Parte 1

40 3 0
                                    

-¿Aun recuerdas algo de ese día?- me pregunta emocionada.

-No- mentí.

-Yo recuerdo algunas cosas, son imágenes pequeñas y rápidas, pero aun las tengo- me contesta ingenua.

-Creo que fue uno de los peores días de mi vida- digo para mi, pero lo suficientemente alto para que ella me oyera. En ese momento el corazón me comenzó a palpitar rápidamente.

-¿Por que lo dices?- me pregunta aun mas ingenua.

Los resentimientos que tuve guardados durante 18 años comenzaban a salir, lenta y furiosamente.

-¿Lo preguntas en serio Stéphanie?- la interrogo bastante sorprendido.

-Ryan, no recuerdo bien lo que paso- contesta con voz tímida.

Necesitaba soltarlo de alguna manera y ese era el momento indicado.

-No puedo creer que no recuerdes cuando me dejaste de hablar, cuando me evitabas cada vez me  veías pasar, cuando invitabas a todos en la escuela a tus celebraciones menos a mi, cuando te compre los boletos para que fuéramos a ver a tu banda favorita y aun así decidiste llevar al estúpido de tu novio dejándome a mi con las ganas de ir, cuando mandaste a uno de tus novios para golpearme y dejarme hospitalizado- tal parece que estaba entre asustada y sorprendida, ademas de triste ya que me veía con los ojos como platos, tenia la boca abierta y estaba a punto de llorar- No Stéphanie ya no es como cuando teníamos 14 años, ya no puedo sentarme en el porche y preguntarme cuando llegarías para volver a hablar conmigo, ya no te necesito, se supone que tu debías estar allí cuando lo necesitaba como yo cuando tu lo necesitabas, pero aprendí de mis errores, ahora tengo a cualquier chica que quiera, tengo un hermoso departamento, un auto increíble y un trabajo estupendo y todo sin ti ¡pase 18 cumpleaños sin ti!, nunca me enviaste ni una maldita tarjeta ¡así que al diablo! No me hiciste falta ni me harás-.

-Pero ya he cambiado- dice sollozando.

-No hay nada que me asegure eso ¿tienes alguna prueba en este momento? ademas no puedes irte por tanto tiempo y regresar como si nada hubiera pasado, ya no soy el estúpido niñito ingenuo al que le gustabas ni tu la pequeña linda y tierna- le espeto furiosamente.

-Espera ¿que dijiste? ¿te gustaba?- me pregunta tomándome del brazo.

-Si, hice mil y un cosas para que te fijaras en mi y en cambio no hiciste nada-.

-¿Por que nunca me lo dijiste?-

Rio sarcásticamente pero después de dudar contesto.

-Por que la respuesta era obvia Stéphanie, tu nunca te hubieras fijado en mi, preferías a los chicos malos con buen cuerpo y un hermoso rostro, en cambio yo era gordo y todo lo contrario a lo que preferías, y resulta que ahora que soy otro, alguien totalmente distinto tienes ojos para mi, no, yo no juego con ese tipo de cosas-.

-Nunca...mi intención...no quería lastimarte- me dice llorando.

-Pues te salio mal- acto seguido le doy la espalda y camino directo a mi deportivo, subo sin mirar atrás y aprieto el acelerador haciendo que el fuerte rugido del motor atraiga la mirada de los curiosos.

"No debiste ser tan duro" me dice una parte de mi que desde hace 15 años pensé que estaba muerta.

"Lo hiciste bien, ella te lastimo hace mucho, era tu turno viejo" me dice una parte desconocida de mi.

Manejo algo furioso, pero a la vez temeroso. Para tranquilizarme enciendo la radio.

-¿Hay alguna canción en especifico que desee escuchar?- me pregunta Siri desde la radio.

-No, reproduce la que sea, no importa-.

Tarda un momento pero después de las bocinas sale una canción viejisima que solía escuchar con Stéphanie cuando eramos los mejores amigos de toda la escuela.

Apago la radio rápidamente antes de llegar el primer minuto de la canción e ignorando los pitidos enfurecidos de los demás conductores me orillo cerca del puente para respirar y tranquilizarme.Pongo mi frente en el volante y respiro profundamente, después un oficial de transito me saca de mis pensamientos cuando toca en la ventana.

-Señor no puede estacionarse aquí- me dice cortante.

-Solo...es...un momento oficial- le contesto respirando profundamente.

-No me importa señor tiene que...¿Ryan Anderson?-.

-Si ¿por que?- le interrogo iluso.

-Soy Chuck Farrell, de la preparatoria ¿me recuerdas? Vaya que has cambiado, ¿y todos esos kilos de sobra que tenias?- me contesta emocionado.

-¿Terminaste como Oficial de Transito? Presumías en la escuela que ibas a ser una estrella de fútbol americano ¿es una apuesta, un reto o algo por el estilo?- le digo sarcásticamente.

Su sonrisa se esfuma rápidamente y sus ojos casi destellan odio.

-Tu muy realizado ¿no? Dime donde rentaste ese auto ¿vives con tus padres? ¿o con tu abuela?- me reta burlándose.

-¿Renta? ¿que es eso? Lo compre, con mi dinero aquí están los papeles, mis padres viven en Brooklyn, mi abuela en Prinston, yo vivo en Manhattan, cuando limpias tu placa ¿si te alcanza para comprar el pulidor de tres dolares en la tienda de la gasolinera? ¿o le pides prestado a la vieja del departamento de al lado que gana mas que tu a pesar de estar desempleada?- le contesto bruscamente pero sin dejar de mirarlo a los ojos.

Después de una multa por insultar a un oficial acelero de nuevo y me dirijo a mi casa, ubicada en un precioso lote de departamentos de lujo en la quinta avenida, con una preciosa vista de Central Park. Cuando llego al lote dejo mi auto en el estacionamiento subterráneo (tengo mas de 15 m2 donde guardar mis autos). Saludo a Esteban el portero y subo hasta el piso 50 donde tengo mi casa.




La Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora