Sofía salió de la casa como un torbellino, casi tirando la puerta de madera blanca al cerrarla de golpe. El ruido resonó en la tranquila noche, cortando de raíz las risas y el bullicio que se filtraba desde el interior. La celebración del compromiso de Dove con Damiano habia sido demasiado para soportar, al menos para Sofía, que no podía soportar un segundo más dentro de esas cuatro paredes. Los ojos le ardían, llenos de lágrimas contenidas, pero su orgullo le impedía llorar, menos frente a una persona que no merecía sus lágrimas. Afuera, el aire fresco la golpeó como un balde de agua fría, pero no era suficiente para calmar el caos en su interior.
—Sofía, espera —la voz de Dove rompió el silencio, mientras salía apresurada detrás de ella.
Sofía no se detuvo, pero tampoco pudo ignorar su llamado. En lugar de eso, avanzó hasta la mitad del jardín, donde las luces amarillentas apenas alcanzaban a iluminar. La miró desde lejos, sus ojos brillantes de rabia y tristeza.
—¿Qué quieres, Dove? —respondió con amargura, la voz quebrada.
Dove se detuvo frente a ella, su vestido blanco de fiesta ondeando suavemente con la brisa, como si la gravedad de la situación aún no la hubiera tocado del todo.
—No quería que te fueras así. No quería que te enteraras de esta manera...
Sofía soltó una risa amarga, el eco de la celebración aún resonaba a lo lejos, pero en ese momento parecía otro mundo.
—¿Y cómo querías que me enterara? —respondió Sofía con un nudo en la garganta—. ¿Con una invitación oficial a tu boda, con una bonita tarjeta que diga ‘Ven a ver cómo me ato a alguien que no soy yo’?
—No es así... —Dove intentó explicarse, pero su voz carecía de firmeza.
—¡No me mientas! —Sofía la interrumpió—. Sabes perfectamente lo que estás haciendo. Sabes que te estás perdiendo, Dove. ¿De verdad piensas que casarte con él va a arreglar todo la confusión que sientes?
Dove bajó la mirada, sintiendo el peso de las palabras de Sofía como si le hubieran dado un golpe en el pecho.
—No lo entiendes, Sofía... —murmuró, aunque en el fondo, no quería decirlo.
—¡No, tú eres la que no quiere entender nada! —Sofía dio un paso hacia ella, su voz más suave, pero cargada de una tristeza que le atravesaba el alma—. Cuando de seguro despiertes junto a él en medio de la noche, sujetandote la cabeza entre las manos, no serás más que su esposa. Nada más. Y cuando pienses en mí, en todos esos años atrás, sí es que lo harás...— rió con amargura, en un intento más en ocultar su dolor.— estarás frente a mi, diciendote yo en la cara "te lo dije" ¿eso quieres?.
Dove se estremeció al escuchar esas palabras. Sabía que eran verdad. Sabía que Sofía siempre había tenido razón, pero aceptar eso ahora le dolía más de lo que podría admitir.
—Y tú más que nadie sabe que odio decir “te lo dije”, Dove —continuó Sofía, la mirada fija en los ojos de Dove, esperando ver alguna señal de arrepentimiento, algún atisbo de la Chloe que conoció, de la que alguna vez amó.
El silencio que siguió fue insoportable. Los murmullos dentro de la casa parecían haberse apagado, como si la discusión entre ambas mujeres hubiera acallado todo lo demás. Dove abrió la boca, buscando algo que decir, algo que pudiera arreglar la grieta que ahora las separaba, pero no encontró palabras. Sabía que Sofía estaba en lo cierto, y el peso de esa verdad la aplastaba.
—Sofía... —comenzó, con lágrimas asomándose en sus ojos—. Yo...
—No lo digas, Dove —Sofía levantó una mano, cortando cualquier excusa antes de que pudiera salir de su boca—. No tienes que decirme nada. Ya lo sé.
Dove se quedó en silencio, observando cómo Sofía se daba la vuelta y comenzaba a alejarse. Cada paso que Sofía daba le dolía más que el anterior, como si con cada movimiento se alejase no solo de Dove, sino de la parte de sí misma que había amado sin reservas.
—Ojalá encuentres lo que has estado buscando —fue lo último que dijo Sofía antes de desaparecer en la oscuridad de la noche.
Dove se quedó inmóvil, el corazón en un puño, mientras el eco de las palabras de Sofía retumbaba en su mente. Las luces cálidas de la casa detrás de ella ya no ofrecían consuelo. Solo quedaba el frío vacío de las decisiones que había tomado y de las promesas que aparentemente nunca cumplió.
¿Cómo es que habia llegado a esto?.
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𝐆𝐎𝐎𝐃 𝐋𝐔𝐂𝐊, 𝐁𝐀𝐁𝐄! © || Dofia.
Fanfiction𝘞𝘩𝘦𝘯 𝘺𝘰𝘶 𝘸𝘢𝘬𝘦 𝘶𝘱 𝘯𝘦𝘹𝘵 𝘵𝘰 𝘩𝘪𝘮 𝘪𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘮𝘪𝘥𝘥𝘭𝘦 𝘰𝘧 𝘵𝘩𝘦 𝘯𝘪𝘨𝘩𝘵 𝘞𝘪𝘵𝘩 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘩𝘦𝘢𝘥 𝘪𝘯 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘩𝘢𝘯𝘥𝘴, 𝘺𝘰𝘶'𝘳𝘦 𝘯𝘰𝘵𝘩𝘪𝘯𝘨 𝘮𝘰𝘳𝘦 𝘵𝘩𝘢𝘯 𝘩𝘪𝘴 𝘸𝘪𝘧𝘦 𝘈𝘯𝘥 𝘸𝘩𝘦𝘯 𝘺𝘰𝘶 𝘵𝘩𝘪𝘯𝘬 𝘢...