06

22 5 0
                                    

Astrid despertó sobresaltada, el sonido del reloj marcando las horas como un eco implacable en su mente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Astrid despertó sobresaltada, el sonido del reloj marcando las horas como un eco implacable en su mente. Se incorporó de golpe en la cama, con el corazón acelerado y la cabeza aún nublada por el sueño. Había estado soñando, o mejor dicho, rememorando el beso con Henry, ese momento fugaz que la había dejado atrapada entre el deseo y la incertidumbre.

Con un vistazo a la ventana, se dio cuenta de que ya era tarde. El sol se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en una luz dorada que solo acentuaba la urgencia de su situación. Se levantó de un salto, sin tener tiempo para pensar en lo que había pasado la noche anterior. Su mente aún estaba envuelta en el torbellino de sus emociones, pero no podía permitirse quedar atrapada en ellos ahora.

Se vistió rápidamente, el ritmo acelerado de sus movimientos casi desorganizado mientras trataba de poner orden en sus pensamientos. La noticia que debía dar a Audrey, la revelación que cambiaría sus vidas, no podía esperar. Había sido un error dejarse llevar por la nostalgia y el romance en un momento tan crucial.

Con un último vistazo a su reflejo, Astrid se lanzó fuera de la habitación y corrió por los pasillos del palacio. Sus pasos eran un eco urgente en el silencio de la mañana, y cada segundo que pasaba la acercaba más al momento de enfrentar a Audrey, a Ben, a la hada madrina, y a todos los demás que esperaban ansiosos en la sala.

El reloj en el pasillo parecía burlarse de ella con cada tictac que resonaba en sus oídos. La presión de llegar a tiempo la impulsaba hacia adelante, mientras el recuerdo del beso de Henry se desvanecía lentamente en el fondo de su mente, reemplazado por la urgencia de lo que estaba por venir.

...

Al llegar, vio que la Bella y la Bestia estaban al borde de sus asientos, con miradas de preocupación y expectativa. Ben estaba a un lado, su rostro serio, y la hada madrina parecía estar sumida en una profunda reflexión. Henry, de pie junto a ellos, le lanzó una mirada de apoyo. Astrid tomó una respiración profunda y empujó las puertas con decisión, preparándose para enfrentar el desafío que se avecinaba.

—Lo siento por llegar tarde,—dijo, intentando mantener la compostura mientras entraba en la sala. —Estoy lista

La hada madrina tomó la palabra, su voz suave pero firme. —Audrey, hay algo importante que necesitamos decirte. Astrid aquí presente... es tu hermana melliza, la que se había perdido hace años.

Las palabras flotaron en el aire, y el efecto en Audrey fue inmediato. Su rostro pasó por una serie de emociones: sorpresa, incredulidad, y finalmente una sombra de desagrado. Sus ojos se abrieron de par en par, y el color se drenó de su rostro.

—No puede ser,—murmuró Audrey, su voz temblando. —¿Cómo es posible? ¿Por qué no me dijeron antes?

Ben intentó intervenir, su expresión preocupada. — Audrey, entendemos que esto es un shock. Queríamos asegurarnos de que estuvieras lista para escuchar esta noticia, y...—Audrey lo interrumpió, levantándose con rapidez.

𝐀 𝐥𝐢𝐟𝐞 𝐭𝐡𝐚𝐭 𝐢 𝐝𝐢𝐧𝐝'𝐭 𝐚𝐬𝐤 𝐟𝐨𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora