Lee Min Ho es un vampiro que encuentra su latido en la descendencia Van Hellsing, en las vidas anteriores de la muchacha siempre moría en los brazos de su amor fuera o no responsabilidad de él.
Lino se culpa, y decide que se mantendrá lejos de ella...
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Canadá 1958
Una vez más me la encuentro en lo largo de mi vida, me quedo viendo hipnotizado como sostiene una daga en su mano y mi corazón late con tal fuerza que para un vampiro es imposible. Latido o más conocido como la mía cantante, una sangre tan exquisita y tentadora que se vuelve en el motor principal de mover todas mis emociones humanas que perdí al convertirme en vampiro.
— Reencarnó —susurre para mis adentros, consciente de que mis amigos pueden oírme a la perfección.
Siento sus miradas sobre mí, y ahora en estos momentos puedo controlar el monstruo que una vez me gobernó, cuando era un neófito, termine con su vida al beber su sangre.
Escucho un silbido en el aire y sé perfectamente que una flecha se acerca directo a mi rostro.
Solo estábamos paseando por aquí, buscando animales para ya no beber de personas, hemos aprendido a convivir con ellos, aceptamos que merecen vivir, —más no todos—, y renunciamos a alimentarnos de ellos. Hasta que un aroma llamo mi atención y seguí mis instintos, ahora me tienen aquí parado como un bobo mirando su belleza.
Félix detiene la flecha justo cuando está apunto de tocar mi entrecejo y despierto de mi hipnotismo, nos miramos y sé que tienen miles de preguntas, las leo en sus mentes, lo bueno es que ellos no tienen mi don.
— ¿Quien está ahí? —grita el hombre con una ballesta en su mano dispuesto a disparar nuevamente.
La niña, mi latido, está a su espalda con el puñal firme, pero sus piernas tiemblan, no tiene más de doce años.
Entonces comienzo a dar pasos sigilosamente, su calor me llama, mis manos hormiguetean por volver a sentir su piel y mis labios reclaman los suyos, lo que me hace contrarer en mi interior todo deseo es su corta edad.
— Solo buscamos la cascada —dije al salir de los matorrales, veo un leve movimiento de la cabeza de ella al verme y pienso que podría reconocerme de sus vidas pasadas.
Más lo que obtengo de parte de su padre en una flecha a mi hombro, tengo tan baja la defensa por ella que no alcanzo a detenerla y atraviesa de mí.
