Llamé a la puerta de la casa esperando que respondieran, me recibió la madre de la familia con un saludo, preguntándome quién era se interrumpió al ver el ramo en mis manos, flores blancas, no eran de pétalos, ni tallos, eran de sentimientos e ideas, hojas con dobleces de todo lo que alguna vez desee enrollados en un manto transparente. Me dejó pasar, una vez dentro, supe que había llegado tarde, pero mis promesas son superiores al tiempo, dejé el ramo en el suelo, le di un buen día a la señora, y en el momento de tomar un taxi de vuelta a casa, le pedí al chofer que me llevara al único lugar que todavía no he visitado.