Acostado en mi cama, observaba como la luz de la luna se colaba entre las cortinas de mi cuarto. Era una noche fresca y las cortinas parecían bailar una balada muy gentil. A lo lejos se escuchaban las velloneras encenderse, aviso que indicaba que la última misa de la noche había acabado. Ya comenzaba la hora del pecado, eso es lo que mi abuela suele decir, aunque con toda honestidad me siento tentado a pecar porque el ingrediente principal de esta familia es la pura monotonía. Los momentos más vivos de esta familia es cuando hay chismes nuevos, y los míos son los funerales porque ya no veo la hora en que se mueran, además, el chocolate caliente y las galletas con queso son gratis.
Si, ya había llegado la noche. Escucho los pasos ligeros de mi madre y el ¡Clic!, la luz del pasillo que entraba por las rejillas de la puerta desvanece. Entre pensamientos y pendejadas espero pacientemente a que mi abuela termine el rosario con el dichoso "Amén"; ya por fin puedo escuchar el silencio en su cuarto. La casa está tranquila, todos están dormidos. Comienzo a sentir emoción, la misma emoción que siento cuando abro la ventana de mi cuarto. La brisa me acaricia la piel mientras sigilosamente me escapo de mi casa y corro hacia la avenida principal, rumbo a la zona que está prohibido ir, si eres un religioso devoto.
¿Cómo es que dice el refrán? La curiosidad mató al gato, ¿no?
Cuando llegué a la calle mundana, como de usual, estaba llena de vida. Colores vivos pero la luz poco tenue, la bruma del mar daba la sensación de que todo es un misterio erótico. El olor a cigarro, alcohol y sexo llenaba los pulmones, ahí, en el medio del bullicio lo inhalé todo, me sentí vivo. Mis pies me condujeron a un lugar familiar. Era la misma estructura de mano pobre con grietas en las paredes, y una vieja puerta de madera que parece que, si la sopla, se caerá. Tenía los mismos bombillos tenues alrededor del techo, con varios de ellos fundidos, y el nombre "Efímero" resplandecía en el dintel de la puerta, y algo que no podré superar, es el color tan horrendo en cual está pintando.
Hay muchas cosas feas en "Efímero", como los viejos lujuriosos que apestan a sudor de tres días atrás o aquellos que son simplemente feos y ya, pero si hay algo hermoso. Algo que hace que "Efímero" sea el tesoro más preciado para mí y se llama: Mateo. Nunca he visto un hombre como él. Es alto con un cuerpo esbelto, es de esa belleza que quisiera comer y mantenerlo pegado al alma. Su cara parece ser esculpida por los dioses griegos. Él hace sentir la belleza vergüenza porque nada se compara con él.
Emocionado, me paro en la fila esperando que sea mi turno esforzándome a ignorar como algunos perversos me devoran con la mirada. Al llegar mi turno la host me regala una sonrisa tan brillante como el sol
-Mateo te está esperando.
Me sonrojé, creo que ya me consideran un cliente leal y frecuente.
Como siempre, es difícil ver por donde uno anda, apenas hay luz y el exceso de humo a causa de los cigarros te afecta la vista. Al final de pasillo se encontraba Mateo, recostado en la puerta, y tan pronto me vio me tomó de la mano y cerró la puerta tras de mí. Me dio un abrazo y yo sentí el latido de su corazón. Respiré el aroma a coco de su cuerpo y él acerco sus labios a mi oído.
-Te extrañé.
Su voz hizo erizar mi piel, y recibí un tierno beso en la mejilla. Mateo camino hacia la cama y con una sonrisa me pregunto si esta vez iba a participar, yo rápido moví mi cabeza y con voz tímida le dije que no.
-Oye, pero en algún momento vas a tener que ceder. - Baje la cabeza, la vergüenza no me deja verle a la cara. Soy un cobarde. Mateo abrió la puerta y dejó entrar a un hombre que jamás había visto. Mateo se acercó a mí y besó mis labios -Quisiera algún día hacerte esto. Te deseo. -
El hombre que no conocía se veía muy gentil y bonito, se sentó desnudo en la cama y esperó que Mateo lo besara. Yo me quedé sentado donde estaba viendo como sus lenguas se entrelazan entre sí. Vi como Mateo baja con besos tiernos pero apasionados por su cuello. Vi cómo el hombre desconocido se puso de rodilla y trató de darle oral, apenas cabía el miembro de Mateo en su boca. Los dedos de Mateo lo hacían gemir de placer, la mirada del hombre parecía estar en un trance erótico.
El cuarto cada vez se ponía más caluroso, sentía como el sudor baja por mi cuerpo, veía como el sudor de Mateo y el hombre desconocido se mezclaban. Mateo lo tenía en cuatro, una mano en la cintura y la otra mano agarrando la parte de atrás del cuello, parecía como una bestia en celo. Mateo de repente lleva el hombre desconocido hacia mí, me lo arroja encima y lo vuelve a coger por atrás, puedo sentir su aliento en mi cuello, sus gemidos en mi oído. Mi cuerpo comienza a temblar, siento la mirada de Mateo sobre mí. Trató de desviar mi mirada pero Mateo con su mano me aprieta ambas mejillas y me obliga a mirarlo. Siento que la respiración se me acorta, siento que me está violando con la mirada. De repente, siento su lengua en mi boca, es cálida y dulce, aunque aún se siente un toque de alcohol. Su mano se mueve hacia mi cabello haciéndome imposible escapar del beso que me está quemando el alma. El hombre desconocido se aferra más a mi ropa, sus lágrimas humedecen mi camisa. En unos instantes, siento que sus fuerzas desvanecen y mi ropa se ensucian de su semen.
Mateo, ayuda al hombre desconocido a acostarse en la cama. Yo aún estaba petrificado, jamás él había hecho algo así. Sus manos gentilmente acariciaron mi cara. Me tomó de la mano y me llevó a la puerta. La abrí con manos temblorosas, pero de repente Mateo la cerró de un manoplazo, sentí su aliento detrás de mi oreja.
-No vengas más si sólo vas a ver. Te quiero coger a ti. Te quiero comer solo a ti. -
Mi corazón dejó de palpitar un microsegundo y luego comenzó a palpitar a toda velocidad. Entonces con una voz temblorosa y tímida contesté:
-Entonces... nos veremos pronto. -
No tuve que girarme y verlo a la cara para saber que tenía una sonrisa de oreja a oreja. Abrí la puerta a toda velocidad y corrí lo más rápido que pude. No quería volverme adicto al pecado, pero ya lo vi y hasta probé un poco de él. Este amor es efímero como la noche.
-Fin-
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Noche Efímera
Romance¿Cómo es que dice el refrán? La curiosidad mató al gato, ¿no? Cuando llegué a la calle mundana, como de usual, estaba llena de vida. Colores vivos pero la luz poco tenue, la bruma del mar daba la sensación de que todo es un misterio erótico. El olor...