Prologo.

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Muchos me preguntan porque soy psicóloga, supongo que cuando uno está tan roto no quiere que los demás también lo estén, no quiere ver a los demás hundirse en ese agujero negro infinito y ese fondo que aunque parece ser inalcanzable, siempre sentís que estas por tocarlo.

Yo no quería eso para los demás, no quería pensar en como gente toca fondo, se hunde, se quedan solos, no hablan, no piensan, no se mueven, sienten no merecer ser amados y acompañados, creen no poder salir de ahí, creen merecer todo ese sufrimiento y solo quieren dejar de respirar. Tal y como hasta hace unos años, yo quería. Quería hasta que entendí que merecía ser feliz, que podía alguien amarme con todas sus fuerzas sin lastimarme, que me podía divertir sin necesidad de estar pensando << ¿ Y mañana qué pasa?>>. Él me hizo entender.

Nadie merece hundirse en ese agujero negro, siempre se puede salir. Porque hasta yo, que había creído que nunca iba a saber que es que alguien realmente presta atención a lo que te sucede, entendí que cuando uno menos lo espera, siempre llega alguien que te hace entender que nunca estuviste solo. Quizás es alguien que estuvo siempre, quizás es alguien que llegó en tu infancia o en tu vejez. El mío volvió a mis 18 años y no hay nada que agradezca mas porque volvió en el momento justo y me salvo, aunque al principio me costó entenderlo.

Todos merecemos salir de ese lugar y en especial, todos merecemos sentirnos amados. 

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