Coming Soon: Paper Fantasy

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En el tranquilo pueblo de Gwacheon, donde las montañas se alzaban majestuosas alrededor de la pequeña comunidad, SeokJin creció rodeado del suave susurro del viento entre los árboles y el sonido del arroyo que corría cerca de su casa

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En el tranquilo pueblo de Gwacheon, donde las montañas se alzaban majestuosas alrededor de la pequeña comunidad, SeokJin creció rodeado del suave susurro del viento entre los árboles y el sonido del arroyo que corría cerca de su casa. Era un niño reservado, con una sonrisa tímida que solo mostraba cuando algo lo hacía realmente feliz. Sus padres lo conocían como un niño sensible, que encontraba consuelo en las pequeñas cosas: el calor del sol en su rostro, el aroma de los libros nuevos, o la compañía silenciosa de su gato, que siempre se acurrucaba a su lado mientras él leía en su pequeño rincón de la casa.

En otra parte del país, en la bulliciosa ciudad de Daegu, YoonGi llevaba una vida diferente. La ciudad era un lugar vibrante, lleno de vida y movimiento, pero para YoonGi, el ruido y el ajetreo solo aumentaban su deseo de encontrar un rincón tranquilo donde pudiera escapar. También era un niño introvertido, pero su forma de expresarse era distinta: mientras que las palabras se le escapaban a veces, el arte se convirtió en su voz. Desde una edad temprana, sus padres habían notado su talento para el dibujo. Pasaba horas en su habitación, con lápices de colores y hojas esparcidas por todos lados, creando mundos que solo él podía ver. Para YoonGi, el dibujo era una forma de dar vida a sus pensamientos y sentimientos, cosas que nunca se atrevía a decir en voz alta.

La vida de estos dos niños, tan diferentes y a la vez tan similares, estaba a punto de cruzarse de una manera inesperada. Las escuelas a las que asistían, aunque separadas por kilómetros, compartían un objetivo común: ayudar a sus estudiantes a mejorar en áreas importantes como la caligrafía, la ortografía y la creatividad. Aprovechando la oportunidad de un programa de capacitación para profesores que requería viajes frecuentes entre Gwacheon y Daegu, ambas escuelas idearon un proyecto para conectar a sus estudiantes. El plan era simple pero ambicioso: emparejar a los niños de ambas ciudades para que se enviaran cartas mensualmente.

Este intercambio no solo les permitiría practicar sus habilidades de escritura, sino también abrir una ventana a la vida de otro niño, alguien con quien podrían compartir sus pensamientos, sueños y pequeñas alegrías. Las cartas debían contener no solo palabras, sino también cualquier pequeño objeto que quisieran regalar, algo que reflejara quiénes eran y cómo veían el mundo.

SeokJin, a pesar de su timidez, estaba emocionado por la idea. Aunque la mayoría de sus días los pasaba en silencio, inmerso en sus pensamientos, la idea de escribirle a alguien lo hacía sentir ansioso, pero también intrigado. Sabía que las palabras podían ser poderosas, que podían conectar a las personas de maneras que a veces ni siquiera podían imaginar.

YoonGi, por su parte, sentía una mezcla de emoción y temor. Había algo intimidante en la idea de comunicarse con un extraño, alguien que podría no entender su forma de expresarse. Sin embargo, decidió que en lugar de solo escribir palabras, enviaría dibujos junto con sus cartas. Así, aunque las palabras le fallaran, su arte podría hablar por él.

El día que ambos niños recibieron la noticia de que habían sido emparejados, sintieron una mezcla de nervios y emoción. SeokJin no podía evitar imaginar cómo sería su nuevo amigo: ¿Sería alguien con quien podría compartir sus historias y reírse de las travesuras de su gato? YoonGi, por su parte, se preguntaba si su dibujo podría hacer sonreír a su nuevo amigo, o si lo encontraría aburrido.

Cuando SeokJin abrió su primera carta, su corazón dio un pequeño salto al encontrar un dibujo de un perro bajo la lluvia. La simplicidad y la tristeza del dibujo tocaron algo en él, una sensación que no podía describir del todo, pero que le hizo sentir una extraña conexión con el niño que lo había dibujado. Decidió que su respuesta debía ser algo que alegrara el día de su nuevo amigo, así que escribió una carta llena de anécdotas divertidas sobre su gato, acompañadas de pequeños dibujos que ilustraban sus historias.

En Daegu, YoonGi abrió su primera carta con el corazón en la garganta. Cuando vio las pequeñas ilustraciones y leyó las palabras de SeokJin, una sonrisa se asomó en su rostro. No era fácil para él hacer amigos, pero en esas palabras sintió una calidez y una amabilidad que le hicieron sentir que, tal vez, este niño desconocido podría entenderlo.

Así comenzó el intercambio de cartas entre los dos pequeños niños. Cada mes, esperaban ansiosos la llegada del buzón, con la esperanza de encontrar un sobre dirigido a ellos. En esas cartas, ambos niños compartían sus pequeños mundos: SeokJin escribía sobre los días soleados que pasaba en el campo, sobre las veces que su gato lo hacía reír con sus travesuras, mientras que YoonGi le enviaba dibujos de paisajes que veía en su imaginación, de animales que parecían salir de un sueño, y pequeñas descripciones de su vida en la ciudad.

Con el tiempo, las cartas se convirtieron en más que un simple proyecto escolar. Para YoonGi, eran un escape de la soledad que a veces sentía en la escuela. Para SeokJin, eran un refugio, un lugar donde podía ser él mismo sin temor a ser juzgado. Aunque nunca se conocieron en persona, esas cartas les permitieron conocerse de una manera que ni siquiera ellos mismos comprendían del todo para su corta edad.

Sin embargo, como todo lo bueno, la temporada de cartas llegó a su fin cuando la capacitación de los profesores terminó. Sin nadie que transportara las cartas de un lugar a otro, el intercambio cesó abruptamente. La última carta que ambos niños recibieron quedó guardada como un tesoro, pero con el tiempo, la vida siguió su curso y las cartas se convirtieron en un recuerdo lejano.

Pero para el pequeño niño de piel pálida, esas cartas nunca perdieron su valor. Las guardó en un cuaderno, donde las leía una y otra vez, añadiendo pequeñas anotaciones en los márgenes sobre lo que sentía en diferentes momentos de su vida. Ese cuaderno se convirtió en su confidente, un lugar donde podía refugiarse en los días más solitarios.

Lo que él no sabía era que esas cartas, que tanto atesoraba, algún día podrían tener un impacto en su vida que nunca habría imaginado. Cuando al pasado y el presente les llegue el momento de colisionar de formas que ninguno de ellos podría haber anticipado.

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⏰ Última actualización: Aug 27, 2024 ⏰

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