Chase se encontraba en su celda, como era usual. No se sentía muy orgulloso de los crímenes que había cometido en su pasado. Aunque no eran muy graves, cada robo que había hecho desencadenó una larga condena, la cual aún pagaba dos años después de lo sucedido.
Usualmente perdía su tiempo en el patio de la prisión, ejercitando su cuerpo como única forma de recreación. Pero, al no tener permitida la salida todo el día, en ese instante se encontraba tirado en su pequeña e incómoda cama, mientras escuchaba pasos fuera de su celda. No le podía importar menos lo que los guardias hicieran, así que ni siquiera abría los ojos. Esto cambió hasta que su celda fue abierta.
Miró de reojo, esperando encontrar a Michael, el tipo duro que siempre vigilaba su celda. Sin embargo, fue sorprendido por un hombre vestido con un traje elegante; ciertamente no era un guardia de seguridad, así que estaba algo confuso sobre su razón de estar por ahí.
—Ah... ¡Aquí estás! ¿Chase, cierto? No puedo decirte mucho aquí... Pero seré directo, tengo algo que proponerte —dijo el hombre, acomodándose la corbata con tranquilidad. Su cabello estaba perfectamente peinado y sus zapatos impecables. Una vestimenta que le causaba mucho más miedo a Chase que cualquier uniforme policial o militar, sabiendo muy bien que un hombre con dinero era más despiadado y cruel que cualquier otra persona.
—Sé que debe ser aburrido pasar los días en esta celda sin hacer mucho más. ¿Qué tal si vienes conmigo? Mi nombre es Vincent. La prisión me permitió sacarte de la celda y llevarte conmigo para hacer un par de experimentos.
A pesar de dejarlo bastante ambiguo a propósito, se notaban sus intenciones tras sus palabras, o al menos eso logró captar Chase.
De inmediato, Chase negó con la cabeza. ¿Experimentos de qué tipo? Lo único que pensaba era en ser inyectado con químicos dañinos y torturado por horas para probar tácticas efectivas para una guerra. Y aunque ciertamente sus robos fueran un crimen, no se merecía vivir el resto de sus días como conejillo de indias de un sujeto loco.
—¡No! Preferiría pudrirme en mi celda antes que hacer algo así. Estás loco si crees que voy a aceptar.
Vincent suspiró ante la negativa. Sabía que no sería para nada fácil, pero al menos quería darle la opción a Chase de aceptar su destino por las buenas. Y ya que no fue como esperaba, con un pequeño chasquido de dedos, un par de hombres musculosos entraron en la habitación.
Chase de inmediato trató de escabullirse entre ellos para salir y escapar, pero fue detenido con facilidad por los brazos de ambos hombres. Estando inmovilizado, fue sedado por una pequeña inyección que Vincent tenía preparada, inyectando la aguja en el cuello del chico con una precisión clínica.
Chase gritó de desesperación, mientras sentía cómo la fina aguja salía de su piel, siendo limpiada por un pequeño pedazo de algodón por Vincent. Chase se retorció con desesperación, pero las suaves manos de Vincent acariciaron con delicadeza sus mejillas.
—Shhh... —susurró Vincent con tranquilidad, mientras los ojos de Chase comenzaban a entrecerrarse por el fuerte sedante que le fue aplicado. En cuestión de segundos quedó profundamente dormido.
Vincent sonrió mientras acariciaba suavemente su cabello, antes de separarse de Chase. Ahora tomó una actitud mucho más seria ante sus guardias.
—Sean cuidadosos con él. Si me entero que llega con un moretón de más, los despido a ambos.
Los guardias asintieron y, con firmeza, salieron cargando a Chase entre sus brazos. Subieron a un vehículo blindado y se embarcaron en un viaje por carretera que duraría horas, solo para llegar a la base de operaciones.
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Proyecto T1N7
RandomChase, un ladrón que había parado en la cárcel luego de incontables delitos, de manera afortunada o desafortunada es sacado de la celda por un hombre vestido elegante, sin saber sus intenciones, y todas las experiencias que tendría con un trio de ci...