Mi Amigo Jimin

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Llevaban tres meses de relativa calma y todo el equipo de basquetball se congratulaba por ello, aunque no comprendían que pasaba entre ellos porque de rivales pasaron a ser los mejores compañeros.

Jimin y Yoongi o Suga como tambien era conocido ya no amenizaban los entrenamientos con sus palabras hirientes ni con sus peleas. Entre ellos intercalaban miradas y sonrisas cómplices. ¿Qué fue lo que produjo el milagro? La calidad de su juego mejoro y nadie se molesto en investigar las razones del mismo.

Solo ellos lo sabían y no iban a contarlo, no porque se avergonzaran de ser lo que eran, más bien porque deseaban guardarlo para si mismos antes de soltar la bomba, porque realmente la noticia era explosiva. Jimin y Suga eran pareja. Llevaban conviviendo juntos, ya fuera en casa de uno u otro el mismo tiempo que el equipo disfrutaba de tranquilidad.

¿Cómo lo supe? No fue porque mi amigo me lo contará, yo tampoco iba a apremiarle a que lo hiciera. Le daría tiempo a juntar valor, porque debía resultarle muy duro decirme.

-J-Hope, soy homosexual.

Así es, soy el mejor amigo de Jimin, nuestra amistad proviene desde que éramos niños y con el paso del tiempo aprendí a conocerle.

Jimin tenía dos caras, la que mostraba siempre, el muchacho alegre, alborotador y agresivo cuando la ocasión lo requería y otra que solo yo conocía, solitario, sensible, angustiado por su soledad, de ahí que se "enamorara" tantas veces, se que mi amistad no le era suficiente y que a veces, bueno, tantas como rechazos sufrió, sus amigos en lugar de apoyarle, festejábamos ruidosamente sus fracasos amorosos, como si aquello fuera un triunfo, el dolor que veía en la mirada de Jimin me hacía recapacitar, más el daño ya estaba hecho.

Para hacerme perdonar le acompañaba a su casa, y sin decirle nada, entretanto él preparaba algo para tomar, me ocupaba de ordenarle un poco el caótico desorden que reinaba en su apartamento, Jimin no se distinguía por el orden. Recogía sus revistas deportivas, apilaba sus libros en su mesa de estudio, levantaba del suelo de su dormitorio la ropa sucia metiéndola en una bolsa para llevármela a casa, mi madre se ocupaba de lavársela.

Cuando él se presentaba con el té tenía todo medianamente en orden. Él me miraba agradecido y con una de sus sonrisas sinceras me abrazaba, aquellos abrazos me hacían sentirme bien, sabía que era su forma de decirme que me perdonaba por mi anterior torpeza.

Ahora, aunque sigue siendo el mismo, no nos vemos fuera de clase tan a menudo, pues Suga acapara todo su tiempo libre, aunque tengo que reconocerle un merito. Jimin ya no es tan desordenado, no se como lo ha conseguido. La última vez que estuve en su piso no lo reconocí, le pregunte como consiguió cambiar sus malos hábitos, se rió nerviosamente sonrojándose, me fui sin una respuesta coherente.

Jimin farfullo algo así como:

-¡Yo... mmmrrrskse... yo... mmmmrrrskkse....bue...buen... no... sssolooo... -se interrumpió y cuando quise darme cuenta me había empujado fuera de su piso dejándome en la calle.

Me lleve la mano a la cabeza desconcertado, ¿Qué le pasaba a Jimin? Estaba raro. No le había entendido nada. En aquel momento no sabía lo cerca que estaba de conocer el único secreto que Jimin guardaba para si.

Recuerdo cuando lo descubrí. Una tarde me presente de improviso en su apartamento tal como era mi costumbre y la del resto de los muchachos, al vivir solo solíamos presentarnos a deshoras para verle. Aquella tarde le note nervioso y echando miradas furtivas hacia la puerta cerrada de su dormitorio como si temiera algo. Llegue a pensar si no tenía una chica en su dormitorio y yo estaba entrometiéndome en su relación, más enseguida recapacite y comprendí que no era eso, Jimin era excesivamente inocente como para llevar a una chica a su casa, ni siquiera lo hizo con ninguna de las chicas con las que se creyó enamorado. Cualquier cosa que estuviera haciendo, no iba a guardarla para si durante mucho tiempo, siempre acababa contándome sus cosas.

Iba a despedirme cuando me llamo la atención una banda elástica que conocía muy bien, que había visto muchas veces en el brazo de Suga, el rival de Jimin, ¿Qué hacia allí? ¿Cómo había llegado al apartamento de mi amigo? Me apresuré a despedirme para poder desvelar el misterio, ví alivio en sus ojos. Definitivamente ocultaba algo o a alguien. ¿Qué o quien? Me aleje más no tanto como para perder de vista la puerta del apartamento de mi amigo, deseaba saber que ocultaba.

Un par de horas más tarde, empezaba a impacientarme, cuando mi espera dio sus frutos porque ví abrirse la puerta y tras mi amigo apareció Suga, mi sorpresa fue tanta que si me hubieran golpeado no hubiera sentido dolor. Desde donde estaba no escuchaba las palabras, más no cabía duda que eran amistosas, sus gestos me hicieron comprender que efectivamente no existía enemistad ellos. ¿Cuándo se reconciliaron? No pude preguntarme más, mi mente se bloqueó y quede en shock, Jimin y Suga se estaban besando. Quede conmocionado.

Mi estupor duró apenas unos minutos, ví la sonrisa en su rostro teniendo la certeza que Jimin era feliz, pero... ¿con Suga? me pregunté a si mismo. ¿Ese muchacho retraído, ese témpano de hielo sin emociones o sentimientos? Y entonces mis prejuicios se tambalearon, al ver como Suga acariciaba después el rostro de Jimin, había ternura en su acción, comprendí que por fin mi amigo había encontrado a esa persona especial que buscaba, la que le amará y con la que podía compartir su vida, les costaba separarse olvidándose que estaban en la calle a la vista de cualquiera que pasara frente a ellos, no parecía importarles porque nuevamente unieron sus labios.

El beso se prolongaba, a pesar de la distancia lo imaginaba apasionado y profundo, sus manos errabundas por sus cuerpos, los minutos pasaban y viéndoles tuve el humor de pensar que si seguían así iban a necesitar una bombona de oxigeno, cuando se separaron debían tener bajo mínimos sus reservas de aire, porque ambos respiraban con jadeos espasmódicos.

Sus miradas lo decían todo. Estaban destinados a encontrarse, recordé sus continuas peleas en la duela y fuera de ella, las palabras ofensivas que se dirigían y supe que era una forma de llamar la atención del otro, de hacerse notar, ellos siempre se amaron aunque tardaron en descubrirlo.

Con cuidado para no hacerme notar me marché, dejándoles allí disfrutando de esos momentos juntos.

Una Romántica DeclaracionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora