¿Cómo detener el tiempo?

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Fighter nunca había intercambiado una palabra con la senshi del tiempo, Pluto. Ni siquiera estaba segura de que Setsuna alguna vez la haya mirado antes. Era extraño siquiera pensar en ambas, la imponente guardiana hija de Cronos y la alta y silenciosa chica que conoció una vez hace eones.

Sin embargo, allí estaba, repitiendo sus palabras para sí misma mientras intentaba finalmente dormir.

Fue en uno de sus paseos nocturnos cuando la encontró. Era Setsuna, no Pluto, deambulando por los pasillos vacíos, pareciendo un espíritu, como si estuviera flotando. Fighter ahogó un grito mientras se escondía detrás de una enorme columna de cristal. No quería ser regañada.

Setsuna estaba descalza, con su camisón arrastrándose en las baldosas cristalinas del palacio. Se veía inquietante y hermosa al mismo tiempo, así que Fighter siguió escondida para poder seguir observándola.

Luego la siguió; ya era demasiado tarde cuando descubrió que Setsuna en realidad estaba caminando los mismos pasos que ella había dado unos momentos antes.

Setsuna abrió la puerta de la habitación de invitados donde se suponía que debía estar durmiendo profundamente, solo lo suficiente para echar un vistazo. Fighter podría jurar que pudo escuchar el corazón de Setsuna saltarse un latido cuando encontró su cama abandonada.

¿Qué esperaba encontrar?

—¿Así que me observas dormir cada vez que vengo de visita?

Fue el turno de Setsuna de casi gritar. Trató de cubrirse la boca con la mano, pero la de Fighter fue más rápida. No quería parecer amenazante, pero supuso que le faltaba delicadeza de manera natural. Los iris amatistas de Setsuna lanzaron llamas hacia ella mientras la empujaba dentro de la habitación.

Una vez allí solas, la guardiana de Plutón se liberó bruscamente de los brazos de Fighter.

—¿Dónde estabas?

—¿Qué tal si soy yo quien hace las preguntas esta noche?

—Tal vez deba recordarte que eres una invitada aquí —siseó Setsuna—. Este no es tu castillo.

La sonrisa de Fighter no hizo nada para aliviar la ira de Setsuna; aunque ésta tenía razón. Se compuso, dejó su postura defensiva y se sentó en la alfombra con las piernas cruzadas. Era una invitación a ser informales entre ellas.

Oh, las viejas costumbres japonesas.

—Estaba dando un paseo. Sé que no debería, pero siempre me cuesta dormir aquí —decidió ser honesta—. No lo haré más, lo prometo. Pasearé por mi habitación; en realidad, es lo suficientemente grande.

Fighter recorrió rápidamente con la vista la suite de invitados donde se encontraban. Era su habitación habitual siempre que visitaba Tokyo de Cristal. Serenity debe pensar que es su favorita.

La verdad es que es la más alejada de los aposentos reales y aún así no lo suficientemente lejos para que ella pueda dormir tranquila.

—Debes preguntarte por qué visito tan a menudo si no puedo dormir aquí, ¿eh? —Fighter siguió hablando ya que Setsuna no parecía interesada en pronunciar una palabra—. Quizás sea hora de reconsiderar mi papel de embajadora cuando regrese a casa.

—¿La Neo-Reina Serenity lo permitirá?

—Es una suerte que yo sirva a la Reina Kakyuu.

—¿De verdad?

Fighter suspiró. Ahora recordaba por qué no se molestaba en relacionarse con Setsuna antes. Como una Outer Senshi, por supuesto que elegiría tener enemistad con ella antes de tratar de conocerla realmente.

—No tolero fácilmente que se dude de mi lealtad a mi reina —se levantó de nuevo, ya que Setsuna nunca se sentó con ella—. Kakyuu es mi soberana, Serenity es mi amiga, y la alianza de nuestros reinos es mi misión. Así que, la invasión de mi privacidad puede interpretarse como una amenaza para Kinmokusei.

Los dientes de Setsuna rechinaron.

—Entonces, ¿debería despertar a Serenity? —fue la última amenaza de Fighter.

Se había acabado, pensó Setsuna, ya que no podía imaginar un universo en el que la Neo-Reina Serenity no se pusiera del lado de Fighter. Su estómago dio un vuelco dentro de ella.

—Yo también tengo una misión.

—Me lo imaginaba.

—Comprobar tu paradero por la noche. Estamos bastante al tanto de tus paseos nocturnos.

—¿Y quiénes somos 'nosotros', querida?

—El Rey y yo —finalmente confesó Setsuna.

No estaba segura de por qué, pero quería sincerarse. No conocía bien a Fighter a pesar de los muchos siglos que ha estado cerca de ellas. Pero recordó algo que Haruka le dijo alguna una vez: Fighter lucha de frente.

—Oh, así que... fuiste enviada aquí por el propio Endymion.

Setsuna supo de inmediato a qué se refería Haruka. Fighter se esforzó tanto por permanecer estoica, pero Setsuna sabía cómo reconocer los rastros más pequeños de una sonrisa en cualquiera.

De hecho, había aprendido a sobrevivir de ellos.

—¿Te parece eso divertido de alguna manera? Tal vez debería ser yo quien despierte a Su Alteza Real.

—Hazlo. No me importaría preguntarle yo misma por qué siente la necesidad de comprobar si estoy dormida en mi cama.

—¡No te burles de él!

Setsuna casi se lanzó contra Fighter. Nunca perdía el control tan fácilmente, pero esa sonrisa odiosa cuando hablaba de su Rey hacía que su actitud contenida volara por la ventana.

Fighter conocía esa mirada demasiado bien. La reconocía en sí misma cada vez que se miraba en el espejo. La había tenido durante casi mil años terrestres. La tenía tatuada.

—Oh, pobre chica —lo decía en serio—. Tú y Endymion...

La cara horrorizada de Setsuna no ocultaba nada. No podía creer que Fighter lo hubiera visto en ella tan fácilmente.

—Nosotros... ¡nada! —apenas pudo pronunciar—. Estás imaginando cosas. Cosas horribles.

Fighter negó con la cabeza incrédula. Setsuna parecía estar en la fase de negación, pero podía darse cuenta de que estaba enterrada hasta el cuello en el barro.

De alguna manera, se alegraba de no estar ahi mismo sola.

—Puedes decirle a Su Majestad que no dejo mi cama para asaltar la cama de su esposa —Fighter decidió que era hora de finalizar el intercambio nocturno—. Conozco mi lugar, demasiado bien.

Enunció con ahínco esas ultimas palabras para los oídos de Setsuna.

—Yo también conozco el mío.

—No diré nada, si eso es lo que quieres decir.

Setsuna asintió tímidamente. No podía sostener la mirada de Fighter por más tiempo. Se recompuso para salir de allí lo más tranquila pero también lo más rápido posible, aunque en realidad quería huir de allí.

Estaba casi fuera de la puerta cuando Fighter nuevamente llamó su atención

—He oído que sabes cómo detener el tiempo.

—Es tabú.

Fighter se sentó en la mullida cama y cruzó los brazos y las piernas.

—Cuéntamelo de todos modos.

Setsuna giró la cabeza hacia ella, haciendo que su largo cabello verde actuara como una cortina detrás de la cual podía esconderse. Fighter esperó; sabía lo que obtendría. Una Confirmación. Aunque no la suficiente para despertar a Serenity. Al menos, no esa noche.

—Solo puedes detener el tiempo con un beso.

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