Prólogo.

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En un barrio tranquilo de Seúl, donde los rascacielos se mezclan con calles estrechas que están iluminadas gracias a luces, por la oscuridad de la noche que esta apunto de caer, se encontraba Jisung, un chico de 17 años tartamudo.

Estaba sentado en su escritorio el cual tenia una pequeña lámpara que lograba darle una iluminación cálida a su cuarto, habían organizadores de lápices y uno que otro cuaderno con el que se encontraba estudiando esa tarde, su espacio era bastante simple, nada muy abrumador.

Había pasado estudiando durante una hora y media, ya contenía un leve dolor de cabeza y unas grandes ganas de dormir, por esto decidió dejar sus cuadernos a un lado e ir a ducharse, todavía le faltaba cenar pero su madre aún no lo llamaba para que bajara a comer.

Luego de la agradable ducha que tomo se sentía mucho más relajado y el dolor de cabeza se había marchado. Se mantenía secando su cabello con una pequeña toalla azul.

—Jisung, ya puedes venir a cenar. —con esto jisung dejo la toalla que recién sostenía sobre la silla de su escritorio y se dispuso a bajar—.

Al llegar a la mesa, le dirigió una leve sonrisa a su madre y como pudo susurro un leve agradecimiento hacia ella. Su padre todavía no llegaba, parecía que ese día llegaría tarde. En la mesa, como era costumbre, no intercambio muchas palabras.

Jisung era un chico callado, más no por que fuera tímido o algo parecido, si no más bien por su tartamudez. Lo mismo le ocurría en su escuela, no es que haya sufrido de burlas o bromas de parte de sus compañeros, pero el prefería pasar desapercibido y siempre buscaba los asientos en la fila que estuvieran más alejados de el pizarrón para evitar preguntas del profesor  o que este le pidiera leer en voz alta, asi mismo siempre mantenía la más cortante conversación con cada uno de los demás alumnos. Era un chico solitario, pero no porque quisiera serlo, si no porque cada que intentaba pronunciar palabra esta se acababa atascando en su garganta sin poder acabar de ser elaborada por miedo y vergüenza a que esta saliera aún más mal de lo que su  tartamudez se lo permite.

Pero esto no dice que por sus pensamientos no analizaba a sus compañeros, más bien, los tenía mucho mejor observados a cada uno y podía sacar conclusiones fáciles y rápidas de como cada uno era, pero le llamaba la atención Minho, y la verdad es que a quien de sus demás compañeros no.

Minho era uno de los más populares de su clase, siendo además lo opuesto a Jisung, era un chico carismático, entusiasta y sociable, todo lo que Jisung por miedo, se limitaba a ser.

Jisung lo admiraba de lejos, sumándose este también como uno de los motivos por los que se sentaba al final de la fila.

Podría observar a Minho sin que este se percatarse y, mientras el no se diese cuenta, nada estaba mal, ¿verdad?

En realidad esta es mi primera historia, por ende es demasiado probable que tenga demasiados errores, pero quería entretenerme un rato. La historia no será demasiado larga pero ojalá sea del agrado de todos.

—Anto

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