Parte 1 - Capitulo 1

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(Mina y Soonie)

-Buenos días en el reportero del día. El día de hoy informamos una mañana calurosa de verano. Pronto terminarán las vacaciones y comenzaran lluvias, recomendamos cargar paraguas para evitar contra tiempos, sin más, les deseo un buen día.

El olor a café de olla recién hecho, impregnaba el aire de la cocina y parte de la sala, recorriendo por unos minutos el resto de la casa, la ventana descubierta por un pequeño espacio dejaba entrar un rayo de luz que daba directo a la cara de un chica descansando. Un pujido de incomodidad por el sol dandole directo en la cara. Poco a poco abrió los ojos y de un segundo a otro se levantó, se estiró y pegó un bostezo de lo más contagioso. Soonie, el gato naranja con la pancita blanca y ojitos naranjas, que con las patitas para arriba reposaba en los pies de la despeinada chica, hizo lo mismo se estiró y, de solo verla bostezó de la misma manera.

Caminó hasta el baño, un poco somnolienta siendo perseguida por Soonie, abrió por completo los ojos cuando vió su reflejo y pegó tremenda carcajada, su cabello rizado color rojizo y una lagaña pegada, hizo dicha reacción, se lavó los dientes e hizo lo que tenía que hacer en ese lugar. Bajó a media escalera y al último dió un brinco que la dejó en el suelo, volteando a ver hacia su izquierda, dibujando en su rostro pecoso y todavía con rastros de agua e incluso un poco de jabón una sonrisa de oreja a oreja.

-Buenos días, papá. -Se levantó y se dirigió a la cocina

-Buenos días, Trina. -Dijo la pelirroja, sentandose y agarrando un pan recién tostado llevandoselo a la boca de una.

-Buenos días, señorita Mina. -La señora de una no tan avanzada edad pero con experiencia, saludó regalando con aquel una cálida sonrisa quitando levemente la mirada de las frutas que cuidadosamente cortaba.

-¿No viste a mamá? Y, ya te he dicho que no es necesario lo de señorita, me viste crecer eres prácticamente como una madre para mí. -Mina se levantó de la silla y agarró la comida de Soonie.

-No, señorita, no la he visto. Sabe que jamás me otorgaría ese permiso, usted es todo una señorita. -La mujer sonrió.

Mina terminó de alimentar a Soonie y subió a su habitación, arregló su pieza y se asomó a la de su madre pero estaba completamente acomodado no había pasado la noche allí, parece que no había llegado a dormir. Volvió a su cuarto, leyó un manga que tenía pendiente y se metió a duchar.

-Uno, dos, tres... probando... me oye... -Una estática inundó aquel radio viejo.

Sin pensarlo, Mina saltó de la regadera, y sin nada de ropa saltó directo a ese aparato.

-Aquí estoy, Mina... Cambio.



(Ellie y Doongie)

Un fuerte estruendo en la habitación de alado hizo que sobre saltara el sueño de la pelinegra, su cabello largo cubría por completo su rostro, y de un brinco se paró de su cama y corrió a la habitación de Ollie, el hermano un par de años menor, que también era pelinegro y con un cabello bastante desordenado, se encontraba frente a un televisor.

-Puedes bajarle al ruido, estoy intentando dormir. Maldita sea. -Su cara estaba roja al igual que la marca de la almohada bien marcada en su rostro.

-Es hora de que despiertes, Ellie, tengo hambre, esclava. -Ollie, solo sonrió de manera malévola. -Cierra la puerta y me traes un sandwich. Vete.

Ellie, solo pudo corresponder con la sonrisa irónica y abrió la puerta de par en par. En su cabeza, lo único que pasaba era que no volvería a perder una apuesta con su hermano. Se metió a su habitación y se tumbó en la cama, mirando a la nada, cuando Doongie, apareció en la ventana, maullando y dejando su caza en el balcón. Aquellos ojos naranjas, se clavaron en la mirada de Ellie, ella sonrió y acarició su pelaje negro, con un brillo especial. Despues de la cálida bienvenida a Doongie, puso un poco de música y se metió a la regadera, dió el concierto de su vida a los shampoo y se arregló. Bajó por fin a la cocina. De donde salía un olor fenómenal.

--Buenos días, mamá. -Sonriendo se dirigió a una mujer y con un pequeño beso en la frente. -Buenos días, papá. -Dirigiendose al magestuoso chef que se estaba esforzando arduamente en la cocina.

-Buenos días, ojos de luna. -Sonriendo se acercó y le abrazó. -Llama a tu hermano, es hora de desayunar, porque tengo que irme al trabajo después de dejar a tu mamá en el hospital.

La pelinegra asintió y de un grito que retumbó por toda la casa, llamó a su hermano.

Después del delicioso desayuno, y un rato ensayando con su guitarra, observó en su buró el artefacto que hace unos días había adquirido, intentó moverle y captó una señal.

-Uno, dos, tres... probando... ¿me oyen?... ¿alguien? -Un poco de estática se escuchó y casi de inmediato se escuchó del otro lado.

-Aquí estoy, Mina... Cambio. -Ellie, sonrió, pues Mina del otro lado se escuchaba bastante agitada.

-También yo... ¿Cambio?



(Lillya y koonie)

Un pequeño beso, hizo que la pelirrubia se despertara. Aquella mañana con una fresca ventila de aire que entraba por la ventana que recién había abierto la madre, hacía el espacio perfecto para tenerlo todo y ser feliz en milésimas de segundo.

La puerta de la habitación había sido azotada contra la pared, por lo cual, perturbó aquella tranquilidad que emanaba esa hermosa mañana.

-Mamá, Lillya, ya me quiero ir a la escuela. -Mar, hermana pequeña de Lillya, estaba por entrar a preescolar y estaba muy emocionada, aunque aún no entraba en sí al ciclo escolar y se quedaría en maternal ya era una niña grande. Brincó a los pies de Lillya y la abrazó. -Buenos días, ya parate para que me pueda ir.

-Mar, no seas tan ruidosa, ella todavía puede descansar un poco más. -Volteó a ver a Lillya, acariciando su cabello, sonrió y dijo: -Disculpa por despertarte, solo quería despedirme antes de irme. -Se sonrieron y Mar salió corriendo y gritando. -Isa, Isa, hoy es el gran día despierta. -Abrió la habitación de la hermana mayor, y brincó a la cama, sacando todo el aire del estómago de Isa, ella solo echó una carcajada y la envolvió en la sábana.

Ya Lillya sola, se estiró y se metió a la ducha, bajó a la cocina y se pegó tremendo festín con el desayuno recién dejado por su madre. Terminó de lavar los platos y subió a su habitación a perderse en la lectura matutina que tanto disfrutaba. Después de un rato, un ruido interrumpió su lectura, era ese aparatejo encima de su repisa.

-Uno, dos, tres... probando... ¿me oye... -Un poco de estática se escuchó y casi de inmediato se escuchó del otro lado.

-Aquí estoy, Mina... Cambio.

-También yo... ¿Cambio? -Respondió después de no saber cómo prender la radio.

(Llamada vía radio)

-¿Me escuchan? -Dijo Ellie, desde su lado.

-Yo, sí. -Respondió Mina

-¿No es más fácil por chat? -Respondió Lillya después de ser interrumpida de una mágica lectura y relajante música.

-No, acostumbrate, Lillya. El celular nos va a volver ciegas. - Mina dijo con una voz firme y con una risita al final.

-Bueno, chicas, ¿qué haremos hoy? -Dijo Ellie, dejando un suspiro para el final.

-Yo prefiero quedarme en mi casa leyendo.

-Deja tus ñoñadas y vamos a hacer algo. -Soltó Mina. -Aparte, tengo que contarles algo.

Ambas amigas preocupadas por Mina, no se dejaron esperar y acordaron verse a las 11:00 am en el parque del vecindario.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2024 ⏰

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