springtime | kittyz

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Por primera vez, todas las miradas estaban en Haerin tan pronto como cruzó las puertas que conducían al edificio principal. Era aterrador, por decir lo menos. La única vez que había recibido tanta atención fue cuando caminaba por los pasillos con Hanni o el primer día en que decidió teñirse el cabello de rojo. De lo contrario, Haerin era solo una jugadora de fútbol de último año que apenas se las arreglaba para pasar la escuela.

Metió las manos en los bolsillos de su sudadera gris con cremallera, acelerando el paso mientras pasaba junto a grupos de estudiantes que murmuraban entre ellos, echándole miradas de reojo.

Con mucho tiempo libre antes de clase, Haerin decidió dirigirse a la tienda de bocadillos de la escuela para comprar algo de comida, ya que se había saltado el desayuno. Se dirigió a la nevera, alcanzó una lata de Americano helado y luego tomó un pan de queso simple en su lindo empaque amarillo. Después, se puso en la fila detrás de la pequeña cola de estudiantes, cambiando su peso entre sus pies distraídamente, tarareando suavemente la canción que sonaba a través de sus auriculares.

Cuando llegó su turno, dio un paso adelante y colocó sus artículos en el mostrador, donde la mujer mayor, de unos sesenta años, escaneó los productos y los colocó en una pequeña bolsa de plástico. "Son $5," declaró con una mueca en su rostro, golpeando su uña crujiente contra la superficie con impaciencia.

Haerin buscó en los bolsillos de su falda para encontrar su billetera, maldiciendo en voz baja cuando se dio cuenta de que probablemente la había dejado en algún lugar en las profundidades de su desordenada bolsa. Para entonces, la mujer, que naturalmente es gruñona, se volvió aún más molesta al suspirar ruidosamente.

De manera apresurada, se bajó la mochila de un hombro, llevándola al frente para abrirla. Mientras se ocupaba buscando entre papeles y libros su billetera perdida, sintió una mano firme descansando sobre su hombro, lo que la sobresaltó.

"Ajumma, $5, ¿verdad?" una voz cálida habló a su lado.

Haerin la reconoció de inmediato, una ola de alivio la invadió mientras cerraba la bolsa y se la volvía a poner en los hombros. Observó cómo la rubia abría su billetera, sacando un billete y entregándoselo a la mujer, quien parecía un poco menos disgustada ahora que tenía su dinero.

"Danielle, ¿cuándo apareciste?" Haerin preguntó con una risa incrédula.

Danielle agarró la bolsa del mostrador con una mano rápidamente, agradeciendo a la mujer mientras las dos se alejaban para dar paso a los otros estudiantes que esperaban en la fila.

"Como por arte de magia," bromeó su amiga, dándole un codazo antes de extenderle la bolsa.

"Pfft, gracias por eso, por cierto. Te juro que nunca vengo a la tienda de bocadillos por culpa de esa vieja, siempre está tan enojada todo el tiempo," se quejó Haerin mientras miraba de nuevo a la mujer y luego a Danielle, quien solo pudo reírse y encogerse de hombros.

"Vamos, no seas tan dura con ella. Solo está tratando de ganarse la vida y todos tienen días malos," dijo Danielle, con palabras que parecían de una ciudadana modelo.

Haerin diferiría, pero decidió ceder, suspirando suavemente, 

"Sí, sí, tienes razón". 

Salieron al patio de la escuela, donde había muchos bancos para sentarse, rodeados de abundante vegetación, así como un gran árbol con un parche de césped natural donde algunos estudiantes se tumbaban bajo su sombra. La pareja optó por un banco, sin interés en ensuciar sus uniformes antes de que comenzaran las clases.

Haerin dejó la bolsa de comida entre ellas, dejando caer su mochila al suelo con un golpe, en contraste con Danielle, que optó por abrazarla contra su pecho.