Caso A5158 Part. 3

Razones por las que puedo ser feliz

Ya habían pasado cinco meses desde que la ciudad estaba en golpe de estado y era peligroso salir.

Mientras todos luchaban por sobrevivir fuera de la finca, dentro, Chuuya y Dazai estaban castigados.

¿Por qué? Bueno, todo se basa en esa misma tarde. Estaban todos desayunando tranquilamente cuando tocaron el tema de cómo les gustaría ser enterrados, con cuerpo o cremados. Hirotsu, quien antes trabajaba en una funeraria, confesó que en realidad lo que meten a la urna es puro polvo de carbón, pues las cenizas se evaporan o se pierden, incluso que hay ocasiones donde solo se deshacen del cuerpo.

El Soukoku se burló de esto, bueno, solo hicieron una leve broma que no le gustó nada a Hirotsu, castigándolos. Si, tienen veintiséis años, pero los encerraron a cada uno en sus respectivas habitación sin poder salir. Ni siquiera les abrieron para cenar, cosa que hizo enojar a ambos, ¿Planeaban dejarlos con hambre?

Desde hace unos días Dazai había estado muy pegado a Chuuya, cosa que se le hacía raro a este, pero lo ignoró. Comenzó a actuar así desde que pelearon, por lo que dedució que los golpes que le había dado le acomodaron la cabeza, o quizá, se la dañaron.

Chuuya miraba un programa de televisión de su cuarto cuando recibió un mensaje de Dazai que decía que saliera a su balcón. El pelirrojo salió por curiosidad y encontró al castaño abajo.

— ¿Enserio te lanzaste? Son las nueve de la noche. — Chuuya se recargó sobre el barandal de concreto y miró a Dazai de mala gana.

— ¿Estás aburrido? — Preguntó Dazai con una sonrisa traviesa.

— Si, pero ni muerto iría contigo a algún lugar.

— Podríamos explorar la ciudad..~

— Hecho. — Chuuya no la pensó dos veces y se lanzó por el balcón. Dazai se asustó, pero lo atrapó con dificultad.

A esa hora no había nadie merodeando por la finca, por lo que salieron con facilidad. Tomaron un arma y un cuchillo de la sala de seguridad por si debían usarlos. La noche era fría, por lo que ambos iban bien abrigados. Acordaron regresar antes de las seis am, pues a esa hora se levantaba Odasaku para comenzar su rutina.

Las calles eran solitarias, tanto que era incómodo. Las tiendas estaban bandalisadas y habían muchos autos abandonados a la mitad de la carretera. Los Ángeles era una ciudad caracterizada por nunca dormir, pero desde hace unos meses estaba silenciosa. Entraron a varias tiendas de conveniencia y comieron algunas frituras en lo que llegaban al centro comercial.

— ¿De regreso podemos pasar a casa de Poe? — Preguntó Chuuya mientras mordía un sandwichito de milanesa con verduras.

— Claro. — Sonrió Dazai mientras mordía su pan con queso y cangrejo.

Al llegar a la zona centro, encontraron a varias personas saqueando tiendas para suministrar su comida. Las ignoraron y siguieron caminando como si nada. Tenían mas manos en sus bolsillos por el frío, al llegar al mall lo primero que harían sería tomar unos guantes.

Ahí estaba el Westfield Century City, uno de los malls más grande de la ciudad. Fue difícil abrir las puertas que antes eran eléctricas, pero lograron entrar. Era tenebroso, pues estaba completamente oscuro, entonces Dazai sacó el flash de su teléfono y se dirigieron a una tienda de linternas que había en el primer piso. Una vez con estas funcionando, tomaron un carrito de compras y comenzaron a explorar el mall.