Capitulo I: Te encontré.

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En una noche oscura en las calles de Roma Italia, una fuerte tormenta había azotado la ciudad en esa pequeña parte de la ciudad un chico pelirrubio escapaba de su casa hasta llegar a un callejón sin salida alguna, cuando se percató que este estaba sin salida rápidamente se giró un lado a otro buscando salida o escondite cuando giro al lado derecho vio una puerta de metal, la cual decidió abrir, abrió está y de manera rápida entro y cerró bruscamente aquella puerta. Levanto la mirada un momento para luego mirar detrás de él en un lugar el cual estaba rodeado de gente de aspectos sombríos y perturbables.

Aquellos hombres al percatarse de la presencia del pelirrubio rápidamente sacaron armas de altos calibres, pistolas y algunos que otra navaja y cuchillos.

—¿Quién eres?, ¿Qué mierda haces aquí?, ¿Y como encontraste este lugar?—dijo un hombre robusto de aspecto tenebroso mirando de forma fulminante al chico.

—Lo lamento, yo escapaba de mi casa y…—dijo el chico sin poder modular bien la oración del miedo que sentía.

—¿Qué está ocurriendo aquí?—pregunto un hombre, de aproximadamente unos veinte años, mirando al muchacho de aspecto indefenso.

Cuando el hombre y el muchacho se encontraron con las miradas rápidamente ambos sintieron una conexión de romanticismo.

Por parte del rubio se sintió un poco avergonzado, haciendo que sus mejillas se tornaran de un color rosado carmesí, mientras que el hombre trataba de mantener los nervios bajo control, al mismo tiempo que se acercaba a la mesa para luego sentarse en la sillaque estaba cerca de aquella mesa de roble oscuro.

—Yo, yo...Debo de irme, perdonen la molestia.—exclamo de manera tartamuda mientras retrocedía hacia la puerta.

—Oh no, no, tú no saldrás de aquí de manera tan sencilla.—Dirigió la palabra al chico rubio mientras lo miraba de una manera fría y sería, con sus manos posadas sobre la mesa.—saldrás de aquí, pero tienes dos opciones tú decides. Sales Muerto y terminas enterrado en el monte o…sales trabajando para mí, esas son tus opciones, niño.

Al escuchar sus palabras con aquella voz aterradora trague en seco mientras miraba de una forma asustadiza al hombre que estaba enfrente mío.

Pensé por unos segundos la propuesta de él para después de estar pensando aceptar su decisión, después de todo preferiría estar con un par de extraños antes de volver a pisar el suelo de mi casa.

—Bien, acepto tu propuesta trabajaré para ti, pero con una condición—hable al mismo tiempo que me acercaba a la mesa para luego sentarme frente suyo.—sin esperar más arroje una hoja con una dirección hacia el contrario mientras miraba fijo su rostro — matarán al hombre que vive ahí y sacarán a mi familia de ese lugar luego yo los ayudaré en lo que sea.

—¿Sabes manejar armas?—soltó sin rodeos mientras miraba la dirección y la tomaba en sus manos.

—No mucho, pero puedo aprender si están dispuestos a ayudarme.

—Bien, te ayudaré con eso, y te conseguiste una identidad falsa será más fácil ayudarnos. Te llevaré a mi casa donde podrás cambiarte tu ropa y podrás alimentarte bien—Levanto la mirada mientras extendía su mano derecha hacia el menor.

—Hecho.—el menor extendió su mano izquierda para luego estrecharla junto a la del mayor así mismo cerrando un trato entre ambos de ayuda mutua.

Pasadas las horas llegando a las dos de la madrugada el mayor y el menor llegaron a una casa que no parecía una casa normal, sino un castillo enorme, ¿Cuánta gente podría vivir ahí?, claro él solo no podría tendría que tener familia o algo.

Al llegar a la puerta principal ambos bajaron del vehículo negro, para luego entrar en la morada del "líder" de aquel grupo de hombres.

El rubio al entrar se quedó totalmente sorprendido para luego mirar a su lado izquierdo viendo al hombre a su lado.


—Perdona, pero…¿De qué se supone que trabajas o quien eres?—pregunto un poco extrañado al no reconocerlo. No parecía alguien famoso o alguien que se le viera seguido en las calles de Italia.

—Ah qué feo gesto el mío, no me presenté bien, Nathaniel Leon Crimson, segundo al mando de la mafia más grande toda Italia.—Dijo mientras mantenía una postura fría y Cortez frente al muchacho.


Claro ahora todo le cerraba al chico, El acento, su voz, su apariencia y su casa, no quedaba más que decir, estaba frente a una familia de las más prestigiosas de todo el País italiano.

—Luke Sebastián Alexander Miller.— dijo de manera cortante mientras continuaba admirando a su al rededor.

—Espera... tú no eres hijo de la...—dijo sin poder terminar aquella oración.

—sí hijo de la realeza Francesa, no hace falta que me lo recuerdes, para ti soy Luke, no me llames de otra forma, gracias.—Dijo mientras se posaba frente al pelinegro.

—Pensando bien tu propuesta, mejor dame la corona Francesa y te dejo libre sin rodeos.

Deje salir un suspiro leve mientras cerraba mis ojos y llevaba mi mano hacía mis ojos para cubrir estos mientras hacía una leve presión en ellos.

—Sabía que dirías algo así, pero adivina; ¿qué?, no puedo darte nada por qué yo no estoy al mando del país, está mi papá y yo necesito que muera así podré gobernar yo sin problemas, ¿capicci? (¿Entendido?)—solté mientras lo miraba fijo de manera relajada.

—Con más razón te ayudaré a conseguir esa corona. Tú tienes una parte de Francia y yo la corona.

—Me has visto cara de imbécil, o ¿qué?

—Qué vocabulario que tiene el principito de Francia.

—¿me vas a ayudar si o no?, si quieres terrenos y que te ayude con tus trabajos sucios dímelos ya y los haré rápido—dije mientras una pequeña risa salía de mi boca.

Cuando escuché su risa por primera vez sentí como si mi corazón estuviera a mil pulsaciones por minuto podría haber muerto de lo alucinante y lindo que se veía sonriendo de aquella manera, se veía adorable.

—Ya está bien, te diré lo que hacemos, como lo hacemos y que debes de conseguir. Pero primero vamos a cambiarte esas prendas horribles que tienes.

—Eh,eh,eh!, mi ropa, mi estilo, señor narco. Más respeto.

Mientras seguían hablando entre ellos, caminaban hasta las escaleras del hogar para luego dirigirse hacia una de las habitaciones. Cuando ambos llegaron a esta entraron, el rubio se percató de lo enorme que era aquella habitación. Abrió su boca en forma de sorpresa y luego miro a un lado para ver su el rostro del pelinegro que estaba a su lado.

—Joder...—Exclamó de manera baja mientras volvía a analizar la habitación.

—Increíble, ¿verdad?, vamos anda, necesitas unos cambios enormes de ropa.

" FUEGO Y SANGRE "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora