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"¿Qué pasa bebé?" susurró cuando entraste a su estudio.
"No mucho, Jinnie, sólo quería ver cómo estás", susurraste, inclinándote para besar su mejilla.
Se rió del beso en su mejilla y le dio unas palmaditas en el regazo. "Ven aquí", dijo con una sonrisa en su rostro.
"¿Por qué no puedo hacer ambas cosas?" preguntaste, cayendo más profundamente en su toque mientras te acercaba más a él.
Él se rió entre dientes en respuesta a tu pregunta, apretando su agarre alrededor de tu cintura. "Supongo que puedes hacer ambas cosas, sólo sé lo pegajosa que te vuelves cuando me extrañas". Bromeó de nuevo, inclinándose para depositar un beso en tu cuello.
"¿Soy yo la pegajosa?" lo miraste incrédula, "¿no fuiste tú quien me atrapó en un, cómo lo llamaste? Así es, un festival de abrazos, durante dos horas y ni siquiera me dejaste ir al baño?"
Cuando lo dijiste, sus mejillas se sonrojaron de un tono rojo intenso. Fue descubierto. Intentó negarlo brevemente pero se rindió rápidamente y se rió tímidamente. "Está bien, está bien, puede que yo sea el pegajoso". Dijo con una sonrisa avergonzada. "Pero no actúes como si no lo estuvieras disfrutando. Te encantó cada minuto".
Te acercó aún más, apoyando su cabeza en tu hombro mientras hablaba. "Además, no puedes culparme por ser pegajoso, simplemente amo estar contigo tanto como sea posible y no puedo evitar extrañarte cuando estamos separados".
"¡Deberías llevarme de gira la próxima vez para que esté a tu lado en cada segundo, como una sanguijuela!" te reíste.
Él se rió entre dientes ante tu sugerencia, sacudiendo la cabeza en fingida desaprobación. "Oh, entonces quieres ser mi pequeña sanguijuela, ¿eh? ¿Solo unirte a mí dondequiera que vaya, pegándote a mí como un chicle en un zapato?"
"¡Mhm! Nunca te desharás de mí."
Te moviste muy ligeramente, capturando sus labios con los tuyos.
Él se rió de nuevo antes de que su sonrisa se derritiera en una expresión suave cuando lo besaste. Él le devolvió el beso con igual pasión, sus dedos rozaron suavemente la piel de tus mejillas mientras sostenía tu rostro entre sus manos.
Cuando terminó el beso, mantuvo su rostro cerca del tuyo y murmuró: "¿Y quién dijo que alguna vez quise deshacerme de ti?"
"Quiero decir, acabas de llamarme un chicle en tu zapato, ¿no?"
Él sonrió ante tu respuesta y bromeó: "Oh, eso fue sólo una broma, cariño. Eres más como un pequeño y lindo koala aferrado a su árbol favorito, eso es todo".
Envolvió sus brazos alrededor de tu cintura una vez más, acercándote a su pecho. "¿Y sabes cuál es la mejor parte? Este árbol nunca se cansará de que te aferres a él nunca."
Acarició su rostro en la curva de tu cuello, depositando un beso en la piel sensible allí. Sabía cuánto te haría temblar eso y le encantaba la forma en que tu cuerpo respondía a él.
"Sabes, estaría bien si fueras mi pequeño Koala personal, apegado a mí todo el tiempo". reflexionó con una sonrisa. "Tal vez incluso podría conseguirte una correa, para asegurarme de que nunca huyas de mí".
"¿Cómo pasaste de ser tan dulce a ser tan caliente en cuestión de segundos, Hwang Hyunjin?"
Él se rió a carcajadas ante tu reacción, sus ojos brillaban con picardía.
"Oye, puedo ser ambas cosas, ¿no?" Protestó, alzando una ceja con una sonrisa maliciosa en su rostro. "En un momento soy tu dulce y romántico novio, y al siguiente soy un coqueto sucio y descarado. ¡Se llama rango!"
"El único" rango "que tienes es pintar y bailar, ahora vuelve a ello", te reíste, golpeando su brazo ligeramente.
Hizo una mueca ante la ligera palmada en su brazo, fingiendo estar herido. "Oye, cuidado, me salen moretones con facilidad". Bromeó, sacando juguetonamente el labio inferior en un puchero.
"Pero está bien, supongo que debería volver al trabajo. Este cuadro no se va a pintar solo, ¿sabes?"
"Y tu regazo no se mantendrá caliente por sí solo", resopló, poniéndote más cómoda mientras lo veías pintar.
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