HERIDAS DAÑINAS

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De repente, mi mente se ha convertido en un infierno lastimoso, del que hierve una ira cada vez más incontrolable.

No controlo mi ira y lastimo a la gente con palabras hirientes que desgraciadamente perduran en sus mentes para siempre.

Pero no son solo palabras con las que lastimo a los demás y a mí, pues no lo puedo evitar, y con golpes intento calmar ese fuego interno.

Lo peor es cuando intento contener tanto los golpes como las palabras con las que me desahogo.

Es fácil entender por qué soy así, pero es complejo de explicar.

Lágrimas dolorosas caen por mis mejillas, provocadas por la gente. Me lastimo, los lastimo, en este tormento sin destino.
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