Prefacio

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Sostengo su mano, entrelazando mis dedos con los suyos. En la vida pasan tantas cosas, que aferrarse parece la mejor solución. Nunca había querido aferrarme a alguien tanto como lo había hecho ésta vez, pero cuando tienes miedo, esa a pesar de ser dolorosa, es la mejor solución.

Siempre había mantenido un margen en mi vida, solía encariñarme demasiado rápido, tanto que la mayor parte del tiempo, terminaba lastimada. No sabía si era algo especial el no tener odio o rencor hacia alguien, pero a veces, no tener como resguardar mi corazón, para mí no era especial.

Ésta vez no había llevado un margen, me dejé llevar por su esencia, por su cariño, sus palabras, sus sentimientos, su amor, me dejé llevar por él, sin importarme el pasado, el presente o el futuro. Sin embargo, aquí estaba, aferrándome a él, sabiendo que las probabilidades de un futuro juntos eran casi nulas.

Tenía tanto miedo, no quería y tampoco podía dejarlo ir, no esta vez, mucho menos para siempre, aferrarme a su mano parecía ser la opción más lógica para evitar que se fuera, pero en el fondo, sabía que eso no sería impedimento.

No entendía nada, ¿por qué la vida era tan jodidamente mala? ¿Por qué cuándo todo estaba de maravillas pasaban las cosas malas? ¿No decían que después de la tormenta venía la calma? Porque había pasado por muchas tormentas y había creído que esta sería al fin mi calma, pero no sabía que después de la calma, llegaban tormentas...

Quizás, las calmas no son más que pequeños momentos, así que eso había aprendido ahora: Nunca dejes de estar preparado para las tormentas, solo llegan, nunca se sabe, y si no estás preparado, te arrastra con ella.

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Un Amor Entre Dolor. (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora