El viento frío de la tarde otoñal se colaba por las ventanas cerradas de la pequeña casa en Privet Drive, y aunque el sol aún no se había puesto, la oscuridad del invierno ya comenzaba a invadir el cielo. Dentro de la casa, la atmósfera estaba tensa; la cena debía estar lista para cuando el reloj marcara las siete, y no había lugar para errores.
Haleth, o Hally como la llamaban en la escuela, estaba de pie junto a la encimera de la cocina, con sus pequeños dedos torpemente tratando de pelar las papas bajo la mirada vigilante de Petunia Dursley. Hally podía sentir los ojos de su tía sobre ella, atentos a cualquier error que cometiera. Sabía que no debía hablar a menos que se le hablara, no debía hacer ruido, no debía existir más de lo necesario. La cena de esa noche era importante para Vernon, una cena de negocios que, según él, podía asegurar su ascenso. Y Hally tenía que asegurarse de que todo fuera perfecto, no porque a Vernon le importara si lo hacía, sino porque sabía que las consecuencias serían severas si algo salía mal.
Mientras trabajaba, Hally pensaba en lo que había sucedido más temprano en el día. Había terminado el último día de clases antes de las vacaciones de invierno, y mientras todos los demás niños estaban emocionados por el tiempo libre, ella sólo sentía una creciente ansiedad. La escuela era, en cierto modo, un refugio para ella, un lugar donde podía desaparecer entre la multitud, donde los profesores la llamaban "Hally" en lugar de "niña", "monstruo" o "fenómeno", como la llamaban sus tíos.
Recordaba la primera vez que escuchó a un profesor pronunciar su nombre completo: "Haleth Potter". Había sonado tan extraño, tan fuera de lugar, que los otros niños se rieron, y desde ese día, los profesores comenzaron a llamarla simplemente "Hally". Le había gustado el apodo, aunque también le recordaba lo diferente que era. Los Dursley, por supuesto, no se molestaban en llamarla así. Para ellos, nunca había sido más que algo que pudieran usar para recordarle lo poco que significaba para ellos.
Ahora, el cuchillo en su mano era pesado y, con sus pequeños dedos entumecidos por el frío, cada vez era más difícil sujetarlo. A su lado, Petunia la miraba con una mezcla de desprecio y fastidio.
— Asegúrate de no dejar un solo trozo de cáscara, niña- Siseó su tía, sin molestarse en disimular su desdén. -No podemos permitir que nuestros invitados vean lo inútil que eres-
Hally asintió en silencio, bajando la cabeza para que su cabello desordenado cubriera su rostro. Sabía que cualquier respuesta sólo empeoraría las cosas. Recordaba bien la última vez que había intentado defenderse; Vernon había gritado tanto que los vecinos podrían haber escuchado, si no fuera porque los Dursley se aseguraban de mantener las ventanas cerradas cuando se trataba de ella.
Ahora solo rogaba en silencio que no se cortara. Sabía que cualquier error, por pequeño que fuera, sería suficiente para desatar la furia de Vernon. Y cuando Vernon estaba furioso, Hally sufría las consecuencias.
El reloj en la sala de estar marcó las seis en punto, y apenas unos segundos después, la puerta principal se abrió de golpe. Vernon Dursley entró en la casa, su rostro rojo de ira, como si estuviera listo para explotar.
-¡Petunia! - Gritó su tío desde el pasillo, sus pasos resonando con fuerza mientras caminaba -¿Está todo listo? Mis colegas llegarán en menos de una hora - Su tono era urgente, demandante, y Hally sintió un escalofrío recorrer su columna al escuchar los pasos pesados de su tío acercarse a la cocina.
Petunia, con su voz aguda y complaciente, respondió rápidamente.
-Todo está bajo control, querido. La... niña está ayudando. Aunque ya sabes cómo es. Estoy haciendo todo lo posible para que no arruine las cosas - Ella respondió con un tono dulce, aunque la mirada que le lanzó a Hally estaba cargada de advertencia.
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HEIRESS TO LEGEND
FanfictionHally Potter, la Niña que Sobrevivió, es adoptada por la familia Patil a una tierna edad después de años de abuso por parte de los Dursley. Criada como una heredera sangre pura en la India Mágica, Haleth crece aprendiendo sobre su verdadero legado y...