Capítulo 1

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Desde pequeño mi familia había notado un comportamiento diferente en mí, pero mi padre siempre lo negó, su sueño había sido tener un hijo con el cual practicar deportes, ir de pesca y darle consejos para conquistar chicas. Pero las cosas no siempre salen como lo planeas. Desde pequeño he sido enfermizo, sobre todo por cuestiones respiratorias, por lo que no se me daban bien los deportes. Mi familia solía ir al lago que está cerca de la casa desde que tengo memoria y recuerdo ver la cara de felicidad de mi padre cada vez que le preguntaba cuándo podría subirme al bote a pescar junto a él. Pero, como siempre, la vida se encargaba de arruinar nuestras esperanzas... me aterrorizaba el agua. Todo fue gracias a que casi muero ahogado en la fiesta de un compañero de primaria. Después de eso mi padre no volvió a insistir en ir al lago.

Los años pasaron y sentía cómo mi relación con él se iba debilitando cada vez más. No teníamos nada en común, pero presentía que aún tenía fe en que yo tuviera siquiera una cualidad de su "hijo perfecto". Jamás le había pedido consejos sobre relaciones porque, sinceramente, no me interesaban. Las chicas eran agradables, pero nunca me sentí cómodo para dar el siguiente paso. En cambio, los chicos me llamaban bastante la atención. Mi primer encuentro con un hombre fue a los 15 años, cuando un chico de preparatoria me besó en el gimnasio. Cada vez que lo recordaba sentía pequeños calambres en el estómago, pero de todas formas no se lo contaría a mi padre, no lo aceptaría. Quería hablar con él, deseaba con todas mis fuerzas no sentir ese vacío entre nosotros. Lo único que se me ocurrió fue mentir.

-Papá – su habitación de trabajo estaba repleta de cajas llenas de libros, tenía unos cuantos amontonados en su escritorio, por lo que tuvo que asomar la cabeza por encima de ellos para verme.

-¿Qué pasa? – Su voz sonaba apagada y distante, noté que no tenía intenciones de hablar conmigo - ¿necesitas dinero?

-No, quiero... - dudé un poco – quiero pedirte un consejo.

-¿Sobre qué? – Se levantó de la silla y me miró, interesado.

-Hay una chica que me gusta, y quiero tu consejo para saber cómo acercarme a ella – sus ojos brillaban y recordé las salidas en familia al lago.

-Cuéntame cómo y cuándo la conociste, su apariencia, quiero saberlo todo – se acercó y me apretó un poco el hombro, en señal de aprobación.

-Se llama Amber, está en mi clase y la conocí desde que entré a la preparatoria. No hablamos mucho, sólo se sienta a mi derecha y a veces me pide ayuda con algunas materias. Es bastante linda, un poco alta, tiene el cabello corto y se lo tiñe rubio. Enserio me gusta, papá... - Odiaba mentirle, pero sabía que era la única forma de acercarme a él.

-Estoy feliz de que por fin te interesaste en alguien, pensé que estarías solo por siempre.

-Apenas tengo 17, no es bueno apresurar las cosas – traté de ocultar mi enojo lo mejor que pude, no quería arruinar el momento – entonces... ¿Qué me recomiendas?

Me dio un sermón acerca de lo que le gusta hacer a las chicas, como ir de compras, maquillarse, hablar de los grupos de moda, entre otras cosas. También me aconsejó llevarla al cine, una cena romántica en un restaurante caro o mínimo hacer un picnic cerca del lago. Y después de una hora de escuchar los típicos estereotipos de cómo debía ser una chica me despedí y fui a hablar con mi hermana mayor. Ella tampoco sabía nada de mí, pero era la única que tenía intenciones de escucharme.

-Al fin pude hablar con papá – comenté dejándome caer sobre su pequeña cama. Al parecer mi presencia la había incomodado un poco.

-Me alegro por ti pero... ¿Podemos hablar después? Tengo una llamada importante – señaló su laptop. En ella nos veíamos reflejados nosotros, pero lo que más llamó mi atención fue la cara del chico plasmada a lo largo de la pantalla.

¿Qué es la felicidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora