El 28 de diciembre del año 2000 nació Alexis Nevadas, o Quackity, como la mayoria se su familia había decido a apodarla, una linda pequeña, de ojos ónix muy hermosos, un cabello pelinegro lacio, piel tersa como la porcelana y pequeñas pecas que adornaban sus rechonchas mejillas.
Nació en una familia muy humilde, pero buena y cariñosa, toda su familia la esperaba con ansias, parecía ser la niña más esperada del mundo.
Sus padres, emocionados y nostálgicos admiraron a la pequeña niña dormir, tan tranquila y hermosa, su pequeña princesa, tal y como la habían soñado, estaba con ellos.
Su gran amigo Luzu, su mano derecha y compañero de trabajo entró a la habitación con globos y regalos para la pequeña que se convertiría en "su adorada sobrina".
"Es tan pequeña... y frágil..." susurró cargando el pequeño cuerpo de la dulce pequeña.
"Será la niña más hermosa de todas, tendrás todo lo que desees pequeña, tienes a tu tío favorito a tus pies" meció el pequeño cuerpo de la niña mientras admiraba su belleza natural, algo dentro de él se encendió, se sentía flechado hacia la pequeña.
Su interior se contrajo al imaginarse a esa bebé de adulta, un cuerpo divino y un coño listo para criar a sus bebés.
Sacudió su cabeza rápidamente y miró a la niña, no quería pensar así de esa inocente criatura tan temprano, sabía que debía ser paciente, esperar el tiempo que sea necesario, y luego, hacerla suya, cueste lo que cueste, esa linda princesa, será suya dentro de unos años.
Solo esperaría el momento indicado.
Sus padres estaban atentos a ella, cada cosa que necesitara o pidiera se le era entregado de manera inmediata, incluso si a altas horas de la noche no podía dormir y prefería llorar y llorar por diversión.
Era una bebé muy consentida por su familia, pero alguien en especial era quien cumplía sus caprichos sin importarle lo que dijeran sus papás.
Luzu, el hombre que hacía cualquier cosa que la pequeña de apenas meses pidiera, si quería comida, un paseo, un baño, una siesta, o se entretenía con algún juguete, Luzu se encargaba de hacerla feliz y darle todos los caprichos que pidiera, aún si no los necesitaba o a la media hora se aburría de ellos.
Porque así era Luzu, quien haría cualquier cosa por ver esa hermosa niña de ojitos brillantes y dulces mejillas pecosas.