la carrera de la muerte taekok kokv

capítulo 2

El día que cambió la vida de Jungkook comenzó como cualquier otro. Estaba terminando su turno en el taller mecánico que compartía con su hermano mayor, Jimin. Los dos siempre habían trabajado juntos, hombro a hombro, reparando coches para ganarse la vida. Pero esa tarde, todo cambió en un abrir y cerrar de ojos.Mientras Jungkook limpiaba sus herramientas, un grupo de hombres entró al taller de manera abrupta. Eran agentes de policía, y uno de ellos le lanzó a Jungkook una mirada fría y calculadora antes de hablar.—Jungkook Jeon —dijo el agente con voz autoritaria—, queda arrestado por el asesinato de Kim Seokjin.El nombre resonó en la mente de Jungkook como un trueno. Kim Seokjin era uno de los empresarios más influyentes de la ciudad, y la acusación no tenía sentido alguno. Jungkook se quedó congelado en su lugar, incapaz de comprender lo que estaba sucediendo.—¡Eso es un error! —gritó Jimin, interviniendo de inmediato—. Mi hermano no ha hecho nada malo.Pero antes de que pudieran hacer algo, los policías lo redujeron, inmovilizando a Jungkook contra el suelo. En su confusión, apenas pudo registrar lo que ocurría a su alrededor. Lo esposaron sin darle tiempo para defenderse, y cuando finalmente lo levantaron, uno de los agentes le mostró una pistola. Era el mismo modelo que se había utilizado en el asesinato de Kim Seokjin, y estaba cubierta con sus huellas dactilares.—Esto fue encontrado en tu coche, Jungkook —dijo el agente—. Estás en graves problemas.Jungkook, aturdido y asustado, no sabía cómo ese arma había llegado allí. Estaba seguro de que alguien la había plantado, pero antes de poder decir una palabra, fue empujado fuera del taller y metido en un coche patrulla. Mientras lo llevaban, alcanzó a ver a Jimin forcejeando con los agentes, tratando desesperadamente de liberarlo, pero fue inútil.La escena siguiente fue un caos. En cuestión de horas, Jungkook fue acusado formalmente del asesinato de Seokjin. Los medios no tardaron en hacerse eco de la noticia, y pronto su nombre estaba en todas las pantallas de televisión. No había tiempo para que preparara una defensa adecuada; el sistema estaba en su contra desde el principio.En su juicio, las pruebas presentadas fueron abrumadoras. La pistola con sus huellas, imágenes de cámaras de seguridad que parecían mostrar a Jungkook cerca de la escena del crimen, y testigos que afirmaban haberlo visto discutir con Seokjin días antes de su muerte. Todo estaba arreglado para condenarlo.La guinda del pastel fue cuando, tras la sentencia, un hombre misterioso, que había estado observando el juicio desde las sombras, se acercó a Jungkook. Con una sonrisa siniestra, le susurró al oído:—Bienvenido a tu nuevo hogar: la Carrera de la Muerte. No te preocupes, tu hermano estará bien... por ahora.Jungkook no entendió completamente el significado de esas palabras hasta que fue trasladado a la prisión de máxima seguridad. Allí, descubrió que Jimin había sido secuestrado por la misma organización que había orquestado su caída. Lo habían capturado como garantía para mantener a Jungkook bajo control durante la carrera.La desesperación se apoderó de él al saber que Jimin estaba siendo usado como moneda de cambio. Las imágenes de seguridad le mostraron a su hermano amordazado y encadenado, siendo vigilado constantemente por hombres armados. La organización dejó en claro que, si Jungkook no cooperaba o intentaba escapar, Jimin pagaría con su vida.Así, Jungkook fue arrastrado a la Carrera de la Muerte, no solo para luchar por su propia vida, sino también por la de su hermano. Cada vuelta en la pista, cada maniobra que hacía, tenía un solo propósito: sobrevivir lo suficiente para encontrar una manera de liberar a Jimin y desenmascarar a los responsables.La carrera no era solo un desafío de velocidad y habilidad, sino una prueba de resistencia mental y emocional. Con su hermano secuestrado y su vida en juego, Jungkook sabía que no podía permitirse fallar. La imagen de Jimin prisionero era un recordatorio constante de lo que estaba en juego, y eso le daba la fuerza para seguir adelante, aunque las probabilidades estuvieran en su contra.