La dama del mar [Chaggie]

Prólogo: Como todo comenzó

Ah, el amor ese sentimiento tan hermoso que todos soñamos con sentir, conocer nuestra media naranja y vivir felices para siempre como un cuento de hadas, claro que no todo es tan sencillo obvio y puede que alguno de ustedes ya se haya desanimado y comenzando a pensar que nunca encontraras el amor, pero descuida porque hoy tengo para ti una bella historia, una historia de amor, una que comienza hace más de tres siglos en un lejano país.

La historia comienza en una humilde casa de Gales, donde podemos ver a una pareja compartiendo una noche de pasión, por un lado tenemos a Seviathan o Sev para los amigos, ósea nadie porque esta muerto pero no nos adelantemos, en que estaba? Ah si, Sev mi ex compartiendo un momento intimo en la cama con una hermosa mujer, cual es su nombre? Ni idea, porque es su amante de la que yo no sabía nada, si, les dije que esta era una historia de amor, no dije entre quién verdad, como sea, ese mágico momento tendrá que llegar a su fin la repentina llegada de una chica rubia de piel muy muy pálida y mejillas rojizas - Pero que esta pasando aquí!!! - Si, esa soy yo, Charlotte, o Charlie para los amigos.

Exigí a mi entonces pareja una explicación, pero el solo se excuso patéticamente mientras la otra chica aprovechaba para escapar, esta bien, no tenía nada contra ella, si no contra el hombre que terminaba por confesar que llevaba siéndome infiel por más de un año, si quizá fui muy tonta de no darme cuenta de todo antes pero no estamos aquí para hablar de mi falta de percepción, ya tocaremos eso luego, así que como una mujer civilizada y tranquila tome un cuchillo y me abalance sobre aquel desgraciado, en retrospectiva tal vez me extra limite un poco, pero pueden culparme? Pensaba que el era mi alma gemela, me sentía traicionada, estúpida como un payaso, que de por si ya dicen que me parezco a uno por mi cara, pero en fin no me distraigo, ahí estaba yo, a altas horas de la noche, presenciando el cuerpo sin vida de mi ex pareja, y ya esta, ahí acaba la historia, un final trágico, una pareja feliz separada por la ira de una esposa iracunda...

Que? sigues aquí?... Como que no te gusto esa historia? Bien bien ya entiendo, quieres una con un final más feliz, esta bien, te contaré otra, pero será la última.

Esta historia comienza a penas un día después de la ultima, cuando fui encarcelada por el asesinato de Sev. Me encerraron en un calabozo, muy sucio y descuidado por cierto, incluso me quitaron toda mi ropa dejándome solo con un sucio camisón que parecía más un costal de papas, estoy segura de que los guardias se llevaron mis cosas para venderlas pero no me desvió más, ahí en la soledad de aquella prisión recibí una visita inesperada, un sacerdote, o al menos eso pensaba yo, que siempre mostraba una enorme y tétrica sonrisa, alto delgado y de pelo rojizo, daba bastante mala espina a decir verdad.

- Te van a ejecutar mañana - Fue lo que me dijo - Mira que asesinar así por celos, tu si que estas loca - Okey no me gustaba para nada su tono, iba a morir pronto y este tipo solo estaba aquí para burlarse de mi - Aunque, quizá yo pueda ayudarte a salir libre de este lugar - O quizá no

- Qué tengo que hacer?! - Si yo estaba un poco muy desesperada, me aferraba con fuerza a los barrotes mientras miraba a aquel tipo cuya sonrisa inquietaba cada vez más

- Vaya, normalmente no aceptan tan rápido - Okey, si se estaba burlando - Me llamo Alastor por cierto, y se que lo que estas pensando pero no, no soy un sacerdote, soy más bien alguien que se dedica a ayudar a personas en situaciones peculiares, como la tuya -

Alastor, un tipo misterioso, estoy segura de que si existiera actualmente seria el "husbando" de muchas chicas, como sea, el me explico que podía salir de ahí si hacía un trato con el, uno en el que tenía que ceder mi humanidad, en ese entonces no le preste mucha atención, estaba desesperada por no morir así que acepte de inmediato estrechando su mano, en retrospectiva... si, soy bastante estúpida, pero gracias a eso tenemos esta historia así que agradécelo.