El Principio Del Fin

9 1 0
                                    

La reina Clarisse, observaba en silencio aquella gran cascada que caia por su ventana, está era tan cristalina que la reconfortaba y le causaba de alguna manera calma. 

Su esposo, el rey. Habia viajado unos dias atras y ella se sentia extrañamemte triste. Era muy comun que el rey viajara mucho; al principio como toda mujer enamorada se preocupaba y se ponia triste pero con el tiempo termino por acostumbrarse a sus largos y continuos viajes y ahora sientos de años despues volvia a sentirse triste por su partida. 

En un principio penso que era algo normal. El rey habia viajado a otro mundo y tenia años de no hacerlo, asi que penso que su tristeza se debia a eso. Días después se dio cuenta que definitivamente no se debía a eso.

— ¡Mi reina!, ¿estas segura de esto? Musito el rey con nerviosismo —

— Si, y estaré bien así que no te preocupes y cuida de todos en mi ausencia. — tomo un libro de aquella mesa que se encontraba justo al lado de su cama y salió del cuarto.

El rey había vuelto dos días antes y lamentablemente su viaje había sido en vano. 

— No entiendo cómo aún después de tanto se atreven a tratarte así. — Menciono triste y molesta ante tal atrevimiento por parte de sus cuidadanos del reino solar. 

— Tranquila cariño, no es culpa de ellos. — Menciono mientras acariciaba su rostro con dulzura

— No, claramente la culpa es de su tonto rey. - se aparto de el mostrando su enojo

— Vamos cariño, eso solo demuestra lo mucho que te apoyan a ti.— la tomo de la mano e intento detenerla por tercera vez, pero cuando la reina se enojaba no había nada que la detuviera.

— Y lo agradezco enormemente, pero no me gusta que te traten así, eres mi esposo, el rey de azbell y no mereces ese trato. 

El rey sonrió ante sus palabras y la tomo entre sus brazos. La reina se negó al principio pero los brazos protectores y los sueves labios de su rey la tenían tan echizada que en segundos se olvidó de todo su enojo. 

Millones de años atrás azbell había sido gobernado por el rey viltran, lamentablemente la reina lorina jamás fue capaz de dar a luz aún varón. El rey la amo tanto que por años se negó a conseguir una concubina pero después de su séptimo intento la reina lo convenció para que esté lo hiciera, el rey tontamente termino por aceptar pero no importo cuántas veces lo intentara todo hijo nacido varón moría al nacer. 

Tras la muerte del rey viltran, su primera hija fue nombrada reina está era igual de poderosa que su difunto padre pero aún así todo el reino de azbell esperaba con ansias a un heredero, lamentablemente sin importar que, ella tampoco fue capaz de dar a luz a un varón, a lo largo de los años toda reina gobernante lo intento pero cada hijo nacido varón moría al nacer, y desde el reinado de la reina Mirtha todo descendiente era mujer así que desde entonces azbell había sido gobernado por mujeres y en cambio de otros mundos los hijos varones de elfos puros eran elegidos para convertirse en reyes, pero no importaba cuan puros fueran estos siempre eran opacados por la fuerza de las reinas y eran tratados como simples accesorios. 

Pero esto cambio cuando la reina clarissa vio por primera vez al rey su esposo, quedo tan enamorada que en ningún momento dudo en declarar ante todos que el tenía los mismos derechos que ella para gobernar azbell y el rey através de los años había demostrado ser más que capaz pero aun ahora había personas que se negaban a aceptarlo afirmando que su lealtad era solamente hacia la reina. 

Así que el a ver tomado la decisión de ir a solar sola había sido difícil, sin embargo, el asunto era de urgencia mayor así que aún apesar de su molestia no le había quedado más que viajar. 

La despedida habia sido magnífica, pero el viaje había sido tan largo y pesado que cuando llegó a solar lo primero que hizo fue dormir. 

Al día siguiente la reina lo primero que hizo fue presentarse ante el rey de solar.

— Clarissa, es un enorme placer tenerte aquí —

— Rey millar, el gusto es mio — sonrió al acercarse a este.

— Y dime, a que se debe tu visita —

— Vamos millar, bien lo sabes. —

— Lo sé, lo sé, pero es agradable escuchar tu bella voz — 

— Si, bueno yo no puedo decir lo mismo — comento con un rostro serio. 

— Azbell es sin duda afortunado por tener a una reina como tú,  — entono serio

— Oi las noticias y lo lamento tanto. — 

— Si, yo igual — 

— Vamos, sentemosnos un rato. 

La reina lo siguió por el enorme pasillo hacia su oficina, clarissa había estado ahí tantas veces que ya le era conocida, pero de cierta manera cada que la visitaba nada bueno salía. 

— Esto es difícil Clarissa, pero según uno de mis hombres, los "monarcas" están planeando una guerra— 

— Temía que algo así pasaría. — mencio

— ¿Por eso no dejaste pasar a Valkram verdad? — pregunto con un tono de molestia en su voz

— Si, y lo lamento pero en esta situación solo puedo confiar en los gobernadores. —

— Me molesta y es algo que no pienso pasar, pero entiendo la situación y sobre todo tu preocupación. — 

— Planeo organizar una reunión con H,M,J y R y por supuesto espero contar con tu presencia. 

— La tendrás, esto es algo que nos concierne a todos.

Los monarcas era un grupo conformado por especies de magia negra, siempre se habían mantenido alejados de la sociedad pero de un tiempo para acá habían echo revueltas dejando muertes.

— Bueno, en ese caso hasta entonces, espero y disfrutes tu estancia en solar — 

— Definitivamente lo hare — 

La reina espero un par de segundos antes de salir de la habitación, tras está se encontraba libel uno de los elfos a su servicio. 

— Demos una vuelta, comento con una gran sonrisa. 

Azbell era el mundo más grande de todos y aún que en un principio carecía de muchas cosas Clarissa se había encargado de mejorar eso, solar al contrario de azbell era más pequeño pero sin duda era realmente hermoso, sus  lagos eran grandes y profundos, las aguas eran de un azul tan hermoso que con soló mirarlas quedabas enamorado de aquel bello lugar y ni que decir de sus ciudadanos, estos eran tan cálidos que te hacían sentir como en casa. 

La reina paso unas horas paseando pero había comenzado a sentirse cansada así que terminó por regresar a su habitación. 

Sus pensamientos viajaron a esa noche en la que se entregó por primera vez a su esposo, la confianza había sido mutua así que el desnudarse totalmente no había sido problema, pero el recuerdo de sus labios en su piel la habían echo que lo extrañará aún más. 

La noche antes de llegar a solar se había entregado a el, tenían años queriendo dar a luz a una bella niña, pero por más que lo intentaban eso no pasaba y eso comenzaba a preocuparla. 

No sabía qué hora era cuando se quedó dormida, sus pensamientos y sueños eran sobre su rey, este estaba bajo la cascada sonriendo, hablaba con uno de los elfos encargados de su seguridad, está bajo las escaleras y se acercó a el con una enorme sonrisa en su rostro. 

Este apenas la vio, la abrazo y justo cuando iba a besarla todo se torno obscuro, el rey había desaparecido. La reina lo busco con la mirada pero este no estaba por ningún lado, camino hacia delante pero todo era obscuro y silencioso. 

No sabia hacia donde ir, por mas que caminara todo era igual hasta que en algún punto vio algo o eso penso. 

Continuara...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 01 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La estrella que no brilla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora