Madara permaneció en silencio durante un largo momento. La oferta de Hashirama era una extensión de confianza, pero también un reconocimiento de la oscuridad que siempre lo había rodeado. Una parte de él sabía que su lugar no estaba bajo la luz del sol, sino en las sombras, protegiendo lo que aún le importaba, aunque fuera desde lejos.
-Lo haré -dijo al fin, su voz baja pero decidida-. La oscuridad siempre ha sido mi sitio, y si eso sirve para proteger lo que hemos construido, lo aceptaré. Pero no esperes que siga tus ideales ciegamente.
Hashirama asintió, comprendiendo las reservas de su amigo y rival.
-No espero que lo hagas, Madara. Solo confío en que harás lo correcto para proteger a la aldea.
El moreno lo observó en silencio por unos instantes antes de girarse para volver a observar la aldea. La conversación quedó suspendida en el aire, pero un entendimiento tácito había sido alcanzado.
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La aldea había cambiado mucho en los últimos cinco años. Konoha, que había estado en ruinas, ahora se erigía como una de las más poderosas y estables. Las calles, antes marcadas por el caos de la batalla, ahora estaban llenas de vida y comercio. La reconstrucción no solo había restaurado los edificios, sino también el espíritu de la aldea.
Madara recorría la aldea, observando en silencio cómo los preparativos para la boda de Hashirama con Mito Uzumaki estaban en pleno apogeo. Los clanes y los aldeanos se movilizaban para hacer de ese evento algo memorable. Sin embargo, su mente estaba en otro lugar.
No podía evitar que sus pensamientos volvieran a Aisuru. Desde su traslado a un lugar seguro tras la invasión, no había vuelto a verla. Habían pasado años, y sin embargo, la ausencia de la joven Uzumaki lo inquietaba. Una parte de él, enterrada profundamente bajo capas de racionalidad y frialdad, la extrañaba. Pero en cuanto ese sentimiento afloraba, lo ahogaba con firmeza, negándose a aceptar que una persona pudiera significar tanto para él.
-Es mejor así -se dijo a sí mismo en voz baja -. Involucrarse demasiado siempre trae debilidad.
Mientras recorría la aldea, sus pasos lo llevaron hasta la villa Uchiha. Allí, pudo observar el crecimiento de su clan. La villa había prosperado bajo su mando, y el poder de los Uchiha era innegable. Era un reflejo de la fuerza que él mismo había cultivado, una fuerza que mantenía el equilibrio en la aldea, aunque desde las sombras.
La villa Uchiha, con sus estructuras imponentes y el emblema del abanico rojo ondeando orgullosamente, representaba todo por lo que había luchado.
Madara observó el horizonte, su mirada firme y resuelta, pero con una chispa de algo indefinible brillando en sus ojos. Sabía que tenía un rol que cumplir, un papel que podría determinar el futuro de Konoha. Pero en el silencio de la villa Uchiha, una pregunta seguía resonando en su mente: ¿Dónde estaba Aisuru, y por qué no podía simplemente olvidar su existencia?
El viento sopló suavemente, trayendo consigo el aroma de los cerezos en flor. Mientras el día avanzaba y los preparativos para la boda continuaban, Madara se sumió en un silencio contemplativo. El mundo había cambiado, y él con él, pero algunas cosas, como las sombras que lo acompañaban, permanecían inmutables.
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𝗥𝗼𝗷𝗼 𝗘𝘀𝗰𝗮𝗿𝗹𝗮𝘁𝗮 〞 完了。 ( 𝙈𝙖𝙙𝙖𝙧𝙖 ; 𝙏𝙤𝙗𝙞𝙧𝙖𝙢𝙖. )
Fanfic❝ Aisuru ama a Madara, eso es innegable. Pero Tobirama despierta en ella sentimientos tan intensos que la hacen cuestionar todo. Madara es el fuego que la consume, mientras que Tobirama es la serenidad que le da paz. La batalla interna se intensif...