Cálida tarde de verano

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En una cálida tarde de verano, Clara y Sofía se encontraban en la terraza de un acogedor café, disfrutando de unas copas de vino. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados. La risa y la complicidad entre ellas llenaban el aire, mientras sus miradas se entrelazaban con una intensidad palpable.A medida que la conversación se volvía más íntima, Clara deslizó su mano sobre la mesa, rozando los dedos de Sofía. Un escalofrío recorrió la espalda de esta última, quien respondió con una sonrisa traviesa. La atmósfera se cargó de electricidad, y el mundo exterior pareció desvanecerse.Sin pensarlo dos veces, Clara se inclinó hacia Sofía, sus labios apenas a centímetros de distancia. "¿Te gustaría continuar esta conversación en un lugar más privado?", susurró con voz seductora. Sofía asintió, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.Cuando llegaron al apartamento de Sofía, la puerta apenas se había cerrado cuando sus cuerpos se encontraron en un abrazo ardiente. Las manos de Clara exploraban la suave piel de Sofía, mientras sus labios se encontraban en un beso apasionado. La calidez del momento las envolvía como una manta.Sofía tomó la iniciativa y llevó a Clara hacia el sofá, donde la hizo caer suavemente. Se posicionó sobre ella, atrapando su mirada antes de descender lentamente hacia su cuello. Los susurros de placer llenaron el aire mientras sus cuerpos se movían al unísono, dejando que la pasión guiara cada caricia.Los dedos de Sofía recorrían cada centímetro del cuerpo de Clara, provocando gemidos que resonaban en el ambiente. La conexión entre ellas era intensa y pura; cada toque encendía una llama que parecía no tener fin.A medida que la noche avanzaba, las risas se transformaron en susurros llenos de deseo. En esa burbuja privada, descubrieron un universo propio donde solo existían ellas dos, explorando los límites del placer y la intimidad.La luna brillaba a través de la ventana mientras las sombras danzaban a su alrededor, reflejando el viaje único que estaban compartiendo. Y así, bajo el manto estrellado del cielo nocturno, Clara y Sofía se entregaron completamente a ese momento mágico.

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