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"Valyria, también llamada Antigua Valyria, es una ciudad en ruinas en Essos y antigua capital del Feudo Franco de Valyria. Fue destruida junto a todo el imperio por un cataclismo conocido como la Maldición de Valyria, más de cuatro siglos atrás. En la ciudad se concentraba todo el poder del Feudo Franco, siendo gobernada por los Señores Dragón. Dos casas rivales se disputaban el poder, aunque en ocasiones arcontes eran elegidos por los señores para que los gobernasen temporalmente."
La hora del cuento podía considerarse una de las horas favoritas en la vida de Brisa. Como toda niña de ocho años, hambrienta de conocimiento y curiosa por todo lo desconocido, naturalmente sería así. Algo que no podría considerarse "natural" era que su madre le contase historias que no contenían nada infantil en ellas.
Comparada a las historias de princesas cortejadas por caballeros y otros caballeros luchando contra viles mounstros para salir victoriosos al final, Nerea Seastar contaba historias de historia a su hija. Era todo lo que Brisa conocía y aprendió, y ella no se quejaba. Era una niña agradable y alegre, pero no sociable y no mantenia relación con otras niñas de Pentos que vivieran en la misma zona que ella y su madre. Así que no habían más opiniones que escuchar para ella.
La cabeza de Brisa se enterró entre el pecho de su madre con una leve mueca en los labios, apoyada entre sus brazos mientras sus ojos violetas como esmeraldas (heredados por su padre, según Nerea) leían junto a la mujer lo escrito en ese libro de apariencia vieja en manos ajenas. Parecía más un diario que un libro con historia dentro, y Brisa se preguntaba constantemente de donde lo habría obtendrido su madre precisamente. Tal vez lo había intercambiado con alguien por pescado o lo había comprado en una tienda de venta de objetos nada más. Quien sabe, pero ella quería saber.
Quería saber...
── Mamá... — Brisa habló y Nerea detuvo su relato para permitirle a la pequeña pelinegra descansando en sus brazos hablar. — ¿Cómo son los dragones?
— Los dragones... — Nerea repitió, con un tono bajo. — Son criaturas enormes, mounstrosas a ojos de muchos y temidas por todos... son como lagartos pero más grandes, con alas y escupen fuego.
Brisa levantó la mirada.
— ¿Cómo los domaban las personas de la antigua Valyria entonces?
— Las personas de allá tenían una sangre especial... había magia en ellos. — La adulta sonrió ligeramente, dirigiendole la mirada a su hija. — Lograban domarlos y hablaban en el idioma que te he estado enseñando.
— ¿Antiguo Valyrio? — Nerea asintio. — ¿Por qué has querido enseñarme eso? Nosotras no somos de la antigua Valyria... ¿no?
— Quizás no somos como los señores dragón, ¿pero que hay de malo en aprender un idioma ancestral como ese?
