Prólogo

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𝔼l nacimiento del príncipe Jacaerys y la princesa Visenya Velaryon fue un acontecimiento enorme en pleno invierno.

El frío azotaba con fuerza y sin compasión todo Desembarco del Rey cuando los gritos de la princesa Heredera, Rhaenyra Targaryen, interrumpieron la cotidianidad.

Aún así, el Rey se encontraba en un rincón de la biblioteca, intentando ignorar los gritos de su hija en la misma ala.

—¿Su majestad?—Dijo su esposa, quien cargaba un vientre enorme.—¿Te encuentras bien, esposo?

—Mi niña...—Dijo con dolor mientras cerraba los ojos cuando un grito resonó en el lugar acompañado de un graznido de la dragona de su hija.

—Quizás te haría bien dar una vuelta conmigo...

El rey se apartó de su agarre cuando el silencio abrumó.

—N-no...—Musitó.

—¡Su majestad!—Se oyó gritar a la princesa Rhaenys entrando al lugar con una enorme sonrisa.

—¿Rhaenys?

—¡Es un niño...!—Ambos salieron de la biblioteca caminando hacia los aposentos.

La celebración se vió cortada cuando Rhaenyra soltó un grito que los obligó a correr.

—¿Qué sucede?—Preguntó con los ojos empañados hacia Lord Corlys.

—Otro niño.

Rhaenys entró y cerró la puerta detrás suyo.

Laenor, quien no paraba de caminar por el pasillo, sostenía un emblema de La Madre, y rezaba en voz baja, a pocos metros suyo, Laena, mantenía los ojos cerramos mientras murmuraba una oración.

La Reina, seguida por su Escudo Jurado, y las seis doncellas que corrían detrás suyo por doquier, apareció con el ceño fruncido.

—¡Sueltame, perra!—El grito de la princesa congeló a todos, aún así, fue Viserys quien rió en voz baja.

Alicent, todavía fatigada por la caminata, sintiéndose excuída de las esporáditas conversaciones de aliento hacia la princesa, giró dispuesta a irse, cuando un conocido dolor la hizo cerrar los ojos.

—Mi hijo... ya viene...—Dijo hacia el Escudo Jurado.

—Su majestad, La Reina Alicent ha entrado en labor de parto.—Dijo el hombre hacia el Rey mientras sus doncellas la llevaban con rapidez a sus aposentos.

—Bien.—Musitó el Rey sin despegar la mirada de la puerta de los aposentos de su hija.

Ser Criston Cole, manteniéndose serio, esperó una orden de parte de su majestad.

—¿Qué haces aquí? Llevenla...

—Fue llevada a sus aposentos y...

La puerta fue abierta por Rhaenys mientras el silencio llamó la atención de todos.

Rhaenys Targaryen, con su largo y liso cabello castaño, miró a los presentes con un brillo inusual en sus ojos.

—Ha nacido.

—La madre es bondadosa...—Dijo el Rey con felicidad.

Ser Criston se aclaró la garganta.

—La Reina...

—Sí, sí.—Dijo el Rey mientras apretaba los dientes cuando todos invadieron los aposentos de su hija menos él.—Avisa al consejo el nacimiento de mis nietos.

La princesa consentida // Cregan StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora