Emilia, nueva en Buenos Aires después de haberse mudado desde Nogoyá, sus padres le decían que recorriera la cuidad mientras ellos terminaban de acomodar las cosas en su nuevo hogar. La linda chica de ojos claros y brillos bajo ellos hizo caso a sus padres y salió a recorrer su nueva ciudad.
- Eh.. tené cuidado cuando camines sin mirar dónde estás.. - Me dijo un rubio de pelo largo y desordenado
- Si si, perdoname, no te vi -
Le respondí y me fui sintiendo su mirada todavía en mí, no puede negar que no me pero si sentía que no sacaba la vista de mí hasta que agarré una esquina y no pudo seguir viéndome.
Recorrí todo lo que me habia dicho mí mamá mientras pensaba en aquel rubio todavía, algo tenía porque no salía de mí cabeza. Llegué a una cafetería y relajada me dirigí a tomar un café, apenas me senté y pedí lo que quería lo vi, de nuevo estaba ahí, con su pelo desordenado y sonrisa coqueta mientras también pedía lo suyo
- Algo tenés...
- Señorita, acá su café
La voz de la mesera me sacó del trance que tenía mientras veía al rubio, le agradecí y mi vista se desvío de él para fijarse en la calle, la cuál tenía mucho movimiento cosa a que yo no estaba acostumbrada, pero sabía que me iba a adaptar muy bien, terminé mí café y de mí cartera saque la propina. Me levanté y pasé por al lado del rubio para salir del lugar sin prestarle mucha atención, volvió a fijar su mirada en mí.
Fui a mí cafetería favorita luego de un suceso medio chocante con una linda morocha hace un rato, me senté pedí y después la ví, ¿De nuevo ella? parecía que nos encontrábamos a propósito, cuando quise sonreírle me dejó de mirar, entonces se paró y pasó por mí lado, en un impulso la paré antes de que saliera del lugar.
- Mm? - Me respondió algo confusa
- Queria saber tu nombre, hoy te fuiste sin terminar de charlar
- Emilia, vos?
- Guido, un gusto Emilia.. - Le dije y le sonreí coqueto
- Es mutuo, me voy - Me respondió y se fue, sin mantener la conversación, tenía una pregunta más para ella pero me la respondí solo, era más chica que yo capaz un año o dos, mucha importancia no le dí igual, me habían atraído bastante sus tatuajes y sus ojos.
Salí del lugar y me fui hasta mí casa caminando tranquilo escuchando música hasta que vi que una camioneta en frente de la casa al lado de la mía, la miré extrañado y al acercarme a mí puerta salió la morocha de ojos claritos mientras bajaba una valija de la camioneta y entraba a la casa de nuevo
- Así que te voy a tener de vecina, morochita - Me dije para mí mismo y entré a mí casa sonriendo
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SE QUE TE MATA LA TENTACIÓN | | Guido Sardelli
RomanceUn Guido adolescente y una loquita adicta a los tatuajes cruzan caminos, ¿Qué será de sus vidas juntas?