El sonido de los pequeños pies descalzos corriendo por el pasillo llenaba la casa con una efímera alegría. SukYhin, con una sonrisa cansada pero genuina, observaba a su hijo Leehan, de cuatro años, jugar con su hermana menor Iroha, de tres. Los niños eran la luz en su oscuro mundo, el único refugio donde encontraba un poco de paz.
Sukyhin se agachó para nivelarse con Leehan, quien sostenía un pequeño avión de juguete.
—¿Quieres volar tu avión hasta la luna, cariño? —preguntó, acariciando el cabello suave del niño.
—¡Sí, mamá! —exclamó Leehan, su energía pura y contagiosa. Iroha, no queriendo quedarse atrás, jaló de la camisa de SukYhin.
—¡Yo también quiero volar! —gritó, con sus ojos brillando de emoción.
SukYhin rió suavemente y se levantó, tomando a ambos niños de las manos. Los levantó y simuló que volaban por la sala, sus risas llenando el espacio.
En esos momentos, era fácil olvidar el dolor, el miedo, y la constante sensación de estar atrapado.
Pero esa paz era frágil, siempre lo era.
El sonido de la puerta principal abriéndose resonó por la casa, como el eco de un trueno en un día soleado. SukYhin sintió cómo su corazón se aceleraba, su sonrisa desvaneciéndose al instante. Bajó a los niños con cuidado y se preparó para lo inevitable.
—Papá está aquí, —murmuró, tratando de mantener la calma en su voz.
Leehan e Iroha corrieron hacia la entrada, emocionados.
—¡Papá! ¡Papá! —gritaron al unísono.
Choi BeomGyu entró, su presencia imponente llenando la estancia. Llevaba un traje caro, impecablemente ajustado, pero sus ojos oscuros y fríos recorrieron la habitación con la precisión de un depredador.
Al ver a sus hijos, su expresión se suavizó ligeramente, y se agachó para recibirlos.
—Mis pequeños, —dijo en un tono que era casi afectuoso.
Leehan e Iroha se arrojaron a sus brazos, riendo felices. BeomGyu los levantó con facilidad, abrazándolos con una calidez que SukYhin rara vez veía.
El omega los observaba desde la distancia, su cuerpo tenso. Cada vez que BeomGyu interactuaba con los niños, SukYhin no podía evitar sentir una mezcla de alivio y temor. Sabía que BeomGyu jamás les haría daño, pero también sabía que esa ternura era reservada únicamente para ellos.
—¿Qué tal se han portado hoy, SukYhin? —la voz de BeomGyu era suave, pero el tono demandaba una respuesta inmediata. Sus ojos, aunque estaban enfocados en los niños, parecían atravesar el alma de SukYhin.
—Han sido buenos, como siempre, —respondió SukYhin con la voz temblorosa. Mantenía la cabeza gacha, evitando el contacto visual.
BeomGyu dejó a los niños en el suelo y se acercó a SukYhin, quien involuntariamente retrocedió un paso. A pesar de sus intentos por mantenerse calmado, no pudo evitar estremecerse cuando BeomGyu levantó una mano para acariciar su mejilla.
—Es bueno saberlo —murmuró el alfa, su toque inicialmente suave, pero con una amenaza latente que SukYhin conocía demasiado bien.
Los niños, ajenos a la tensión en el aire, continuaron jugando cerca de la puerta.
BeomGyu observó a SukYhin un momento más antes de apartarse, su sonrisa transformándose en algo mucho más frío.
—Ve a preparar la cena. Los niños deben estar hambrientos —ordenó, dándole la espalda mientras se dirigía hacia el salón.
SukYhin asintió rápidamente, casi tropezando en su prisa por obedecer. El corazón le latía con fuerza mientras se dirigía a la cocina, intentando contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse.
Al escuchar a Leehan e Iroha reír en el salón con su padre, SukYhin no pudo evitar sentirse atrapado en una jaula de la que nunca escaparía. Sabía que debía ser fuerte por ellos, pero la oscuridad que rodeaba a BeomGyu se hacía más pesada cada día, y él, cada vez más débil.
Mientras comenzaba a preparar la cena, la cuchara en su mano temblaba ligeramente. Sabía que su vida nunca sería la que había soñado cuando era un joven omega de 16 años.
Ahora, su única esperanza era que sus hijos nunca tuvieran que conocer el verdadero monstruo que se escondía detrás de la sonrisa de su padre.
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Volvió mi red flag
favorito.Con una nueva
temática, y un Gyu
más loquito.
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𝐎𝐩𝐩𝐫𝐞𝐬𝐬𝐢𝐨𝐧 | Choi Beomgyu & Male OC
Người sóiYi SukYhin, un joven omega de 20 años, siempre soñó con encontrar al alfa perfecto: alguien que lo amara y cuidara con ternura. Con su apariencia delicada y su personalidad dulce, todos esperaban que su vida fuera un cuento de hadas. Pero esos sueño...