CAPÍTULO 16

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Gozo

"Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo."

Romanos 15:13

Ethan.

Abrí el mensaje del número desconocido la tarde que me enteré de que Hadasa estaba desaparecida.

Desde entonces, siento un peso en mi alma.

Hacia dos semanas de eso.

Las palabras de Eylin se repiten como bucle en mi cabeza.«Hadasa lleva más o menos un mes desaparecida». Sé que fue mi culpa, fui yo en medio de la ira quien la vendió. Y no puedo evitar sentirme culpable por eso. Quién sabe lo que esté pasando donde quiera que esté.

Pensamientos contradictorios llenan mi mente. No ha sido más que un tormento. He tratado de estar con la cabeza ocupada y no sobre pensar en nada más allá de mis ocupaciones en la universidad, pero es inútil.

Hago a un lado el celular y fijo mi vista en el techo. La convivencia con mi abuela ha mejorado un poco, no tanto, pero algo es algo. Sin embargo, Andrew y Jasper no me hablan—lo tengo merecido, lo admito—, me gustaba estar solo. Ahora, siento el peso del vacío, me hacen falta mis amigos. De Vicent no se nada desde que desapareció, el mismo día que Hadasa. No quiero hacerle mente a que seguro están conectados. O seguro él la tiene. No sé.

Cansado de este tormento, me levanto de la cama y me doy una ducha.

Al estar listo, bajo las escaleras de dos en dos, me detengo en la sala al ver a mi abuela y... a Hannah.

Un deja vú acapara mi mente. El recuerdo de la tarde en la que Hadasa estaba con mi abuela en la cocina me revuelve las entrañas.

«...Hadasa  y mi abuela están entre risa y risa, mientras meriendan café y donas de chocolate—antes de que pregunten, hoy no me toca trabajar—. Me quedo en la entrada de la cocina mirándolas con incredulidad. Mi abuela se percata de mi presencia y se me queda mirando, consiguiendo que Hadasa voltee en mi dirección quedando hecha una piedra. Está igual que yo. Sorprendida.

—¿Ethan?—pregunta con desconcierto.

Mi abuela alterna la vista entre ambos con sorpresa.

—¿Ustedes se conocen?

Que si no. Esta mañana me dejó con una erección del demonio.

Mi orgullo de macho alfa está herido. No voy a superarlo nunca.

—Si—contesta Hadasa—, él es el chico del que te estoy hablando...»

Tomo una honda de aire y exhalo poco a poco. Tampoco la había visto desde hace mucho.

—Buenas tardes—digo con voz rasposa.

Ambas mujeres giran sus cabezas en mi dirección, las reacciones son totalmente distintas. Mi abuela esboza una sonrisa a boca cerrada, Hannah en cambio, no expresa nada, sus ojos se oscurecen tanto que el verde ambarino de sus ojos tornan un tipo de marrón.

—¿Saldrás?—pregunta mi abuela rompiendo la tension que estaba comenzaba a formarse.

—Si, eh, saldré a caminar un rato—anuncié con un poco de nervios al ser inspeccionado bajo el criterio de ambas mujeres.

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