Renné Roberts
Renné cerró la puerta del cuarto de Ann tras despedirse de ella, la joven tenía un examen importante el día siguiente y se había disculpado con Renné por no acompañarla hasta la puerta mientras que tenía su mirada clavada en el libro de historia. Habían pasado la tarde estudiando mientras que en la planta de abajo se encontraba Jack, solo, estudiando en la fabulosa mesa de cristal del salón.
Decidió pasarse a despedirse él, ser educada, a fin de cuentas se encontraba en su casa y le estaban pagando mejor en estas dos ultimas semanas, conforme las notas de Annabeth aumentaban. Aun que aquello no le gustaba, se había intentado poner en la situación de Eloise, y su discurso de que; "El redimiendo de Ann es una respuesta al rendimiento que tú estas teniendo" pero la única realidad era que estaba haciendo más trabajo como psicóloga de la chica que como profesora en sí. Ann tenía una autoestima muy baja respecto a los estudios, se comparaba constantemente con su hermano y se cargaba las espaldas de expectativas. Un cóctel perfecto para crear una persona ansiosa y llena de ansiedad. Renné sí estaba feliz por cobrar más, quien no lo estaría. Lo que no acaba de creerse del todo, era eso de que un rendimiento es el espejo del otro, una nota de un examen no podía reflejar todo el trabajo y tiempo que habías invertido, o eso le había repetido siempre su propia madre.
Miró las puertas del salón principal mientras que caminaba hacia ella, cuando se asomó, Jack estaba escribiendo en una libreta, había dos libros abiertos y un café a un lado. No se dio cuenta de la presencia de la chica y ella le observó por unos segundos. Jack era especialmente guapo, y no solo, era atractivo, su forma de hablar y actuar era solo un reflejo de lo inteligente que era. Tal vez Jack no era el mejor de su clase, pero sus notas y expediente eran impecables, algo que muchos no podían decir de sí mismos.
—Me voy a ir ya.—habló Renné una vez que consideró que estaba espiando. Jack levantó la cabeza hacia la puerta de forma rápida.—Ann va muy bien, intenta que no sobre piense mucho en la cena y sobre todo después. Si hace falta, que se tome algo para dormir o...que me llame.
Lo cierto era que se arrepintió un poco de haber ofrecido ese último recurso. Ella tenía que estudiar y se iba a quedar hasta tarde, cosa que odiaba con todo su ser.
Jack se levantó y mientras le dijo;—Tranquila, yo me ocupo. ¿Cómo vas tú? Seguro que tan bien como siempre.—puso sus manos en una silla cerca a ella. Renné no quiso admitir para sí misma que estaba intentando mantener una distancia prudente, estaba incómodo. Puede que no se le notaba en la cara, y muchos menos en los ojos o es la postura tan relajada de su cuerpo. Lo cierto era que podía sentir su incomodidad en su propio cuerpo.
—Bueno,—sus ojos se deslizaron por el suelo antes de volver a mirarle—Podría ir mejor.—se obligó a sonreír un poco. La incomodidad era sólo culpa suya, debía haber terminado en el momento en el que la beso, pero se dejó llevar por sus sentimientos, más bien, el alcohol. Aun así, esa pérdida de control había sido intolerable.
Él se sonrió y miró hacia abajo unos segundos. Renné se preguntó si esa misma incomodidad que aplastaba su garganta le estaría afectando a los mismos niveles que ella. Por un momento la afirmación corrió por su mente, lo cual, la hizo sentir más culpable. La situación estaba siendo una tortura medieval.
—Siempre dices eso. Ten más confianza en ti, Ren.—la miró—Te acompaño a la puerta.
Se acercó a ella y antes de que llegara a su lado Renné se giró, asustada por la cercanía. Ambos anduvieron hasta la puerta principal de la casa, pero ella siempre estando delante de él. Por un momento se preguntó si se veía demasiado soberbia.
Cuando llegó a la puerta Renné la abrió. Miró fuera, su moto ahí aparcada. Apretó un poco los dientes antes de cerrar y darse la vuelta hacia dentro.