Asta recordaba perfectamente ese lugar. El concilio mágico estaba abarrotado como en aquella ocasión en la que fue acusado como un demonio.
Después de la batalla en la Pica había ganado popularidad, pero al parecer no la suficiente entre ciertos grupos de la nobleza. Se dio cuenta de ello al percibir el errante ki de aquellos burgueses enfundados en elegante ropa, costosas joyas y olorosos perfumes.
De pie, en la cima de las escaleras se encontraba Damnatio Kira siendo el juez una vez más. En la mano derecha sostenía el papel que contenía la información de lo que se le acusaba, y en la izquierda mantenía la balanza decantada a favor del reino, con una flama blanca y otra negra mostrando la culpabilidad del crimen.
La enorme diferencia con la ocasión anterior donde lo llevaron con engaños junto a Nero era que ahora estaba consciente de la acusación, había acudido por su propio pie y fue notificado personalmente, sin engaños, incluso se encontraba sin esposar pudiendo utilizar las espadas y su grimorio si así lo deseaba. Era una cortesía con la cual el rey no estaba de acuerdo, pero Damnatio así lo decidió.
El rey Augustus se mantenía en su pequeño trono observando sin prestar mucha atención. Ya estaba cansado de lidiar con los problemas, que Julius y Damnatio fingieran escucharlo y después hicieran lo que se les daba la gana dejándolo en ridículo con sus subordinados. Decidió que lo mejor era estar presente sin intervenir y esperar a que terminara rápido para ir a descansar con algunos bocadillos.
Esta vez, Asta se encontraba solo y no llegaría nadie a salvarlo. Él mismo había pedido que no informaran a los capitanes, ni al rey mago, alegando que con la presencia del rey Augustus era más que suficiente, además de que no quería que los ciudadanos del Trébol pensaran que las leyes no eran aplicadas a los caballeros mágicos. También pidió que enviaran a los Toros Negros a alguna misión en la frontera con la Pica y a otros de vacaciones al Corazón, incluyendo a Liebe a quien envió para acompañar a Noelle. Esta vez no necesitaba ni deseaba ser salvado.
A pesar de la situación sonrió al darse cuenta de que al menos algo había cambiado. Damnatio estaba dispuesto a permitir la presencia de todas las personas a las que pidió que alejaran del concilio en su juicio y eso era un triunfo considerando su situación anterior.
Mentiría si dijera que no estaba nervioso, la probabilidad de morir era casi del cien por ciento.
Después de unos momentos de silencio, Damnatio leyó los cargos.
—Asta, miembro de la orden de caballeros mágicos los Toros Negros, proveniente de la aldea de Hage en la región olvidada. La familia Vidal te acusa de haber asesinado al primogénito de su casa, Asmod Vidal. El suceso ocurrió hace tres noches mientras el ahora occiso dormía plácidamente, ¿Cómo te declaras?
Los juicios habían cambiado, irónicamente gracias a Asta, ahora el acusado podía declararse inocente, reunir pruebas que lo demostraran, incluyendo a testigos que abogaran por él. Por eso fue tan extraño cuando respondió a la pregunta sin titubear.
—Me declaro culpable. Soy el asesino de Asmond Vidal.
Ahí estaba esa sensación que recordaba perfectamente. Las miradas juzgándolo, los cuchicheos menospreciándolo, no por homicidio, solo por ser plebeyo y por haber nacido sin una pisca de magia.
Damnatio no pudo evitar que su boca se abriera ligeramente por la sorpresa, dejó de lado las hojas de papel y bajo las escaleras con parsimonia hasta llegar frente a Asta.
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El juicio
FanfictionAsta se encuentra en un juicio ante el Concilio Mágico por homicidio, que se declarara culpable fue extraño incluso para Damnatio.