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En una fría y nevada noche de invierno, los pájaros estaban durmiendo en sus nidos, otros dentro de los pequeños y levemente calidos huecos en los troncos de los árboles. Han se encontraba sentado en el sofá de su sala junto a Minho, su mejor amigo. Ambos tomaban juntos un chocolate caliente, en una pequeña mesita frente al sofa, había un plato con rollos de canela. Los dos estaban junto al fuego ardiente de la chimenea. Era un día muy helado, la nieve caía sin parar. Las copa de los arboles estaban repletas de escarcha, los techos de las casas tenían un cristalino hielo y ni hablar de las calles, congeladas gracias a la humedad y neblina con bajas temperaturas. Era un halloween con nieve, hacía muchos años que no nevaba en esas épocas.

Normalmente en cada Halloween, los chicos salían a una fiesta que organizaba uno de los amigos de Minho. Se divertían entre ellos con juegos, alchol, bailes, entre otras cosas. Esta vez querían que fuera diferente. Al ser su último año juntos, Han habia propuesto ie a un campamento juntos, contar historias de terror y comer malvaviscos calientes alrededor de una fogata. Los chicos amaron la idea y hacía un mes que estaban con los preparativos, pues la noche de Halloween se acercaba y era lo que más les emocionaba. Antes, como cualquier niño, amaban salir a pedir dulces en las casas del vecindario pero ahora, al ser unos adultos, querían algo distinto.

Jisung y Minho reían a carcajadas al escuchar una discusión entre sus amigos. Los ocho estaban en una llamada grupal. Al parecer Seungmin en un despiste había dejado quemar algunas cosas para el arrollado de pollo que Felix le había dejado a cargo hasta que tomara un baño.

El pecoso regañaba a su compañero de apartamento por descuidado, pero luego echaban a reír entre todos. Faltaban dos días para ir al bosque que Han había propuesto, dijo que anteriormente había ido con un guía turístico y era ideal para pasar en la noche de Halloween. Pasarían una semana en el campamento, tenían todo planificado.

— ¡Chicos! — Habló Jisung, todos le pusieron atención, esperando que siguiera con lo que diría. — No saben lo que me encontré en un baúl que mi madre tenía guardado.

Todos se miraron confundidos y con interés al que había tomado la palabra. Hubo un silencio que para los otros siete, fue eterno. Minho, quién estaba con Han en ese momento, tocó una de sus mejillas con su dedo índice y lo miró alzando una ceja.

— Anda, habla. — Incitó al menor a que dijera lo que tanto los inquietaba. — Tanto suspenso me hace dar escalofríos.

— ¡Exactamente! — Apoyó la idea de Minho el mayor de todos ellos. — ¿Qué tienes para decirnos, Hannie?

Otra vez ese silencio. Han somo echó a reír al verlos a todos tan interesados en ello. ¿Quién no lo estaría? Hasta Felix y Seungmin habían dejado su pequeña discusión y se habían reconciliado para poder escucharlo.

— ¡Han Jisung! — Exclamaron todos a la vez y nuevamente, el mencionado echó a reír.

— Lo siento, lo siento. — Mencionó el contrario con una sonrisa y suspiró antes de tomar la palabra. — La última vez, revisando el ático de la casa de mis abuelos, encontré un juego y quiero que lo llevemos al campamento. — Explicó brevemente el chico y los demás quedaron en silencio.

— ¿Tanto suspenso para eso? — Minho golpeó suavemente su hombro y cruzó sus brazos. — Creí que era algo más importante.

— ¿Conocen la Ouija? — Agregó Han y su acompañante inmediatamente lo miró.

— ¿Es real? — Preguntó el menor de todos. — ¿Acaso lo tienes? — Han asintió sonriente.

— Me dijeron que esa casa era de los Zander y quiero que vayamos mañana por la noche para poder jugar. — Los miró un momento, luego vio a su acompañante, quien estaba con una cara de sorpresa.

THE LAST ONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora